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De nuevo sobre la coyuntura política

La represión llevada a sus peores extremos efectivamente puede conturbar el ánimo, pero a la larga éste inevitablemente logra recuperarse.


Por Oscar Battaglini

Los acontecimientos de los últimos días se han encargado de poner de manifiesto la agudización que viene experimentando la crisis política que se desarrolla actualmente en el país.

Son varias las razones que explican esta tendencia. Veamos las que nos parecen más importantes:

1.- La creciente profundización de la descomposición generalizada que presenta la sociedad venezolana en su conjunto. Este hecho que tiene como consecuencia inmediata la multiplicación y agudización del malestar y descontento que existe en el país, está creando condiciones que no sólo introducen nuevos elementos desestabilizadores del entramado gubernamental chavista, sino que de hecho genera inevitablemente una situación extremadamente favorable al accionar político de sus adversarios. De esto tiene una cabal noción el maduro- cabellismo; de ahí la intensificación de las prácticas coactivas del régimen que evidentemente persiguen el propósito de paralizar, mediante el temor represivo, toda iniciativa política que de alguna manera influya en el debilitamiento de su base de sustentación.

2.- La incapacidad demostrada por el gobierno de Maduro para encarar y hallarle una salida efectiva a la crisis general en desarrollo; sobre todo, en lo relacionado con la grave situación económica existente. La confirmación de que eso es realmente así, es el hecho insólito de que en estos momentos aun no se tengan noticias acerca de los planes o medidas que el gobierno estaría pensando poner en práctica para incrementar y/o mejorar la alicaída producción nacional distinta del petróleo. Lo único que se conoce, en materia económica, son las medidas cambiarias tomadas recientemente, que muy poca o ninguna incidencia han ejercido sobre la necesidad de ponerle término o de superar la debacle a la que ha sido sometida la economía nacional por la política destructiva del chavismo oficial. La medida de conservar el dólar de Bs. 6, 30 debe tener muy satisfechos a la cáfila de parásitos que pululan alrededor del dólar, que compran a ese precio y revenden en el mercado paralelo hasta en 280 Bs, o que es usado en importaciones y en grandes operaciones financieras (lo que hoy se conoce como financierización) en el país o fuera de él.

3.- La determinación que tiene el gobierno de no reconocer la existencia de la crisis por la que actualmente atraviesa la sociedad venezolana; o en todo caso atribuirle su origen, de manera deliberada y farsesca, a una supuesta “guerra económica” que factores sociales y políticos de oposición (nacionales y extranjeros) estarían adelantando en su contra. Además de la perversión que se esconde en todo esto, al mismo tiempo se percibe que se está ante el enfoque que tiene el chavismo oficial acerca de la supuesta existencia de dos sociedades venezolanas que no se comunican entre sí y que viven en una permanente diatriba y enfrentamiento político recurrente. De acuerdo a esta visión fantasiosa y populista de la realidad en la parte chavista no habría crisis tal como la inmensa mayoría de los venezolanos la sentimos y la padecemos a diario. En su lugar lo que habría, según tal visión, es el intento continuado de sectores sociales y políticos interesados de hacerle daño al país (a la “patria”) y al gobierno encarnado en el “proyecto chavista”.

Probablemente a eso se deba, en una buena medida su conducta de negar la existencia de una realidad fuera de lo que les conviene aceptar, que este gobierno ha mostrado hasta ahora en relación al justo reclamo de la sociedad en la que ésta le exige no sólo la superación de la crisis que nos acogota, sino el más cabal ejercicio de los derechos democráticos que tantas luchas, esfuerzos y sacrificios le han costado al pueblo venezolano.

4.- El relativo fortalecimiento y/o recuperación que ha venido experimentando la oposición – de todos sus matices políticos e ideológicos- al régimen chavista. Esto marca un cambio de gran importancia en la correlación de fuerzas entre el gobierno y los distintos sectores políticos de oposición. Seguramente eso sea lo que mayormente ha determinado la intensificación de la represión gubernamental que estamos presenciando.

5.- La agudización de las contradicciones en el seno mismo del chavismo; esto al interior del agrupamiento chavista stricto sensu, y en el pacto populista constituido alrededor de este. Las evidencias que existen, a ese respecto, confirman las apreciaciones que por distintas vías se han venido haciendo acerca del proceso de descomposición que ha comenzado a mostrar el “proyecto chavista” en su conjunto. De esta manera, ya se estaría poniendo de manifiesto el síndrome de la transitoriedad del que el populismo chavista. tampoco ha podido evadirse.

6.- La torpeza de creer que mediante la ampliación e intensificación del tenor represivo lograrán solventar la crisis política que asedia y presiona al régimen imperante, por los cuatro costados.

7.- La imposibilidad que muestra de establecer un diálogo con el sector que se le opone. En principio porque no aceptan disidencia como si se tratara de asuntos de cuartel, en donde ellos no pueden admitir una diatriba con un “subalterno”. Es el militarismo que los embarga y una falta de cultura que los anima.

8.- El supuesto anti-imperialismo que pretenden sea correcto, cuando sus acciones ante el Imperio Norteamericano han sido erráticas y hasta un matiz ridículo le agregan.

El que esta represión y conducta errática sea la determinación que ha comenzado a dominar en el gobierno, indica no sólo la desesperación que se ha apoderado de sus operadores, sino la circunstancia de no disponer de otra cosa que pueda emplear en su defensa. Ante este hecho al gobierno de Maduro se le podría aplicar perfectamente el aforismo de que los dioses siempre ciegan a todo el que quieren perder. De ahí, que tanto él como su entorno palaciego dejaron de percibir o de tener en cuenta que la represión llevada a sus peores extremos efectivamente puede conturbar el ánimo, en las primeras de cambio, pero a la larga éste inevitablemente logra recuperarse con consecuencias que los gobiernos promotores de esa violencia han tenido que levantar amargamente. Esto, como sabemos, ha ocurrido infinidades de veces en el mundo entero; y en nuestro país fue una de las causas principales de la Guerra Federal; de las acciones políticas emprendidas por el pueblo caraqueño, después de la muerte de Gómez; del 23 de enero de 1958; del 27 de febrero de 1989; etc.

Demuestran estos ejemplos que la represión, cualquiera sea su forma e intensidad, siempre produce un resultado contraproducente. Esta es una lección que los representantes de los regímenes autoritarios les ha costado entender o no han querido aprender.

La muerte, el año pasado, de más de 40 venezolanos a manos principalmente de los cuerpos represivos del Estado (¡como en los viejos tiempos!); el maltrato sádico al que son sometidos permanentemente los presos políticos del país; la detención dictatorial del Alcalde Ledezma y el asesinato atroz en la ciudad de San Cristóbal del niño Kluiverth Roa, son parte de ese listado que las sociedades suelen hacer con ese tipo de hechos y que, por lo general, convierten en cuentas por cobrar.