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El BCV se convirtió en enemigo del bolívar

BCV

En lugar de proteger nuestra moneda, el BCV se encargó, por acción y omisión, de destruirla, de pulverizarla


La principal función del Banco Central de Venezuela es la protección de la moneda, la defensa del bolívar, uno de los principales signos de identidad del venezolano, de su bienestar y su progreso. Para desgracia del país y de las generaciones por venir, el BCV no sólo ha fallado en su cometido, sino que se ha convertido en el gran enemigo de nuestro sello monetario. Con sus políticas erráticas no ha hecho más que fortalecer a las mafias que se nutren del negocio de las divisas. El BCV atenta en contra de la soberanía nacional al hacer de Venezuela un país vulnerable y de su población presa fácil del caos provocado por el desastre económico. La mayor contribución del BCV de esta época ha sido la de ser un ente pulverizador.

La reconversión monetaria de hace apenas siete años ha resultado un fracaso. El llamado “bolívar fuerte” es una burla, una moneda escuálida. Cuesta más el papel con el que se hace cada billete, que su valor nominal. Un fracaso rotundo que se seguirá prolongando.

Desde hace meses, desde el Banco Central y Miraflores se ha atacado sin parar al llamado dólar paralelo. Desde el presidente Maduro hasta Nelson Merentes han dicho hasta la saciedad que el precio de aquella referencia es ficticio, que no tiene ninguna base en la realidad. El aparato mediático del Estado realizó campañas y campañas para descalificar al “dólar guarimbero”. Los técnicos de Conatel y Cantv tuvieron el encargo de evitar que desde el país se pudiera acceder al portal “Dólar Today”. Resulta que ahora, con una risa burlona, el propio Merentes anuncia la creación del Sistema Marginal de Divisas (Simadi), que no es más que la legalización del dólar paralelo, a una tasa que denota la irresponsabilidad de quienes rigen los destinos de la nación: Más de 170 bolívares por cada dólar. El argumento gubernamental, el débil argumento que ahora se repite desde las cavernas del poder, es que el Simadi apenas afecta al 5% de las divisas que requiere el país, pero nadie desde esas catacumbas se atreve a hablar claro y explicarle al pueblo que eso tendrá incidencia en la inflación, que ya de por sí es voraz, así el BCV intente ocultarla y maquillarla. El bolívar fuerte tiene la maldición de llamarse así, cuando es, en realidad, una pobre moneda.

EDE