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Claras inconsistencias del discurso oficial

Si la crisis de hoy es por una guerra económica del capitalismo salvaje, la oligarquía y Uribe contra la “revolución”, el fracaso de AD y Copei ayer también lo fue.

Si la disminución actual de los precios del petróleo se explica por la existencia de una guerra del imperialismo contra el gobierno de Maduro, la caída de los precios petroleros ocurrida durante el gobierno de Luis Herrera, que llevó al quiebre económico de Venezuela, fue entonces producto también de una guerra del imperialismo contra el gobierno copeyano de entonces. Esta guerra imperial se prolongó contra los gobiernos de Lusinchi y Carlos Andrés Pérez II, ambos de Acción Democrática, y contra el gobierno de Caldera II, pues los precios petroleros cayeron hasta 7 dólares el barril. Concluyo entonces que el imperialismo ejecutó una guerra despiadada también contra los gobiernos de adecos y copeyanos y de Caldera II. Por alguna razón, suspendió la guerra cuando Chávez ganó, imagino que para ayudarlo, y permitió la elevación de los precios petroleros hasta 100 dólares el barril y el ingreso de casi un billón de dólares al país.

Ante una inflación, que en el rubro de alimentos está en más del 90 por ciento, el presidente Maduro anuncia un “gigantesco” aumento del salario mínimo de los funcionarios públicos y trabajadores del Estado de 15 por ciento. Casi caigo de rodillas para darle gracias a Dios cuando lo oí. A los militares, en cambio, les otorgó un incremento de 45 por ciento y a los profesores universitarios nada. Se ve el aprecio o miedo que le tiene a los militares y se nota claramente también el desprecio por la academia, el conocimiento y la formación universitaria. El Gobierno afirma que éste es un régimen cívico militar, en el cual el trato a los militares es de primera y el de los civiles de tercera o cuarta. El aumento de los militares fue 200 % mayor que el de los civiles, por lo que éste es un gobierno MILITAR-cívico.

Con grandes aspavientos, el general Padrino López, continuando la política de hacernos creer que el país está luchando duro contra el contrabando de combustibles, nos informa que acaban de incautar 183 mil litros de combustible en 832 recipientes plásticos en una “mega caleta”. Fíjense que cuando denuncian el contrabando, hablan de 100 mil barriles que se van por la frontera con Colombia, pero cuando hacen una incautación cambian la medida y hablan de litros, para que parezcan muchos. La verdad es que de los 16 millones de litros, que dicen ellos mismos salen por la frontera cada día (algo imposible por tierra), en esta “gran operación” confiscaron 183 mil litros que es sólo 1,14 por ciento de lo que diariamente sale, nada importante entonces, y menos aún, si sabemos que es combustible almacenado y no de un único día. Pero la noticia dice que se trata de algo excepcional, que desmantela a los contrabandistas de La Goajira, donde el contrabando se ha reducido en un 70 por ciento (¿?). Campaña electoral y más nada.

Quiero recordar el encabezado de “Últimas Noticias” en uno de los días de enero de 1989: “Consumidores contra la pared (III). La hambruna no espera que se destape el paquete. Café, pan, aceite y papel higiénico desaparecieron. Ya no se trata de especulación sino de un grave problema de escasez. El precio del arroz se irá a 15 bolívares el kilo. El hampa con el moño suelto”. ¿Les parece familiar ese escenario?

¿Se parece a lo que hoy ocurre? Y el gobierno o sus seguidores y simpatizantes, así como los aduladores y enchufados en negocios, podrían contestarme: ¿Era aquella situación el resultado una guerra económica del imperio contra el gobierno que terminaba de Jaime Lusinchi, o contra el segundo de Carlos Andrés Pérez, a instalarse en febrero de ese año? Los izquierdistas acusábamos a los adecos y copeyanos de ser los causantes de la tragedia, por su ignorancia, negligencia y corrupción y estar al servicio de los ricos. ¿Y ahora?

Hoy, 25 años después y 15 de gobierno “socialista, revolucionario, bolivariano, zamorano, cristiano, robinsoniano, chavecista, fidelista, guevarista, cívico-MILITAR, chabacano” y muchos más “anos e istas”, me doy cuenta de lo injusto que fuimos con aquellos gobiernos de AD y Copei, víctimas como el de Maduro de una guerra económica implacable por parte del imperio, de la cual ni se dieron cuenta, y nosotros enrostrándoles injustamente la crítica situación vivida. Si la crisis de hoy, mucho mayor que la de aquel momento, es por una guerra económica del capitalismo salvaje, la oligarquía y Uribe contra la “revolución”, tengo que concluir que el fracaso de ayer también lo fue. He allí las claras inconsistencias de las explicaciones del Gobierno, que demuestra claramente que miente y manipula.