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Reina la impunidad a un año de los asesinatos de Bassil Dacosta y Juan Montoya

Bassil Dacosta

Los familiares de la víctimas exigen justicia, aunque no confían en la actuación de los organismos del Estado | Reclaman que las investigaciones no hayan contado con la misma celeridad que tuvo el asesinato de Robert Serra | Coinciden en pedirle a los venezolanos unión, respeto y tolerancia para alcanzar la paz


Por Patricia Marcano

“Tarde o temprano la justicia llegará”

Jeneth Frías recuerda que el 12 de febrero de 2014, cuando terminó la marcha, su hijo Bassil Dacosta le mandó un mensaje, avisando que ya iban caminando al Metro. “Ahí comenzó el desastre”

La señora Jeneth Frías dice haber perdido la cuenta de las veces que ha sido diferido el juicio por el asesinato de su hijo, Bassil Alejandro Dacosta Frías. Este jueves 12 de febrero se cumple un año de su muerte y solo se ha realizado una audiencia.

En abril del año pasado, dos meses después del asesinato del joven de 23 años de edad, la fiscal Luisa Ortega Díaz informó sobre el acto conclusivo de la investigación. Acusó al comisario José Perdomo, del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), que según las pesquisas sería el autor material; a otros cinco funcionarios del Sebin, a un sargento del Ejército y a un oficial de la Policía Nacional Bolivariana, estos siete señalados como coautores. En junio se efectuó la audiencia preliminar, el juez decidió que Perdomo debía quedar recluido, mientras que para el resto dictó régimen de presentación cada ocho días. Así se ha mantenido.

“El juicio va súper lentísimo, todo el tiempo lo están difiriendo. Para mí eso tiene que ver con el caso de Leopoldo López, porque en el caso de mi hijo hay pruebas que pueden demostrar la inocencia de Leopoldo. Como a él no le permiten presentar pruebas, y aquí hay bastantes, yo creo que por eso lo difieren”, considera Frías.

Hace dos días debió realizarse el juicio pero lo volvieron a posponer, esta vez porque el juez está de vacaciones; otras han sido porque no subieron el acta o porque se mojaron unos papeles. “Han dicho de todo. Pero no importa, yo tengo toda la paciencia del mundo, yo sé que Bassil no va a regresar pero tengo mucha fe en Dios y en que tarde o temprano la justicia llegará”.

¿Confía en la justicia venezolana?

— No. Es triste, a los venezolanos nos han creado dudas. Yo digo que ahorita, por como están las cosas, la justicia del hombre es mala, pero en el fondo, en mi fe en Dios, yo sé que la justicia sí va a llegar, Dios es justo.

¿Qué le diría a los responsables de la muerte de Bassil?

— No sé, de verdad, yo a estas personas no les tengo odio, no les tengo rencor, los dejo en manos de Dios para que se apiade de ellos al momento en que cumplan sus condenas, porque algún día tienen que cumplirlas. Me da tristeza por sus familias, ellos me hicieron sufrir a mi al matarme a Bassil pero es más triste estar preso porque la cárcel es una muerte lenta, y como sufro yo, sufre su familia, ellos son señalados, no debe ser fácil.

¿Algún llamado al Gobierno?

— Que así como fueron tan eficientes en el caso de Robert Serra y del señor Otaiza, que independientemente de la posición que sea haya justicia, por igual. Deberían ser eficientes para otros casos como el de mi hijo y los 43 muertos que hubo en esos días; son seres humanos que fueron matados. Hay mucha impunidad alrededor de ellos.

¿Y a la oposición?

— Que se unan. Y a los venezolanos les diría que debemos tener mucha, mucha paciencia, que nos respetemos, rescatemos el amor hacia el prójimo. Se han perdido muchos valores, tenemos que unirnos. Y si van a una manifestación pacífica no caigan en provocaciones. Todos tenemos derecho a alzar nuestra voz. Bassil lo hizo por una causa justa, que era mi causa. Una operación que no se hacía porque no había insumos.

“ERA EL DÍA DE MI HIJO”

La señora Jenet Frías tiene 46 años. Ha sido madre y padre a la vez, de tres muchachos, ahora dos. Trabaja prácticamente en su casa, en Guatire, donde tiene un pequeño salón de belleza desde hace 20 años y ella misma atiende a sus clientas. “Sigo dándole a esos brazos hasta que Dios me lo permita”, dice entre risas.

Bassil era su segundo hijo. Cuando se graduó tuvo que salir a trabajar para ayudar en la casa. Fueron ahorrando y cuando ella vio la posibilidad de ayudarlo a pagar una universidad (quería estudiar Diseño gráfico), buscaron opciones y actualizaron sus documentos. “Se iba a inscribir, pero me quedé con sus papeles en las manos”. La hermana mayor de Bassil estudió Administración y la pequeña está en 5º año de bachillerato. La ida de su hijo ha sido un golpe duro. “Económicamente somos muy humildes, éramos una familia muy unida, pero le pido a Dios mucha fortaleza para llenar ese vacío”.

Dice, con serenidad y aplomo, como en toda la entrevista, que ha pensado sobre lo ocurrido y haber llegado a la conclusión de que ese 12 de febrero “era el día de mi hijo. Es triste aceptarlo, pero sus últimas palabras fueron como una despedida. Él me dijo ‘mamá, voy a luchar por Venezuela, si no regreso me fui con ella’, y en su Facebook puso ‘señores, este que está aquí sale mañana a marchar para encontrar un futuro mejor’. Él corrió junto a todos esos muchachos cuando esa gente disparó a lo loco. Era su día, lastimosamente le tocó a mi hijo”.

Bassil decidió ir a la marcha porque su mamá tenía cuatro meses esperando ser operada. Requería una histerectomía. Por falta de insumos o de especialistas le postergaron varias veces la cirugía en el Seguro Social de Guarenas. El 11 de febrero de 2014 ella estaba hospitalizada porque la operarían al día siguiente, aunque la suspendieron porque el quirófano se contaminó, recuerda. “Le pedí que no fuera, pero él me dijo ‘tranquila, mami, voy un ratico a acompañar a mis primos’. Y así fue, cuando terminó la marcha me mandó un mensaje, avisando que ya iban caminando al Metro, y ahí comenzó el desastre”. Un mes después Jeneth pudo operarse, pero en una clínica.

Este jueves 12 irá a la iglesia de La Candelaria, en Caracas, a una misa por su hijo. Luego a un homenaje que le harán en la esquina de Tracabordo, donde murió. No es de ir a protestas para reclamar por la crisis del país, la escasez o inseguridad. “Prefiero unirme a una fundación para defender los derechos humanos de la gente, de esos estudiantes que están presos. Me gustaría hacer eso algún día”.


 

“A Juancho lo mató una izquierda balurda”

Jonny Montoya asegura que la investigación en torno al asesinato de su hermano el 12F fue obstruida

361 días. Ningún allanamiento, ninguna detención. Cinco civiles dispararon pero no se ha recuperado ninguna de las armas implicadas. “El balance es bastante malo. Si lo comparamos con otros homicidios, es nulo el progreso en el caso de Juancho Montoya. La Fiscalía ha obstruido sistemáticamente la investigación, por eso yo, personalmente, no confío en la reelección de Luisa Ortega”.

A Jonny Montoya no se le escapan detalles sobre la muerte de su hermano Juan (Juancho, de 51 años), el primero en caer el 12 de febrero de 2014. Lleva los días contados, los hechos precisados y las historias atadas. Dice no confiar en el Gobierno, por lo que no hace ningún llamado a sus representantes. Tampoco cree en la justicia venezolana. “Ya no me interesa lo que diga la Fiscalía”.

A pocos días de cumplirse un año de lo ocurrido con su hermano, recuerda cómo actuaron los organismos del Estado en los casos recientes. “Hicieron dos allanamientos la misma noche del homicidio de Robert Serra, todos los muchachos de la muerte de Otaiza están presos, y acaban de cerrar el caso de Mónica Spear con el último implicado que agarraron. Por la muerte de Juancho se planificaron dos allanamientos y los abortaron, de los cinco implicados, todos plenamente identificados, uno solo se entregó y, para mí, fue una entrega negociada. Creo que no lo han soltado porque yo no he parado de denunciar”. Se refiere a Hermes Barrera Niño.

Recuerda que Barrera se entregó 147 días después del asesinato. “Dijo que lo mató sin querer, pero eso es falso”, asegura. Hasta entonces, él creía en la actuación del Ministerio Público, a pesar de que “no habían hecho absolutamente nada”. En esos meses Jonny tuvo acceso a varios videos que daban indicios de los culpables; estaba a cargo la fiscal 36ª nacional, Johana Peña, funcionaria que a su juicio lo estaba haciendo bien pero fue removida del caso. Los nuevos fiscales, dice, han “anulado” la investigación.

“Mi familia se dividió por la muerte de Juancho. Algunos dicen que Leopoldo López tiene las manos metidas ahí. Para mí es totalmente falso porque los videos demuestran que fueron dos los colectivos que participaron en la muerte de Juancho, el colectivo Oswaldo Arenas, de Petare, y el colectivo Warairarepano, de Pérez Bonalde (Catia). Ellos confabularon. Y yo no quiero ser defensor de Leopoldo López, ojo. Yo soy defensor de la justicia. Todos los videos y hechos demuestran que a Juancho no lo mató la derecha. A Juancho lo mató una izquierda balurda, una izquierda falsa; unos revolucionarios falsos, y lo digo porque un revolucionario no puede estar matando gente”, denuncia vacilar.

Comentó que el año pasado recibió una llamada de parte del entonces ministro Miguel Rodríguez Torres, ofreciéndole que se encargara del “comité de víctimas de las guarimbas”, pero se negó. No quería que lo usaran ni politizar el caso de su hermano. Una parte de la familia destinó dos abogados a las investigaciones, pero para Jonny, están tomando un rumbo político, así que no confía.

De La Pastora a la Candelaria

El 12 de febrero Juan Montoya estaba en un acto en La Pastora. Lo llamaron por uno de los cuatro sistemas de radio que siempre cargaba, específicamente por el “presidencial”. Le piden ir a verificar una situación en Candelaria, en el lugar donde lo mataron (entre las esquinas Monroy y Tracabordo), “porque había estudiantes armados. Juancho fue al sitio y la última transmisión de Juancho fue ‘eso es negativo, los estudiantes no están armados, están protestando con botellas, sin novedad todo’. Ahí fue cuando lo mataron”, cuenta Jonny, quien no duda en decir que su asesinato fue premeditado.

“Yo manejo tres móviles, humildemente. El primero es que mataron a Juancho para desencadenar tremendo lío y justificar un autogolpe. El segundo móvil, que maneja mucho la Fiscalía, tiene que ver con el poder local del secretariado, porque a Juancho lo mata el segundo a bordo del Secretariado Revolucionario de Venezuela, el que se entrega era amigo de Juancho, entre comillas. Y el tercer móvil es económico, de un supuesto dinero que le da Nicolás Maduro a Juancho y que él no repartió. Pero hasta ahora para mí los tres son iguales, no tengo certezas porque la investigación fue obstruida”.

Para el 12 de febrero Jonny tiene previsto ir algunos de los actos que se harán para conmemorar a su hermano, quien era policía activo, inspector, de PoliCaracas; padre de tres hijos, “un hermano controversial”. Siempre discutían sobre la revolución. “El apoyaba el proceso revolucionario completamente y yo no, yo lo apoyaba al inicio. Yo le decía a Juancho que esto no es una revolución, que esto es reformismo, que es el sistema que se quiere implantar para maquillar un proceso, no abordan los problemas de fondo. Y tengo tanta razón que 15 años después los problemas se agravaron. Una revolución es la transformación de algo por otra cosa nueva, no por algo maquillado. Nosotros discutíamos en sana paz, siempre fuimos muy unidos. Juancho era un artista, escultor de madera, pintaba, era músico. Tenía defectos, como todos nosotros”.

Jonny asegura que seguirá denunciando la impunidad por la muerte de Juancho y otras irregularidades mientras no haya justicia. “Cuando no hay justicia no hay paz, cuando no hay justicia hay muertos, cuando no hay justicia hay colas por todos lados. Y la justicia es necesaria para Serra, para Juan Montoya, para mí, que actualmente me están haciendo un pase de factura en PoliCaracas”. Él es licenciado en ciencias policiales, trabajó en ese organismo desde su fundación hasta 2010, cuando denunció “mafias en la Policía de Caracas” y lo botaron. Lo reincorporaron dos años después y asegura que ahora lo quieren botar nuevamente

Duda que la justicia llegue pronto, dadas las actuales condiciones del país, y por ello confiesa que esperará “por una nueva república donde los jóvenes puedan salir libremente, donde a mis hijos no los maten, donde no maten a mis hermanos. Esa es la Venezuela que yo quiero”.

-Ya dijo que no le mandará ningún mensaje al Gobierno. ¿Y a la oposición?

-Se lo mandaría a todos los venezolanos. Vamos a luchar por la paz, la paz se construye día a día, tratando de ser un buen ciudadano, tratando al prójimo como te gustaría que te traten a ti, como dijo Jesús. Así bajaríamos la conflictividad. Claro, debemos reconocer que actualmente hay un contexto de agresividad inducido por un elevado tráfico y consumo de drogas en el país, eso se sabe pero nadie lo dice. Eso no trae paz. Pero el llamado es a que todos los venezolanos colguemos un trapo blanco por la paz, como dice una campaña que está por salir.