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Debería callarse

Fidel no debería seguir declarando públicamente ni escribiendo, pues es evidente su pérdida de objetividad y sus dificultades en la comprensión de la realidad.


Por Luis Fuenmayor Toro

No pretendo irrespetar la figura de Fidel Castro, aunque el líder cubano no haya tenido la misma consideración con el pueblo de Venezuela. Sus declaraciones en los últimos tiempos no sólo no se ajustan a la verdad, sino son mentirosas y manipuladoras. Sin lugar a dudas que Fidel ha sido un líder continental importante en los últimos 60 años; es más, ha trascendido el ámbito americano para hacerse sentir en el mundo. Su participación en la consolidación de la independencia de varios países africanos es una demostración objetiva de la influencia cubana, más allá de las fronteras americanas. Su resistencia a la intervención de EEUU en Cuba es un ejemplo de dignidad patriótica. Nada de esto, sin embargo, justifica su fracaso en haber llevado a Cuba al nivel de atraso, subdesarrollo y pobreza en que actualmente se encuentra, ni mucho menos las limitaciones y represión a que sometió al pueblo cubano. Fidel está consciente del fracaso: en declaraciones en septiembre de 2010, dijo que el modelo cubano no les sirve ni a ellos ni a nadie.

Fidel no debería seguir declarando públicamente ni escribiendo, pues es evidente su pérdida de objetividad y sus dificultades en la comprensión de la realidad, no sé si producto de su avanzada edad o de esa práctica sistemática de adaptar las explicaciones de las situaciones a sus intereses y los de su gobierno. El atraso, la ausencia de libertades, la miseria, el deterioro social, el éxodo aún vigente de los cubanos, la fuerte represión de cualquier disidencia y el retroceso en relación con algunos aciertos obtenidos, son los resultados objetivos negativos del mandato de Fidel, a pesar de los años de ayuda soviética y de la actual ayuda venezolana.

La apertura, ahora total, a la inversión capitalista, la instauración interna del mercado, el acercamiento diplomático a su más terrible enemigo, son la más clara demostración del estrepitoso fracaso ocurrido, que debería ser estudiado seriamente, pues son millones de personas las afectadas, y no ser explicado con el comodín del bloqueo comercial de EEUU.

Y aquí surge otro cuestionamiento al líder cubano: No se entiende por qué incita al gobierno chaveco a recorrer el camino fracasado ya recorrido en Cuba y del cual viene de regreso. Y hoy, además, sin la Unión Soviética que nos ayude, como ayudó y protegió a los cubanos durante décadas. Fidel es irreflexivo en su apoyo al gobierno venezolano; acaba de decir que Venezuela tiene el ejército mejor equipado de América Latina, disparate que no resiste el análisis más superficial que se haga. Señala que pudo ver, así, a simple vista, durante un discurso de Maduro, la existencia de una oficialidad dispuesta a dar hasta la última gota de su sangre en la defensa de la patria, cuando eso no es lo que revelan los casos de militares chavecos “muy leales” como Isea, Andrade, Aponte Aponte, Chacón Escamillo, Leamsy Salazar, para no mencionar los militares golpistas de 2002, ni los golpistas más recientemente descubiertos. Con sus insólitas evaluaciones, Fidel se sumó a la campaña electoral disfrazada de defensa de la patria del Gobierno.

Hace tiempo atrás, Fidel, afirmó que Cuba y él mismo habían sido marginados por Venezuela por décadas, desde que Rómulo Betancourt rompió las relaciones diplomáticas con la isla hasta que Chávez llegó al poder. Olvidó la reapertura de relaciones ocurrida con Carlos Andrés Pérez en 1974, la incorporación de Cuba como beneficiario del pacto petrolero de San José y su venida al país a la coronación de CAP II en 1989. Olvidó su reunión con líderes izquierdistas en el

Hotel Euro Building, en la cual quiso convencernos de que había que apoyar el paquete neoliberal de Pérez, porque no había alternativa al mismo. Quiere borrar de nuestras mentes, a lo mejor también de la de él, su apoyo, tres años después, al gobierno de Carlos Andrés Pérez ante el golpe de Estado del 4 de febrero de 1992 de Hugo Chávez. Su conducta desinformativa y manipuladora me obligó a escribir un artículo recordándole estas verdades.

Más recientemente, ante el desastre del sector salud, el cual es manejado parcialmente por médicos cubanos, declaró que Venezuela tenía un sistema de salud excelente, quizás protegiendo los intereses económicos del gobierno cubano, que recibe un importante pago en dólares por el trabajo de sus médicos en el país. Actuó como cualquier capitalista que cobra por servicios prestados y que los defiende independientemente de la calidad de los servicios. Como se ve, no ha sido muy efectivo el régimen cubano en la construcción del hombre nuevo.

La desinformación, las verdades a medias y la manipulación, está presente en la dirección gubernamental cubana de la misma forma e intensidad que entre nuestros dirigentes políticos. Sinceramente creo que Fidel no debería declarar más, por lo menos sobre Venezuela. No le hace un favor a Maduro y mucho menos a sí mismo.