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«La coyuntura política actual»

Battaglini: "La coyuntura política actual"

El “chavismo” ya no dispone del control político-ideológico de la inmensa mayoría de la población venezolana como al principio


 

Oscar Battaglini

El vacío de poder que le permitió a Chávez y al “chavismo” hacerse con el mando político en Venezuela se mantiene vigente. Con esto queremos decir que el régimen chavista, -con Chávez y sin Chávez- no ha sido capaz de cubrir la brecha por donde se le escapó el poder al bipartidismo “puntofijista”.

La demostración de que esto ha sido y continúa siendo así es, por un lado, la pérdida de legitimidad que ha venido experimentando el régimen chavista; y, por otro, la inestabilidad y la creciente descomposición que se observa en casi todos los ámbitos del quehacer nacional.

La consecuencia más importante e inmediata generada por esta situación, es que actualmente el “chavismo” ya no dispone del control político-ideológico de la inmensa mayoría de la población venezolana como al principio. Ahora sectores sociales significativos de esa población (obreros industriales, sobre todo de la región de Guayana, trabajadores en general, profesionales e intelectuales, estudiantes de la clase media etc.) que antes estuvieron de su parte, ya no lo están. Esto es lo que explica que el “chavismo” se haya visto forzado a convertir a los sectores más pobres de nuestra sociedad en el principio y el fin de su gestión gubernamental; opción que ha sido estimulada por su irrefrenable tendencia de carácter populista a manipular la pobreza y la miseria social con propósitos “políticos”.

Un claro indicador del debilitamiento progresivo al que se ve sometido el “proyecto chavista” son los resultados de los procesos electorales que han tenido lugar en el país del año 2007 en adelante, en los que se registra una significativa y progresiva disminución del caudal electoral del chavismo. Esto se puso de manifiesto, sobre todo, en los últimos procesos electorales presidenciales en cuyo desarrollo el régimen chavista puso toda la maquinaria del Estado a favor de su campaña electoral (organismos, ministerios, base financiera, aparato massmediático, etc) y aplica todo tipo de artimañas para imponer finalmente el resultado de su conveniencia, como todo el país tuvo la oportunidad de presenciarlo.

Es indudable que el malestar y la creciente oposición que hoy se expresa en nuestra sociedad en contra del “proyecto” chavista en el poder, han sido determinados fundamentalmente por el rotundo fracaso que éste ha tenido al no haber podido satisfacer la exigencia de abrirle un cauce al logro de una sociedad venezolana ordenada democráticamente y liberada del malestar gigantesco generado por el modelo político “puntofijista” en el desarrollo de su crisis terminal y caída definitiva.

El que nada de eso haya ocurrido realmente, explica la sociedad que hoy tenemos: una sociedad que no es lo que quería la inmensa mayoría de los venezolanos que votó por Chávez el 6 de diciembre de 1998; una sociedad que no sólo heredó el malestar que ya existía, sino que lo hemos visto alcanzar, en el día a día, cotas cada vez más altas; una sociedad que, como se han dicho, no se democratizó sino que el chavismo en el poder le incorporó contenidos y prácticas aún más autoritarias, cesaristas, militaristas y totalitarias; una sociedad sin economía permanente, productiva y autosuficiente, que sigue viviendo de una renta que se pone a circular por todos los poros de la economía y de la sociedad, sin que ello incida realmente en el desarrollo económico del país y en un mejoramiento de la calidad de vida de la población en su conjunto; una sociedad que importa masivamente casi todo lo que se consume internamente; una sociedad con una inflación, una escasez y un desabastecimiento desbordados; una sociedad con una criminalidad que cobra más de 20 mil vidas cada año; una sociedad sin instituciones y con un manejo en este ámbito (sobre todo en la administración de justicia) que perturba severamente la paz ciudadana, la integración emocional, cultural y política de la sociedad, la seguridad de las personas y el libre ejercicio de los derechos civiles.

He ahí entonces, las razones concretas que explican suficientemente el por qué del agotamiento y la declinación que viene experimentando el “proyecto” chavista.

De esta situación – que tiende a complicarse todavía más por la descomunal caída de los precios petroleros- está consciente el chavismo oficial; así como de los riesgos que la misma involucra para la estabilidad del orden político vigente, intentando banalizarla en procura de ganar tiempo en espera de un imponderable favorable que los ponga de nuevo a flote. Esta visión de las cosas fue la que expresó Maduro en la Asamblea Nacional cuando hizo la invocación de que “Dios proveerá”.

Lo que se evidencia de todo esto, es que la burocracia chavista no tiene una respuesta válida ni sabe qué hacer frente a la gravedad y complejidad de la crisis general por la que atraviesa el país.

Ante tal evidencia, esa burocracia ha optado por convertir a la “fuerza armada chavista”: 1- en una instancia gubernamental con capacidad para tomar parte activa en la toma de decisiones y en la dirección de los asuntos políticos internos. Se percibe claramente que lo que se busca con esta medida es posicionar todavía más a este sector castrense en la representación y ejercicio efectivo y directo del poder político en Venezuela. 2.- Convertir a este sector militar en una instancia gubernamental que conjuntamente con las policías desarrolle una represión intensificada que impida la realización de cualquier acción política de la ciudadanía que sea considerada como una actividad que atenta contra la estabilidad del orden chavista.

La reciente resolución aprobada y puesta en ejecución por este sector castrense, que autoriza la participación del elemento militar en la represión de las manifestaciones públicas con armas de fuego, indica que las cosas marchan en esa dirección.

No resulta difícil suponer que a eso se llegará inevitablemente si se tiene en cuenta que la crisis general del país continuará agudizándose; lo que, sin duda, elevará y ampliará la oposición antigubernamental de todos los matices político-ideológicos que existen en el país, incluida la que se ejerce desde el interior mismo del chavismo.

Esa es la perspectiva implícita en el desarrollo de los elementos contradictorios contenidos en la presente coyuntura.