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La detención del vámpiro y el juego de palabras

El cambio de régimen solo sirve para devastar países. Los venezolanos debemos pelar los ojos ante la palabrita transición


Por Julián Rivas

La transición, tan al gusto de los golpistas, de la que hablan el vámpiro Ledezma; María Machado y Leopoldo López, y también Miguel Henrique Otero, no es más que una treta de Estados Unidos. Ahora al vámpiro Ledezma lo atraparon en su cueva, cayó preso por conspirador, y los supuestos demócratas del mundo perrorabioso claman por la libertad del vámpiro y la democracia.

A favor del vámpiro hasta se pronunció el señor Ban Ki-Moon, secretario general de Naciones Unidas. Pidió diálogo. El segundo de Ban Ki-Moon en asuntos políticos en Jeffrey Feltman, uno de los invasores gringos a Irak. Entre 2004 y 2008 Feltman fue embajador en Líbano y entre 2009 y 2012 fue asistente del Secretario de Estado de Estados Unidos para asuntos del Medio Oriente.

¿Desde cuándo los gringos hablan de transición? La política exterior de Washington ha usado esa palabra para destruir varios países en varios continentes. Al menos desde 1990, y la palabreja la hicieron acompañar del criterio de “intervencionismo humanitario”, con el cual destruyeron la antigua Yugoeslavia, Libia y empantanaron a Afganistán. Es que Estados Unidos le recomienda transición a todo el mundo (Rusia, Irán, China, ex países socialistas) pero menos a ellos mismos y sus carnales israelíes.

Washington y su cuerpo de pensadores, los think tank que reciben plata por demás, diseñaron la transición para pasar de sociedades o países supuestamente autoritarios a una sociedad democrática. Quiere decir que para Washington no hay democracia si ellos no la recetan. La “democracia” para Venezuela la garantizan ex perecistas como Moisés Naim, sionista y agente de la CIA, actualmente directivo de la UNED. O el señor Ledezma, al servicio tanto de Washington como de Tel Aviv (Israel). O Pompeyo, al servicio de la oligarquía colombiana y Álvaro Uribe. ¡Qué pena!

No ocurre lo mismo con la palabra intervención, cómo la esconden. Los cancilleres de Colombia, España, Chile y los voceros de Washington, intervienen en los asuntos internos de Venezuela prácticamente todos los días. Igual el partido de la U de Uribe, el Conservador colombiano, el PP español. El gobierno de Canadá, los demócrata cristianos alemanes de la señora Merkel, también. En fin, los enemigos de Venezuela.

“La palabra ‘intervención’ se emplea para designar un hecho, algo que sucede en las relaciones internacionales; no se trata de una mera idea que surge cuando se especula acerca de éstas. Ese hecho puede asumir una forma tan importante como la intromisión de un país en un violento conflicto dentro de otro, o la forma, al parecer insignificante, de una observación poco feliz que un gobernante formula sobre los asuntos de otro Estado”, afirma Vincent R. J., en su libro “No intervención y Orden Internacional”, de los años 70.

Estados Unidos ha impulsado recientementre el neointervencionismo. Es decir, una mejora de la brutalidad de Woodrow Wilson, que actuó a punta de cañones. El idealismo wilsoniano, tan demócrata como Obama, sirvió para invadir México y Haití. Es tan ilustrativo el intervencionismo de Wilson que en la novela “El Amor en los tiempos del Cólera”, de Gabriel García Márquez, hay un refugiado haitiano llamado Jeremiah de Saint Amour, con un perro llamado Woodrow Wilson. En Venezuela nombremos los perros Míster Obama.

Obama es violento, se desgastó la imagen del negrito simpático que daba salticos. Dirige un país en decadencia. Invernal penuria la del rico que teme ser pobre, diría Shakespeare. El señor Obama es parte del stablismenth gringo. Un estudioso de la sociedad gringa, Robert Paul Wolff advierte que desde hace ochenta años teoría y la práctica de la pluralidad llegaron a dominar la política de Estados Unidos. Pero ese pluralismo, como teoría y como práctica, agrega Wolff, “sencillamente no admite la posibilidad de organizar la sociedad como un conjunto”.

No hay que sorprenderse con el señor Obama. Hace ocho años fue vendido por sus publicistas como algo nuevo. Ofreció una imagen de “pluralista” más que la del liberal egoísta que alude Wolff. Pero los años lo desgastaron. En él se ha impuesto “el interés nacional”, que es el interés de la plutocracia que domina a Estados Unidos.

Una sociedad cada día más marcadamente desigual es la capitalista realmente existente. Pero Obama no admite países realmente independientes y con sociedades mucho más plurales, como indiscutiblemente es la sociedad venezolana y otras de América Latina. En cambio, Colombia, Perú, México, O Chile, son sociedades liberales autoritarias o al servicio de viejas oligarquías y excelentes aliadas a Estados Unidos, al extremo de que hoy Colombia es plataforma para la desestabilización política y económica de Venezuela.

Un estudio de 2014 del Journal of Middle Easttern and Islamic Studies (in Asia), publicado en marzo de 2014, reconoce que el pueblo árabe ha visto cada vez más los peligros de “nuevo intervencionismo”, la política de Washington post Guerra Fría. Tantas invasiones que lo que han cosechado es un sentimiento anti-estadounidense cada vez más creciente. Según esa publicación, Washington es incapaz de conducir a los países árabes en “transición”. Tampoco sirve la intervención humanitaria. Se agotaron esas excusas de Washington para mantener su vieja hegemonía global. El cambio de régimen solo sirve para devastar países. Los venezolanos debemos pelar los ojos y celebrar que se castigue al vámpiro Ledezma, agente de Washington y Tel Aviv.

No podemos dejar de advertir la creciente agresión contra Venezuela. El señor oligarcón Santos, la señora oligarcona Holguín, sigue conspirando contra Venezuela. Este es el verdadero epicentro de la conspiración. Es una agresión permanente, con guantes de seda, y a veces de hierro.

Sería interesante que nuestro país cancele la construcción del puente Tienditas, una petición de la oligarquía bogotana. De paso, reiteramos, hay que cerrar más esa frontera, meter rigurosos métodos de control migratorio y de transporte binacional. Esa plata pudiera servir para concluir la carretera Güiria-Macuro, o iniciar la construcción de una vía Piacoa- San José de Amacuro, en el Delta, que hace falta.