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La clase obrera no va a Miraflores

El Presidente perdió una oportunidad de oro para reivindicarse como obrero y líder sindical, ofrecida por la celebración del primero de mayo



Absalón Méndez Cegarra

El título del presente artículo es un parafraseo del título de la famosa película: “La Clase Obrera va al Paraíso” (1971), del director y guionista italiano Elio Petri, quien falleció en el año 1982. Este film causó un cierto revuelo en la opinión pública mundial, pues, está referido a un tema candente, cuerpo y alma del pensamiento marxista y de lo modos de producción construidos a partir de las teorías materialistas de la historia, en los que la clase obrera cumple un papel protagónico. La película versa sobre el industrialismo italiano de la época y el proceso de alienación de la clase obrera. La referencia a este film viene al caso a propósito del discurso pronunciado por el Presidente de la República en la concentración convocada para celebrar, en Caracas, Venezuela, el Día Internacional del Trabajo. En esta concentración, la cual reunió a obreros y empleados gubernamentales, traídos desde los más apartados rincones del país, intervino el Presidente de la República, supuestamente, para anunciar un nuevo “revolcón”, el cual se tradujo en el anuncio de un mísero ajuste salarial, equivalente a 30% del salario mínimo. El verdadero “revolcón” se lo dieron los trabajadores al Presidente, incluyendo sus admiradores y acólitos, al protestar y reclamar en su cara, tamaña burla; pues, no otra cosa, fue lo que sucedió el primero de mayo del año 2015, con los anuncios presidenciales, con lo que pretendía, al parecer, salir en hombros de los trabajadores; pero, le resultó fallido el intento, toda vez que ante una pérdida inmensa del poder adquisitivo de la moneda, un signo monetario sin valor alguno y una inflación oficial cercana al 70% en el año 2014, y, en algunos rublos, por ejemplo, alimentos, superior a 150%, un aumento salarial de 30% del salario mínimo es una grosería y una falta de respeto al pueblo trabajador, razón por la que este pueblo enardecido gritó frases insultantes y de contrariedad al Presidente de la República, situación incómoda que lo sacó de sus casillas y, acto seguido, siguiendo el ejemplo de su progenitor político, se desgranó en insultos contra sus propios partidarios.

[quote_center]“La persona incapaz para realizar determinada actividad trata siempre de ocultar su incapacidad culpando a terceros de su fracaso”[/quote_center]

El Presidente de la República se autodenomina “Presidente Obrero” y, lo mismo hace, sus adulantes, en reconocimiento a que, en algún momento, ya lejano, se desempeñó como conductor de autobuses en la Compañía Metro de Caracas, oficio, que, de vez en cuando, posiblemente para que no se le olvide manejar vehículos y para congraciarse con el pueblo y ganar popularidad, gusta practicar. Pero, el Presidente, perdió una oportunidad de oro para reivindicarse como obrero y líder sindical, ofrecida por la celebración del primero de mayo. En esta concentración, llamémosla obrera, el Presidente ha debido saldar la deuda que tiene con la clase trabajadora venezolana y con toda la población, rectificar y hacer solemnemente un propósito de enmienda para conducir el país por el rumbo del progreso y del bienestar social; admitir la ruina nacional y gravísima situación en la que vive el pueblo venezolano, consecuencia directa de su mal gobierno y del gobierno de Chávez. Sin embargo, soberbiamente, prefirió otro camino. El camino del insulto, es decir, el que sigue quien carece de razones para explicar su conducta.

El Presidente, el primero de mayo, se reveló tal cual es, al responder el reclamo justificado de los trabajadores que lo escuchaban, obligados a asistir por circunstancias, con las palabras siguientes: “Los trabajadores no están listos para tomar el control económico del país”. Una verdad del tamaño de un templo. Una revelación increíble en boca del “Presidente Obrero”. Un psicólogo, diría que lo traicionó el subconsciente, o, que tuvo un acto fallido; pero, quien mejor lo retrata, figurativamente hablando, es el viejo aforismo que se acostumbra utilizar en Derecho, en los medios abogadiles y tribunalicios, cuando al inculpar a una persona de la comisión de un hecho delictivo, punible, ésta se apresura a confesar su culpabilidad, por lo que hace innecesario la utilización de otros medios de prueba, es decir, que: “a confesión de parte, relevo de pruebas. El Presidente obrero ha dicho una gran verdad, ha confesado, públicamente, que no está preparado para estar al frente de la conducción del Estado en Venezuela, así, como no lo están sus más cercanos colaboradores, pues, ellos, también, son trabajadores y, ninguno ha demostrado, hasta ahora, tener la capacidad, “estar listos”, para tomar el “control económico del país”. Con razón el país anda tan mal y se encuentra en total estado de postración. La persona incapaz para realizar determinada actividad, trata, siempre, de ocultar su incapacidad culpando a terceros de su fracaso, exactamente, lo que hace el gobierno permanentemente. La ruina económica del país, la inflación indetenible, la debacle del signo monetario, etcétera, es culpa de la “guerra económica”, de la “guerra mediática”, del imperialismo norteamericano y de la derecha apátrida venezolana, jamás de los incapaces que están al frente del gobierno nacional; la falta de divisas, lo que mantiene a los venezolanos presos en su propio país, no es producto de la incompetencia de las personas que han tenido a su cargo el régimen de administración de divisas y de los ladrones que han hecho de las suyas con el ingreso petrolero, la culpa es atribuible a los enemigos del régimen, a los desestabilizadores. La delincuencia, no existe, es un invento de la gente. La pulverización del salario, tampoco, existe, es creación de los trabajadores que no tienen conciencia de clase y, por tanto, no son revolucionarios.

Por fin, ha llegado la horade la verdad. El Presidente, luego de su confesión de incompetente, le queda muy pocas opciones. Las puertas de Miraflores están cerradas para la clase obrera, hasta tanto se prepare para tomar el control. Todo ha sido un engaño, una gran farsa. La clase obrera no va a Miraflores.