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Cinco meses de silencio epidemiológico

Min-Salud tiene 4 meses sin publicar los boletines epidemiológicos

El Ministerio de Salud dejó de publicar en noviembre el boletín semanal donde se registran las enfermedades de notificación obligatoria. El dengue, la malaria y el chikungunya afectaron a más de 300 mil venezolanos el año pasado


Por Patricia Marcano

 

Desde la primera semana de noviembre de 2014 no hay información oficial, pública, de cuántos casos de dengue y malaria hay en el país, de cómo va la mortalidad infantil y materna, la incidencia de casos de fiebre, diarreas, infecciones respiratorias, si hay diagnósticos de VIH, Chagas y meningitis; si están bajo control las enfermedades prevenibles por vacunas (varicela, parotiditis, sarampión y hepatitis) o si hay reportes de fiebre amarilla, o rabia. Unas 70 enfermedades de notificación obligatoria de las que no se sabe nada porque el Ministerio de Salud dejó de publicar los boletines epidemiológicos semanales.

Esta medida, sin explicación del despacho de Salud hasta ahora, se efectuó en medio de una situación atípica, pues en el país estaban circulando tres epidemias al mismo tiempo: malaria, dengue y chikungunya.

El médico internista José Félix Oletta, ex ministro de Salud, explica que la información epidemiológica es una herramienta fundamental para la salud pública porque permite la vigilancia de todo lo que sea una amenaza para la salud, como las epidemias y las enfermedades infecciosas, y cuya información es útil para la aplicación de medidas de salud individuales y colectivas. “Sin la información se debilitan dos áreas fundamentales de la salud pública: la prevención y la promoción de la salud”.

El último boletín divulgado fue el correspondiente a la semana epidemiológica número 44, del 26 de octubre al 1º de noviembre. Hasta ese día se tienen datos oficiales, por lo que no se sabe exactamente cómo finalizaron las epidemias el año pasado. Hasta ahora son 22 los boletines no publicados (los últimos nueve de 2014 y 13 de este año).

Hasta esa fecha el Min-Salud registraba 75.020 casos de dengue, cifra superior a la reportada en 2013 para el mismo período, cuando iban 48.193 afectados. Es decir, un aumento de 55%. Además había epidemia de dengue en 12 estados. Los casos de malaria también habían aumentado. El boletín indicaba 73.572 casos, 12% más que en la semana 44 de 2013, cuando había un acumulado de 65.667 afectados.

La epidemia de chikungunya comenzó la última semana de mayo; por ser una enfermedad que se registraba en el país por primera vez, no se reportaba en los boletines epidemiológicos semanales. Meses después, en octubre, es que sale en Gaceta Oficial la obligatoriedad de notificar esta patología, pero los casos no fueron incluidos en los boletines posteriores y por ello en el 44 no están los datos. El vicepresidente del área social y ministro de Educación, Héctor Rodríguez, era el encargado de dar las cifras en ruedas de prensa. En la última semana de octubre iban 9.831 casos.

 

Sin datos no hay acción

 

El hecho de que ya se tengan cinco meses sin información epidemiológica tiene varias implicaciones. El infectólogo Julio Castro, profesor del Instituto de Medicina Tropical de la UCV, enumera cuatro. La primera se refiere a las consecuencias internas, pues cuando se reporta un caso de fiebre amarilla en alguna entidad, por ejemplo, los estados y municipios cercanos aplican medidas de prevención, entre ellas el cerco epidemiológico correspondiente; pero sin el dato, no se actúa.

Otra, a su juicio, es que desestimula el reporte. “La notificación de eventos sanitarios es una obligación tanto del sector público como privado. Si como Estado exiges eso, es tu obligación difundirla, de lo contrario creas un mal precedente y habrá los que consideren que no vale la pena notificar porque esa información no se va a conocer”.

También impide la preparación ante una situación de salud pública, pues al no saber la cantidad de casos de chikungunya o de dengue, no se puede determinar los recursos que deberían destinarse a las emergencias y laboratorios de los centros de salud en función de los afectados, ni los recursos humanos, financieros y logísticos para afrontar el caso, brote o epidemia

Y además viola convenios internacionales. Castro y Oletta recuerdan que Venezuela es signataria de acuerdos y normas como el Reglamento Sanitario Internacional, que obligan al país a notificar a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y a la Organización Mundial de la Salud (OMS) las enfermedades con potencial pandémico en el área, y dengue y malaria son unas de ellas. “Actualmente el gobierno nos oculta información a los venezolanos y, hasta donde sabemos, tampoco ha enviado información a la OPS. Hemos hecho gestiones para que la oficina venezolana de la OPS solicite la divulgación de esa información, porque además es de interés para Latinoamérica, pero no se ha recibido respuesta oficial y los boletines siguen suspendidos”, señaló Castro.

Oletta agrega que esta interrupción también viola el derecho al acceso a información pública, establecido en la Declaración Universal de Derechos Humanos (artículo 19), en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Artículo 19), en la Convención Americana de los Derechos Humanos (Artículo 13), así como en la Constitución Nacional, en lo referente al derecho a la salud y a la información (artículos 58, 83 y 143).

 

Retroceso de 50 años

 

No es la primera vez que se interrumpe la publicación de los boletines epidemiológicos. Pasó en agosto de 2007, cuando el ministro de Salud era Jesús Mantilla, y estaba en pleno desarrollo una epidemia de parotiditis (se registraron 19 casos en 2007 y 110 mil hasta mayo de 2008). Desde entonces, la suspensión temporal ha coincidido con el repunte de alguna infección: dengue en 2008 (ese año no circuló ningún boletín), la pandemia de influenza AH1N1 en 2009, la epidemia de H1N1 en 2011 y luego en 2013, recuerda el ex ministro, quien además califica estos hechos como muy graves porque han ocurrido en momentos en los que hay mayor riesgo de enfermarse y por ende la información es vital. Además destaca que Venezuela fue pionera en la elaboración de boletines epidemiológicos en toda América. Comenzaron a circular en 1938 y no cesaron durante 69 años, hasta 2007.

El argumento dado en 2008, por el entonces director de Epidemiología del Min-Salud, Luis Montiel, era que el boletín se estaba usando para “desestabilizar, para el golpismo y para el terrorismo”,  y que no podían permitir que el instrumento que emplean para la toma de decisiones sea usado para “hacer oposición, terrorismo mediático y le creen un problema de salud mental a la población”. Esta vez no se ha hecho referencia a la suspensión.

Miguel Vizcuña, director de Epidemiología del estado Miranda, explica que actualmente no saben qué está pasando en las entidades vecinas. “Sobre chikungunya, por ejemplo, no sabemos los grupos de edad más afectados, los estados, el número de casos, no sabemos qué cantidad de insecticida usar, si tenemos suficiente personal capacitado. Tampoco sé las cifras de inmunización, no sé si hay brotes de parotiditis. La epidemiología es información para la acción en salud. Si no tengo información, hay una parálisis en la salud”.

Ahora se enteran de la situación epidemiológica a través de la atención de pacientes en los centros de salud regionales, llamando a colegas en otros estados, investigando rumores, preguntando y escuchando a la comunidad y haciendo visitas de campo para armar el panorama epidemiológico. “Estamos regresando a las condiciones que se tenían en 1948, en los años 50. No solo por la manera de armar la información epidemiológica, sino también porque se están reactivando focos de malaria que estuvieron controlados por más de 40 años”, dice el especialista.

Uno de los datos que deberían conocerse son los de malaria (paludismo), pues el año pasado además de incrementarse los casos, hubo diagnósticos en Miranda, Portuguesa y Táchira, zonas donde no había paludismo. Vizcuña, quien es epidemiólogo, explica que los registrados en Barlovento ocurrieron en una invasión, lugar de viviendas precarias, calles de tierra, sin servicios de agua potable ni redes de cloacas, cercana a una zona selvática y de manglares, donde vive el vector, el mosquito anófeles aquasalis.

Según información obtenida de manera extraoficial,  2014 finalizó con 89.922 casos de malaria, 16% más que en 2013, y más de 4 mil casos exportados desde el estado Bolívar (el municipio Sifontes, zona donde abunda la minería ilegal, concentra casi 60% de los casos del país). Los mineros regresan a sus ciudades de origen con el parásito y así se reactivan focos como el de Miranda, que estuvo inactivo por más de 40 años.

El Informe Mundial sobre Paludismo 2014, presentado en noviembre por la OMS, indica que Venezuela, a diferencia del resto de Latinoamérica, no ha podido reducir los casos de malaria. El país pasó de 20 mil casos en el año 2000 a 78 mil en 2013. En la presentación del informe, el director del programa de Malaria de la OMS, Pedro Alonso, señaló que “Venezuela es el único gran país que registra aumentos. También lo hace Guayana pero tiene menos implicaciones. Venezuela es un gran país, con una gran tradición, con líderes como el maestro Gabaldón que casi erradica la malaria en los años 60. Pueden y deben luchar contra la enfermedad».

 

Lejos de llegar a cero

 

“Una vez que se instala la malaria, el tiempo estimado para controlar el brote es de 3 años, porque no puedes eliminar el zancudo ni su hábitat, debes mejorar las condiciones sociales de la zona, adecuar las viviendas rurales, hacer saneamiento ambiental. Es una intervención multidisciplinaria”, detalla el director de Epidemiología de Miranda.

El estado ha ido controlando el brote con la intervención de todas las dependencias de la gobernación, señala Vizcuña. Han entregado créditos para la autoconstrucción de viviendas, instalado tuberías de agua potable y aguas servidas, asfaltado calles y han hecho labores de saneamiento ambiental.

Para el infectólogo Julio Castro, la epidemia de malaria no va a mejorar este año porque los focos selváticos no han sido controlados y es más complicado que en el caso del dengue y del chikungunya.

Sobre este último virus, explica que la infección fue tan extensa que dejará una inmunidad por infección y por ende este año pudieran registrarse menos casos. También de manera extraoficial se pudo conocer que 2014 finalizó con 172 mil diagnósticos de chikungunya, aunque proyecciones matemáticas hechas por infectólogos, epidemiólogos y otros especialistas, con base en lo reflejado en los boletines epidemiológicos hasta la semana 44, indican que este virus afectaría a 2 millones 300 mil venezolanos. A la OPS Venezuela reportó 34.642 casos, hasta el 20 de diciembre de 2014.

Y con respecto al dengue (se estiman 90 mil afectados el año pasado), Castro explica que cuando ocurren epidemias grandes, como la de 2014, el siguiente año suele haber menos. Además, señala Oletta, las bajas temperaturas de diciembre y enero bajan la productividad del mosquito Aedes aegypti, transmisor del dengue y chikungunya.

“Pero aún así estamos lejos de que las tres epidemias lleguen a cero. Tenemos los vectores y la infección continúa. Todos los días vemos pacientes con dengue, chikungunya y malaria. La recomendación a la población es que se familiarice con las formas de control del vector, que evite el agua estancada, use mosquiteros, telas metálicas. Son estrategias a largo plazo”, resalta el infectólogo,

Ante el panorama actual, el epidemiólogo Miguel Vizcuña pide asumir la información epidemiológica como un tema de Estado, porque “se está amenazando la salud del venezolano”. “Cuando no tienes la información epidemiológica, la gente en la calle tampoco tiene la información y asume que no existe la enfermedad porque no la ve en los medios. En consecuencia no toma las medidas de autocuidado. Pero si la gente sabe que hay una epidemia de dengue y dónde hay más casos, se preocupará por aplicar medidas”.

Los tres especialistas coinciden en que no hay justificación para no publicar los boletines. “Tampoco tiene lógica porque con las proyecciones ya sabíamos lo que iba a pasar, a menos que los casos hayan aumentado aún más”, sentencia Castro.