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El huracán de la pobreza

No querer ver la pobreza como la mayor amenaza que puede tener Venezuela es haber equivocado el camino.


Por Rubén Osorio Canales

Todo lo que ocurre en Venezuela, todo su deterioro, su estado de ruina, su inseguridad, su desabastecimiento, su incertidumbre, la depresión colectiva de sus ciudadanos, su pobreza en ascenso, pareciera que indetenible, es culpa única y exclusivamente del modelo económico y político que escogió este desgobierno que desde hace más de dieciséis años mal lleva las riendas de la nación. Dieciséis años que con los extraordinarios ingresos que ha tenido el país, habrían sido suficientes para convertir a Venezuela en un ejemplo de desarrollo y bienestar, sin embargo no fue así porque caímos en manos de un populismo irracional conducido por un autócrata militar que logró dividir a base de engaños a la población entre los que están conmigo y los que están contra mí, satanizar a los partidos de oposición, centralizar en sus manos todo el poder, crear un sistema electoral impenetrable logrando con ello dar una sensación de democracia, pero convirtiendo a los restantes poderes creados por la Constitución como contra peso a las decisiones del ejecutivo, en los brazos ejecutores de su proyecto con lo cual instauró una neo dictadura muy armada que suele ejecutar las amenazas sin remordimiento. Lo que no logramos explicarnos es cómo con semejantes herramientas y un diluvio de dólares petroleros como el que tuvimos por más de una década, esa autocracia pudo llevar a la ruina a nuestro país.

Hoy después de tantos años mal perdidos, vivimos en el asombro de ver cada día la mala fe de un gobierno que repitiendo hasta el cansancio ser del pueblo soberano, todos los días lo agrede de manera salvaje con sus decisiones. Un gobierno que tomó la ruta de la repartición de dinero y de pequeñas prebendas para conquistar el fervor de los más necesitados sin entender que por esa vía, lejos de sacarlos de la pobreza, los sumía en una dependencia que terminaría haciéndolos más pobres. Haber gastado más de quinientos mil millones de dólares en programas sociales como se ufana el gobierno cada vez que habla del tema, no le dio a sus beneficiarios las herramientas para salir de la pobreza, todo lo contrario, los hizo más dependientes, más pedigüeños y en ocasiones más sumisos, sin entender que el país necesitaba gente con empuje y sobre todo con libertad. Ese camino por supuesto nos trajo a estas aguas revueltas y contaminadas que sacuden la embarcación con alta peligrosidad de naufragio, cuestión que ha llevado al gobierno no a corregir, como es su obligación ante el reclamo unánime de la gente, sino a sacar el garrote de la represión con licencia incluso para disparar, cosa que han hecho con un muy repudiable éxito, amparados en una resolución fascista.

Todos los días el gobierno se empeña en buscar enemigos donde no los hay, en convertir cada sugerencia, cada crítica en un nuevo expediente golpista y desestabilizador, cuando el único que juega a la desestabilización es el propio gobierno al mantener encendido permanentemente el horno de la confrontación que a todas luces a quien más perjudica es a ese pueblo que tiene que sacrificar horas en una cola para comprar una pastilla de jabón, un paquete de harina, un rollo de papel, una hojilla de afeitar, cuando los hay, y eso por no hablar de las medicinas que tiene al borde de fatales desenlaces a diabéticos, hipertensos, enfermos de cáncer, insuficiencias renales y otras enfermedades terminales.

Todos los días nos asombramos al ver que cómo los objetivos básicos de un gobierno que debería ser darle, si no la felicidad, al menos el bienestar de la gente, a fuerza de querer controlarlo todo lo aplasta. No querer ver la pobreza como la mayor amenaza que puede tener Venezuela, negar sistemáticamente que por sus acciones incoherentes y descabelladas, esa pobreza nos ha ido arropando como una hiedra perversa y maldita, es haber equivocado el camino. Es no querer ver el aumento peligroso de las tensiones sociales y las consecuencias que pudieran tener si, como todo lo indica, se mantiene una línea dura y terca por el solo hecho de que lo único que interesa y preocupa a esta autocracia que desgobierna, es mantenerse en el poder para siempre, sin importar el costo.