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Los clérigos golpistas

Clérigos Conferencia Episcopal Venezolana

La Conferencia Episcopal Venezolana es una compañía anónima. Comenzó el año con una proclama golpista, tratando de imitar a Monseñor Arias que hizo lo mismo en 1958, cuando la caída de Pérez Jiménez. No tienen vida


Por Julián Rivas

Soy culturalmente católico, como la mayoría de los venezolanos. Digo, culturalmente católico, por familia, aunque no hago culto religioso. Y estoy convencido que el catolicismo es una barrera contra la hegemonía anglosajona en América Latina. Pero de entrada hago la distinción entre el catolicismo que se practica en América Latina, y particularmente en Venezuela, y los clérigos.

Por supuesto que no comparto la visión de la jerarquía de la Iglesia Católica. Estos señores son adecos, y sobre todo burgueses. Son afines a la antidemocracia. Como opositores no se distancian de los antivenezolanos que son serviles al Imperio, adornados con trajes y agua colonia mayamera.

En fin, en Venezuela hay uso y abuso de las religiones. Las sectas abundan para enajenar al pueblo. Grupitos que no explican de dónde sale el dinero para comprar espacios carísimos en la televisión. Hay políticos que no quieren evaluar este asunto. Ellos sabrán.

Mire, la mayoría de los clérigos de las iglesias protestantes son mercantilistas. Esto es una industria: el pastor en camionetotas, quintotas y el pendejo que le da el diezmo, la plusvalía, abajo y limpio.

Esto es viejo, la esencia del asunto viene del viejo testamento. Silva Herzog habla del deuteronomio, particularmente cuando “se ordena al pueblo el diezmo del trigo, del aceite y del vino y los primogénitos de sus vacas y ovejas. El legislador, previsor, ordena que cuando el templo esté lejos , si es difícil transportar los productos pueden estos venderse y llevar el dinero. La tesis que sostienen es que fue Dios quien dio la tierra al pueblo, y como recompensa a ese don el pueblo debe dar el diezmo a los representantes de Dios sobre la tierra, es decir, a los sacerdotes”.

Tuve claridad de los vivos que se hacen llamar clérigos por dos vías. Una en Apure, donde la minoría activa agrupada en religiones protestantes Made In USA reproduce una peculiar visión del mundo, alienada. Pueden leer con sumo detalle el libro de Harold Bloom, la religión americana y cogerán luces sobre este tema. En San Fernando de Apure hay pastores con un curioso modo de pedir bendiciones para Dios. ¡Mande una vaca!

Otra: Hace unos veinte meses visité Siria como parte de un grupo de periodistas latinoamericanos. Nos reunimos con jerarcas de la iglesia ortodoxa. Qué patriotismo, qué identidad con su patria, agredida por los imperios. Sugiero al que no quiera estar bajo los mandos de la jerarquía católica, de borrachitos escuálidos como Luckert, que se meta a ortodoxo, gente seria.

También visitamos al Mufti de Siria, Ahmad Badreddin Hassoun, un musulmán suní que es el jefe espirttual del páis árabe. El hizo consideraciones sobre los clérigos, sobre todo en estos tiempos sombríos en que el Imperio manipula las religiones para somter a los pueblos del mundo. La charla del mufti duró dos horas. Es una lástima que Monseñor Padrón no hable así.

Qué sabiduría la de Ahmad Badreddin Hassoun, líder religioso al que los terroristas le asesinaron un hijo. “Hace tiempo hablé con las máximas autoridades religiosas de la región y les dije que no echen leña al fuego de los déspotas. Somos un pueblo unido y debemos demostrar lo que nos caracteriza. No hay diferencias entre una mezquita y una iglesia. Hemos construido demasiados lugares que parecen palacios pero la población que vive alrededor sufre de pobreza. Ellos llegan y donan lo poco que tienen para que los clérigos luego hagan cruces o medias lunas de oro. Así pasa en todo el mundo. Dios no está en los edificios ni en los adornos sino en los corazones de la gente. Y esa unidad es la que Israel no concibe y quiere difamarnos con disputas que no son reales. No debemos darle excusas”, dijo.

Tengo la impresión de que mientras la gente esté lo más lejos posible de las iglesias y sus clérigos, mejor cristiano será. Eso se lleva en los corazones, efectivamente. Respetable.

Digo que los jerarcas de la Iglesia Católica son burgueses y como tal se comportan. Lo curioso es que Jesucristo no tuvo intereses económicos. Oigan bien, Jesucristo fue el que censuró a los fariseos. “Oiganlos pero no les paren”, es la consigna de hoy contra la Conferencia Episcopal. Es que estos sacerdotes, quizás reminiscencia del Viejo Testamento, quieren interpretar la palabra de Jesús según sus intereses. Así es la cúpula de la Iglesia Católica venezolana. “Atan cargas pesadas y difíciles de llevar y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas”, dijo Jesús a los discípulos.

Los jerarcas de la Iglesia Católica hicieron una proclama golpista comenzando el año. Rómulo Gallegos gozaría con esta gente que para hacer política, y tumbar al gobierno, suelta la proclama por delante. Es un intento fallido por hacer el papel de Monseñor Arias en enero de 1958, cuando derribaron a Pérez Jiménez. No tienen vida.

“Algunas cogniciones religiosas, especialmente por lo que afecta a las religiones dogmáticas, son introducidas conscientemente en la vida cotidiana”, advierte Agnes Heller, una húngara tránsfuga del socialismo real que celebró la presencia de la OTAN en Europa del Este. Queda su obra antigua para la crítica social.

Al otro día, al pasar por Bellas Artes escuché parte de la conversación de dos sujetos que revisaban libros. “Para tener fe hay que pasar por un shock espiritual”, dijo uno. Añadió que eso forma parte de una “transición”. Por lo visto no cuadro en ese enfoque. Pero asumamos la crítica de las religiones. Como nunca a nuestro pueblo se le intenta adormecer con religiones. Hay interés de todo tipo: clérigos pícaros, embaucadores. Son humanos. Así anda el mundo.

No sorprende lo que diga la Conferencia Episcopal Venezolana. Esa es una compañía anónima. Señores tomen distancia y hagan las excepciones de rigor. Manden esos clérigos reaccionarios al carajo viejo. No hay otra. Pendiente una réplica sobre el cacao. No hay más espacio.