,

Una elemental cuestión de respeto

Yo no soy Charlie Hebdo

Hay cosas con las que no se debe jugar, o como decía el gran Héctor Lavoe: “Con los santos no se juega y si juegas ten cuidao”


Por Edgardo Agüero

A propósito de la controversia desatada a raíz de la masacre ocurrida en contra del semanario humorístico francés Charlie Hebdo y sin ánimo de pretender tener la razón arriesgaré mi modesta opinión.

En principio quisiera apuntalar dos cosas que a mi modo de ver no deberíamos descuidar. En primer término el respeto como valor social fundamental para la convivencia armónica entre los seres humanos y en segundo término, el desconocimiento a ciencia cierta de lo que comúnmente denominamos fundamentalismo islámico, simplificado por los medios con el vocablo “terrorismo”. Esto último debido a que, en términos generales carecemos de una información adecuada sobre la complejidad del fenómeno para su correcta comprensión, porque entender la cultura islámica como un hecho estrictamente  religioso es insuficiente, puesto que además de lo teológico y ceremonial va más allá, toda vez que reviste normas de comportamiento que abordan lo político y social que suelen expresarse mediante interpretaciones individuales y grupales donde soterradamente toman partido el sectarismo, la ultra ortodoxia (que propugna una vuelta a la estricta observancia de los principios coránicos) y el fanatismo extremista rayano en la psicopatía delirante de quienes piensan que tal y como está escrito en el Corán, aquellos que mueran en defensa de su fe tendrán la bienaventuranza eterna, lo que en parte explica el terrorismo auto inmolatorio, algo incomprensible para  nuestra cosmovisión occidental.

Para tener una idea aproximada digamos que en el seno del Islam cohabitan tendencias diversas y antagónicas como: sunnitas, chiitas, el Yihad islámico, la Hermandad Musulmana, Emirato Islámico, Hamas, Maitatzine, Boko Haram y últimamente esos engendros del imperialismo estadounidense derivado de Al Qaeda de tendencia yihadista suní, denominado Estado Islámico (Isis) y autoproclamado califato. En este ámbito las contradicciones son tales que en su libro Los descarriados. El washhabismo es contrario al islam, Jean Michel Vernochet, muestra como la corriente wahabita se ha erigido en un islam autentico y ha condenado como herético al islam tradicional existente desde hace once siglos.

[quote font=»0″ bcolor=»#dd3333″ arrow=»yes» align=»right»]»Estos señores de la revista francesa estaban advertidos y plenamente conscientes de que sobre sus cabezas pesaban serias amenazas de muerte»[/quote]Como periodista y como ser humano no puedo menos que condenar enérgicamente un hecho tan abominable como el ocurrido en París; pero si convenimos en que el terrorismo no puede ser la respuesta al ultraje en que algunos sectores incurren en contra de los símbolos o la historia sagrada de otras religiones y culturas; deberíamos convenir también en que el irrespeto y la ofensa tampoco deben escudarse tras la fachada de la socorrida “libertad de expresión” para atacar a quienes no piensan como nosotros o no  profesan nuestra fe.

Por otra parte, hay quienes confunden libertad de prensa con libertad de ofensa. Si existe una ética periodística, debe valer para todos sus miembros; ahora bien, si entendemos que ultrajar las creencias de otros según nuestro punto de vista “occidental”, está bien, es aceptable y éticamente correcto deberíamos saber que hay quienes piensan exactamente lo contrario y están dispuestos a matar de ser necesario para lavar tales ofensas. Es ahí donde entran en juego los grupos fundamentalistas, sumun de la intolerancia religiosa, que no están dispuestos a hacer ninguna clase de concesiones en este sentido. Pero es ahí también donde debería tomar partido el sentido común, veamos porqué.

El respeto, como la justicia y la tolerancia no son vagas conceptualizaciones desechables, constituyen valores eternos, principios fundamentales para el ordenamiento de nuestras vidas en tanto que individuos o como sociedad. Y digo más, hay cosas con las que no se debe jugar, o como decía el gran Héctor Lavoe, “Con los santos no se juega y si juegas ten cuidao. No obstante hay gente que pasa por encima no sólo del respeto, sino del elemental cuidado que debe observarse según dicta el sentido común, y ya usted ve. Dicho proverbialmente: Guerra avisada no mata soldado y si lo mata es por descuidado. Estos señores de la revista francesa estaban advertidos y plenamente conscientes de que sobre sus cabezas pesaban serias amenazas de muerte, incluso, ya habían sufrido un atentado contra la sede de la revista, sin embargo no se detuvieron allí y continuaron con la burla, y como vimos, esta gente no está jugando.

En lo personal aprecio el humor altamente y lo disfruto, pero no el humor deliberadamente ofensivo que se vale de un racismo solapado, xenófobo o segregacionista, ni el humor que de manera subliminal incentiva sentimientos de odio, rechazo y temor hacia otros credos. Pero entiendo también que detrás de todo hay un por qué y un para qué, y me pregunto, qué animosidad subyace detrás de todo esto, y creo entender en definitiva que el islam promueve valores que contrarían las ambiciones capitalistas de las grandes potencias. Porque desde sus escrituras condena el interés capitalista, la usura y con mayor fuerza el anatocismo. En uno de sus aleyas el Corán dice: “¿Por qué no luchan en el camino de Dios por los desposeídos y los oprimidos?”, y pregunta al hombre: “¿Por qué no defienden a los oprimidos, por qué no defienden a los desposeídos?” Así mismo aboga por la justicia social, cuando señala que la riqueza y los recursos tienen que estar en manos de todos. Porque, dice el Corán, que en cada riqueza existe una parte que pertenece y es propiedad de los pobres y los más desposeídos. El islam esta en contra de que el capital gobierne al hombre, de que el dinero y la riqueza rijan el destino del hombre y sostiene que es el hombre quien debe gobernar al capital. Además, no acepta ni tolera ningún tipo de arrogancia económica en donde una minoría es dueña de la riqueza. Por lo demás, condena la dictadura capitalista, la ambición, el afán de lucro, la acumulación de riqueza, la forma de vida consumista. Todo lo cual atenta a las claras contra el sistema de vida capitalista.

Quienes hemos seguido de cerca este asunto de Charlie Hebdo, sabemos que la revista desde el escarnio de su proverbial sarcasmo, apoyó -con todos sus eufemismos y patrañas- los bombardeos de la OTAN contra Yugoslavia y Libia. Sabemos que llamó a la intervención en Siria, tomó partido a favor de Israel en contra de Palestina y celebró el asesinato de Kadhafi. En una de sus portadas la revista hace mofa de la atroz masacre de unos mil egipcios realizada por una sangrienta dictadura, donde señala además que: “El Corán es una mierda: no detiene las balas”. Si en algo hemos de convenir es que ninguna de estas cosas es del todo inocente.

Finalmente y sin querer parecer reiterativo sostengo el respeto como valor primordial para la convivencia armónica entre los seres humanos en cualquier instancia, por esta elemental razón, me veo impedido de decir que yo también soy Charlie.