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Maritza Izaguirre: “El socio del control es la corrupción”

Izaguirre, socióloga y ex ministra de Hacienda, recomienda que se sincere el precio del dólar como primer paso para acabar con la corrupción y las distorsiones que genera el sistema cambiario. “La impresión que hay es que el 6,30 es la fuente de todos los problemas”.

Enrique Meléndez

La socióloga Maritza Izaguirre reconoce que el gobierno ha hecho un gran esfuerzo por honrar sus compromisos de deuda, tal como lo hizo este mes al cancelar mil millones de dólares. Izaguirre, quien ejerció funciones estatales en Cordiplan, Conicit, BCV, Min-Finanzas y Sidor también destaca que todavía falta la cancelación de otras obligaciones aún más mayores pautadas para finales de año. El panorama se complica por la caída de los precios del petróleo, que implica una caída de los ingresos.

El ministro Rodolfo Marco Torres se extraña por el hecho de que, aun cuando el Estado acaba de pagar mil millones de dólares en bonos de la deuda, la calificación de riesgo de nuestro país sigue siendo alta. ¿Esto forma parte de la guerra económica?

— Fíjese que la situación es la siguiente: estas agencias de calificación de riesgo tienen el seguimiento de dos variables muy importantes para ellas. Una es la balanza de pagos, cómo se maneja la misma; y la otro, es si realmente el país tiene una acumulación de divisas importante. Porque cuando usted me examina las cuentas nacionales, en cuanto a la acumulación de las divisas, inmediatamente se pregunta cómo van a utilizarse las divisas.

No hay que olvidar que nosotros dependemos de los volúmenes y los precios de cada barrilito de petróleo que coloquemos en el mercado internacional, y si nuestras divisas en un 95% están asociadas al petróleo, y el petróleo ha venido bajando, eso implica que no tenemos suficientes divisas para poder cumplir con un conjunto de obligaciones.

Entre estas obligaciones está una deuda externa acumulada, que se ha ido incrementando sustancialmente en los últimos años. Por eso es que nosotros, en un momento determinado, nos hemos endeudado con papeles, ya sea de Pdvsa o de la propia República, que se han colocado en mercados externos a un cierto precio, pero que tienen que ser pagados anualmente, tienen que pagarse intereses y tiene que pagarse una cuota parte del capital. Entonces, como esa deuda en los últimos años se ha incrementado sustancialmente, los acreedores, que en este caso una parte son los tenedores de los papeles, se preguntan: ¿Ese país tiene suficientes recursos para pagar la deuda?

El gobierno ha hecho un esfuerzo importante en los últimos tiempos para tratar de cumplir con los compromisos del año 15, que es este pago, por ejemplo. En este año hay que contar con suficientes recursos para destinarlos al pago de esos compromisos. En esta primera parte del año y, luego, en septiembre u octubre, que hay un segundo pago muy importante.

¿Ese segundo pago va a ser mucho mayor? ¿lgunos economistas han dicho que el pago global de la deuda para este año, incluida la de Pdvsa, asciende a unos 15 mil millones de dólares…

— Claro, ahí están asociados varios compromisos directos de la nación, donde existen títulos y papeles que ha emitido en el exterior en los últimos años. De modo que hay personas en Alemania, por ejemplo, que poseen uno de esos títulos, o en España. Están regados en el mundo. A ese respecto, los bancos, que han sido intermediarios de los mismos colocándolos en las manos de estos señores, se preocupan por la circunstancia de si Venezuela tendría los recursos para cumplir esos compromisos.

Pero esto se nos ha complicado, porque no sólo ha sido la nación directa, sino que también tenemos el problema de la deuda de Pdvsa e, internamente, hay un conjunto de deudas que se han acumulado, asociadas al sector privado. Por ejemplo, los importadores de alimentos e insumos industriales tienen cada uno, de acuerdo a cada sector, deudas acumuladas por millones y millones de dólares, según se puede leer en la prensa cada cierto tiempo, y están paralizados, porque si usted no paga la deuda, a usted no le mandan productos. Como es una cadena muy complicada, se generan problemas administrativos, consecuencia de una política basada en un régimen de controles.

[quote font=»0″ bcolor=»#dd3333″ align=»right»]“La impresión que hay es que el 6,30 es la fuente de todos los problemas”[/quote]

¿Qué lecciones quedan, a su juicio, de lo que ha sido la aplicación de una política basada en un régimen de controles?

— Que se ha comprobado una vez más eso que se dice que el socio del control es la corrupción. Porque si usted está obligado a dar el paso uno, el paso dos, y así sucesivamente, lo que se tiende es a saltar, simplificando uno de estos pasos, a condición de pagar un sobreprecio al funcionario para que le agilice los papeles.

El hecho de haber establecido un sistema de entrega de pasaportes fue de gran beneficio para la ciudadanía, precisamente porque se terminó por esa vía con esa práctica que consistía en sobornar al funcionario, a los fines de que agilizara la entrega del pasaporte. Se acabó con esa especie de mercado negro.

De modo que en la medida en que hemos venido progresando, hemos venido desmontando ese tipo de mecanismos, pues mientras las acciones sean transparentes, todo el mundo sabe qué es lo que juega cada casillita, sin permitir que la solicitud en una de ellas se estanque siete meses, y que salga a los tres días el permiso. Entonces, ahí se eliminan todos esos problemas de corrupción y de falta de transparencia.

Ahora, eso tiene un alto costo para la marcha y el desenvolvimiento de la economía y del aparato productivo del país, y que influye en el caso nuestro en todos los problemas que estamos enfrentando de escasez y de desabastecimiento.

El gobierno prometió que iba a golpear al dólar paralelo con las nuevas medidas económicas, sin embargo, el paralelo se ha disparado. ¿Por qué no se cumplieron las expectativas del gobierno, en ese sentido?

— Cuando el gobierno establece tres tipos de cambio, dejando el 6,30 para productos que están asociados a alimentación, salud, etcétera; un intermedio, que se mantiene en 12; y un tercero (Simadi) que iba a ser a través de una subasta en bancos y casas de cambio, tratando de corregir, eso funciona si tú tienes los suficientes dólares que entran a ese mercado para ofrecerse. Definitivamente, por las presiones y la escasez de dólares el gobierno no ha tenido sino que restringir la participación.

Pero, además, no han estado claros. Han pasado muchas semanas y nada está suficientemente claro sobre el nuevo sistema cambiario, y ellos mismos se han dado cuenta de que ha venido subiendo, ha ido escalando el dólar del Simadi, además del famoso dólar negro, que es el que se maneja a través del teléfono, a partir de las necesidades de cada quien, y el que está disparado.

Aquí se ve el problema de mantener las tasas de cambio. Es decir, a partir de las necesidades de cada quien, siempre se abriga el temor de que la divisa se va a poner cada vez más cara, y eso va a impactar sobre los precios, de modo que la gente prevé lo que le puede esperar en un futuro mediato, y así se dota de productos que para aquel momento deben costar el doble del actual. Esto constituye una distorsión a nivel de los precios, que la genera ese temor a que la divisa se torne más cara cada día.

Los economistas dicen que esto se mantendrá como un círculo vicioso, hasta tanto se mantenga un dólar con una tasa a 6,30. ¿Qué piensa usted?

— Claro, porque la impresión que hay es que el 6,30 es la fuente de todos los problemas. Fíjese lo que sucede con lo que estábamos hablando acerca de los controles. ¿Cómo se ha enriquecido un montón de gente? ¿Trabajando de sol a sol? No, nunca, sino que ha estado especulando sobre estas cosas, pues nada me cuesta recibir en esta taquilla una remesa de dólares a 6,30 para luego voltear y venderlos en el mercado negro a una tasa muy superior.

Es decir, al mantener el gobierno ese dólar a 6,30 genera todo este problema. Fíjese que la recomendación que se viene haciendo desde el año pasado es que hay que simplificar los mecanismos. Olvídate, ya el 6,30 no existe. Vas a tener que establecer la parte baja de esa banda más alta que el 6,30, y a lo mejor manejarte en esa banda, pero con la suficiente oferta para que no se te dispare el dólar.De modo que ahí el problema estriba en que, primero, hay que sincerar la situación de una vez por todas.

Al parecer, el problema radica en que las mafias que medran alrededor de la esfera gubernamental pueden más que cualquier decisión que vaya en contra de sus intereses. ¿No le parece?

— Sí, mafias que intervienen y presionan. Pero mire la experiencia que uno ha tenido en diferentes países. Por ejemplo, el caso de Bolivia o el caso del propio Perú o el caso de Argentina en un momento o el de Brasil con situaciones hiperinflacionarias. Esa experiencia nos dice que tienes que enfrentar la situación y corregirla, y dentro de esto es muy importante el problema del déficit fiscal.

Porque en el déficit fiscal se trata de rellenar la baja de los ingresos a través de endeudamiento o a través de creación de bolívares sin respaldo, y eso te presiona la inflación. Porque tienes un montón de plata en la calle, pero no tienes productos.

Además, se señala que, en vista de la pérdida de valor de la moneda, mucha gente no quiere el dinero en efectivo, sino que trata de invertirlo en cualquier mercancía, salir rápidamente de los billetes antes de que sigan perdiendo valor. ¿Está de acuerdo?

— Sí, claro. Es por eso que la gente compra neveras, televisores, es decir, bienes duraderos, porque al menos tiene una cosa tangible.

[quote font=»0″ bcolor=»#dd3333″ align=»right»]“Han pasado muchas semanas y nada está suficientemente claro sobre el nuevo sistema cambiario”[/quote]

Su llegada al antiguo ministerio de Hacienda coincidió con una rectificación de una política en el gobierno de Rafael Caldera, una rectificación, basada en un plan que se conoció como la Agenda Venezuela. ¿Usted cree que de continuar por ese camino, otra sería la situación que estaríamos viviendo?

— Yo he estado en dos etapas en cargos ministeriales. Estuve en la jefatura de Cordiplan durante el gobierno de Luis Herrera Campins y, posteriormente, pasé a trabajar en el Banco Interamericano de Desarrollo; momentos, por cierto, cuando tuve unas experiencias muy interesantes. Me tocó vivir en el Perú, me tocó vivir en México y antes de mi regreso a Venezuela había estado como directora por Venezuela y Panamá en el directorio del BID. Entonces, nos había tocado la negociación inicial con Luis Raúl Matos Azócar, quien para entonces era el titular de Hacienda, sobre cómo salir del problema. O sea, ya definitivamente teníamos que armar un programa en el cual se corregían los desequilibrios macroeconómicos, y entre los cuales estaba cómo ir manejando el desmontaje del control, ir mejorando, porque tú no puedes mantenerte con un déficit fiscal alto. Tienes que corregirlo, y tienes que corregirlo revisando tu presupuesto y recortando y, a su vez, reordenando los gastos porque cuentas con menos ingresos, de modo que allí se logre un equilibrio. Hay que remontarse a esa época, cuando nos tocó un petróleo entre 8 y 9 dólares.

La diferencia con este instante, es que para aquella época el aparato productivo estaba intacto, de modo que no resultaba tan traumático ese derrumbe de los precios, ¿no le parece?

— Aunque habíamos tenido la crisis financiera, pero el aparato productivo estaba en capacidad de reaccionar si tú te sentabas en una mesa a negociar. “Señores, tenemos este problema, vamos a atacarlo de esta manera, el esquema cambiario de las bandas se va a establecer así…”. Se llegaron a acuerdos en materia de precios y tuvimos cooperación del sector productivo.

Una de las ventajas del aparato productivo nuestro es que, dadas las reglas, reaccionaba, y se había visto un resultado en el segundo gobierno de Pérez, con motivo de la aplicación de su plan de gobierno. Con ciertas reglas la gente reacciona, empieza a trabajar, hay productos. De acuerdo a las estimaciones, como habíamos manejado el asunto, nosotros creíamos que uno podía montar un sistema que se iría regularizando si se mantenían ciertas cosas.

El hecho de que yo me haya quedado durante los primeros seis meses de gobierno del presidente Chávez fue un acuerdo de ese tipo: vamos a tratar de que el cambio de gobierno mantenga una cierta línea, y el entonces viceministro José Rojas, quien trabajaba conmigo en el ministerio de Hacienda, se preparó para sustituirme, en ese sentido. Acordamos no subir más los riesgos políticos de toda la transición, y fue por eso que acompañamos al gobierno del presidente Chávez en esos seis meses. Yo creo que lo más importante en esa parte fue la cooperación del presidente para los ajustes.


 

Hay gente tramposa y hay otra que no

¿Qué piensa usted de la situación de un país que arrastra un déficit fiscal de 20 puntos del PIB, según algunos economistas, y que a su vez hay fondos ilícitos de venezolanos en bancos extranjeros por más de 250 mil millones de dólares?

— Cuando tú tienes un problema de este tipo lo primero que tienes que hacer es tratar de investigar el origen de esos fondos, un poco lo que está haciendo la oficina especializada de la Reserva Federal Americana, que cuenta con organismos especializados, a causa de fenómenos como el del narcotráfico y la corrupción. Ya eso está mucho más controlado de lo que fue hace unos 30 o 40 años atrás.

Empezando porque los bancos tienen mucho más responsabilidades que antes. De modo que una vez que se ha identificado el origen de los fondos, entonces debes tratar de que regresen al país. Ese marco se agiliza mucho más si tú tienes el clima de confianza para que la gente regrese con esos capitales. Porque habrá gente tramposa, pero hay otra que no. Por ejemplo, gente que tiene inversiones en otra parte, y tú la atraes restituyendo las garantías económicas y jurídicas.