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La desidia se instaló en la maternidad de El Algodonal

Cinco salas de hospitalización cerradas desde hace nueve años, remodelaciones paralizadas desde hace cinco meses en el área de quirófanos, ausencia de especialistas y problemas de pago e infraestructura han reducido la operatividad de la maternidad de El Algodonal a menos de 50%


Patricia Marcano

La palabra que se ajusta a la situación actual de la maternidad Andrés Herrera Vegas del complejo hospitalario José Ignacio Baldó, en El Algodonal (ubicado en Antímano, Caracas), es desidia.

Desde hace cinco años el antiguo depósito de equipos y material de oficina del hospital está abandonado. Entre las rejas se ve una cama clínica, mobiliarios, archivos y basura nadando en un agua empozada. Ya era rutina para los trabajadores ver agua en ese sótano después de unas lluvias, pero desde hace un tiempo se ha sumado el agua que brota de las cañerías colapsadas. Ya el pozo turbio cubre los primeros escalones que suben hacia la planta baja de la maternidad y se convirtió en el hábitat de varios sapos que de vez en cuando se dejan ver.

El agua tiene meses empozada en el sótano de la maternidad e impide entrar al depósito. Manuel Alegría
El agua tiene meses empozada en el sótano de la maternidad e impide entrar al depósito. Manuel Alegría

Cinco salas de hospitalización, 30 camas en total, del servicio de Obstetricia II no funcionan desde hace nueve años. Personal de la institución recuerda que mientras el hospital pediátrico del complejo estuvo en remodelación (entre 2007 y 2012), en una parte de ese servicio funcionó la emergencia pediátrica y el retén de niños sanos.

Hoy es un pasillo solitario y oscuro, las habitaciones no tienen luz y las viejas camas que en algún momento sirvieron de descanso para las parturientas siguen allí pero arrumadas, oxidándose. Con la inhabilitación de esta área, la maternidad Herrera Vegas mantiene reducida su capacidad de atención en 50%, pues de 60 camas de hospitalización solo tienen 30 en funcionamiento.

Las salas de hospitalización de Obstetricia II están inhabilitadas. Manuel Alegría
Las salas de hospitalización de Obstetricia II están inhabilitadas. Son depósitos de camas. Manuel Alegría

Desde noviembre del año pasado los tres quirófanos de la maternidad están cerrados por remodelación. Los obreros laboraron hasta diciembre y en lo que va de año no han ido. Si a esto se suma la carencia de anestesiólogos y pediatras, que no siempre están presentes en las guardias nocturnas, esa operatividad de 50% se reduce aún más pues no es posible atender partos ni practicar cesáreas sin el personal completo.

En la cocina de la maternidad se evidencia la situación. “Este hospital solía tener 50, 60 pacientes. Ahora lo común es hacer comida para dos pacientes, cinco pacientes. A veces no hay ninguno. Una vez al mes hacen jornadas de esterilización y es cuando logran llenar las 30 camas, pero a los dos o tres días se van y queda el hospital otra vez solo”, comentaron varios empleados de la cocina que pidieron no ser identificados y que además denunciaron que varias veces al año tienen problemas con el agua que les llega por los grifos, pues emana un olor a «sardina vieja».

Obstetricia I es el único operativo pero las camas nuevas pasan más tiempo vacías que con pacientes. Manuel Alegría
Obstetricia I es el único operativo pero las camas nuevas pasan más tiempo vacías que con pacientes. Manuel Alegría

Justamente el día que el equipo de La Razón realizó el recorrido por la maternidad no había ninguna paciente hospitalizada. Mientras se estuvo allí, llegó una joven con dolores de parto pero fue referida a otro centro, pues no había anestesiólogo ni pediatra de guardia.

Referir embarazadas a centros como el Pérez Carreño o la maternidad Santa Ana es costumbre y no una excepción desde hace dos años, cuando la mayoría de los anestesiólogos que trabajaban como contratados en el Herrera Vegas renunciaron porque no les pagaban. Ahora solo hay dos y son insuficientes para cubrir las guardias de lunes a lunes. Solo los jueves hace guardia el equipo completo: ginecobstetra, pediatra y anestesiólogo, informó uno de los empleados.

Atienden únicamente los partos cuando están en etapa expulsiva, pues no hay tiempo de que la embarazada llegue a otro hospital. “Es un parto natural pero igual es un riesgo porque no están los especialistas, no sabes si el bebé necesitará atención especial o si la mamá se complica, pero ahí ya no hay nada que hacer, ya ese bebé está aquí y hay que terminar de traerlo al mundo”, dice otro trabajador que prefiere no revelar su nombre por temor a represalias.

En las noches reina la soledad en casi todos los pasillos del hospital.  Esta área tiene 9 años sin funcionar. Manuel Alegría
En las noches reina la soledad en casi todos los pasillos del hospital. Esta área tiene 9 años sin funcionar. Manuel Alegría

Si en la consulta externa de ginecología se detecta una patología que requiere cirugía, esta se programa para un día en el que estén los especialistas y la operación se realiza en los quirófanos del hospital quirúrgico Simón Bolívar, luego las suben hasta la maternidad para que se recuperen en una de las salas de hospitalización. Pero son casos puntuales; “Aquí tienen tiempísimo sin hacer cesáreas”, aseguraron médicos del Simón Bolívar.

Wilfredo Carrillo, secretario ejecutivo del Sindicato de Hospitales y Clínicas y representante de los trabajadores de El Algodonal, recuerda que a ese complejo hospitalario han ido los ministros de salud a inaugurar obras o a escuchar denuncias sobre las condiciones; hace dos años fue una comisión presidencial y elaboró un informe sobre las fallas de los tres centros asistenciales del José Ignacio Baldó: el hospital quirúrgico Simón Bolívar, el pediátrico Luisa Cáceres de Arismendi y la maternidad Andrés Herrera Vegas. Y en marzo de 2014 fue el ministro Francisco Armada a un “gobierno de calle hospitalario”.

“No sé por qué motivo engavetan o desaparecen los informes con los problemas que les informamos. Ante tantas denuncias no actúan, no le dan importancia a la estructura de la maternidad. Aquí antes esto era un desfile de pacientes, rara vez las referían, daban alta en 3 días para desocupar las camas y poder ingresar a más pacientes. Ahora es una desolación grande. ¿Cuál es la intención? No sé. Esto es el extremo, es la desidia”, señala Carrillo.

La remodelación de la fachada de la maternidad Herrera Vegas nunca se concluyó. Empezó hace más de 6 años, con las refacciones de los otros dos centros. Manuel Alegría
La remodelación de la fachada de la maternidad Herrera Vegas nunca se concluyó. Empezó hace más de 6 años con las refacciones de los otros dos centros. Manuel Alegría

A las fallas en la atención médica e infraestructura, donde hay áreas remodeladas cuyos trabajos quedaron mal hechos y se están cayendo (un caso es el techo de la cocina, que a los tres meses de ser reinaugurada comenzó a desconcharse, y así sigue 8 meses después), se suman problemas laborales, agrega Carrillo.

Más de 150 trabajadores del hospital están como contratados desde hace 6 años, en noviembre les informaron sobre su incorporación a la nómina fija del Ministerio de Salud pero no lo han hecho, acota el delegado sindical. “Hay casos de trabajadores pertenecientes a la Fundación Barrio Adentro que están en un limbo legal, les dicen que no pueden darles los cargos porque trabajan para un ente sin estructura administrativa, mientras que a algunos sí se los dieron sin ponerles trabajas y teniendo pocos meses como contratados. Hay un manejo irregular”, denuncia Carrillo.

El techo de la cocina fue arreglado hace 8 meses y se está desconchando. Manuel Alegría
El techo de la cocina fue arreglado hace menos de un año y se está desconchando. Manuel Alegría

“Ya se dio la orden”

De día, la consulta de ginecología le da vida al hospital; esa área fue remodelada hace tres años y se mantiene activa y en buenas condiciones. Pero en la tarde el hospital baja su operatividad y pasadas las 5 pm es como un cascarón vacío. De un promedio de 15 a 20 partos diarios que se atendían en 2011, según datos de la dirección del centro de ese año, ahora son uno, dos o ninguno. En las noches el personal cumple con su guardia pero en las 12 horas pueden no practicar nada.

Alí Barrios, director del complejo hospitalario José Ignacio Baldó, reconoce que están refiriendo pacientes pero aclara que se debe a “la remodelación de los quirófanos”. Al preguntarle sobre las causas que mantienen paralizadas esas obras, negó que se deba a falta de recursos y respondió que “el ministro ya dio la orden de acelerar las obras en los hospitales, se están reimpulsando, están trabajando en eso”, pero hasta ayer no había ningún obrero en el lugar ni materiales que indicaran actividad reciente.

En las mañanas esta sala se llena de mujeres que acuden a la consulta de ginecología. El servicio que mejor funciona. Manuel Alegría
En las mañanas esta sala se llena de mujeres que acuden a la consulta de ginecología. El servicio que mejor funciona. Manuel Alegría

Aseguró que cuando culminen la remodelación de los quirófanos –no dijo fecha- reabrirán la sala de Obstetricia II, cerrada desde hace nueve años según los trabajadores, y rechazó que la maternidad tenga una operatividad inferior a 50% y cuente con anestesiólogo un solo día a la semana, como aseguró el personal que allí trabaja.

“Los anestesiólogos son de todo el complejo y tenemos más de nueve. La carencia de estos especialistas no es solo en El Algodonal, es en toda Latinoamérica”, agregó Barrios.

La remodelación de los tres quirófanos se detuvo hace cinco meses
La remodelación de los tres quirófanos se detuvo hace cinco meses y así está actualmente. Manuel Alegría

Hospital tipo IV

El complejo hospitalario José Ignacio Baldó fue ideado para ser un centro asistencial para la atención de pacientes con tuberculosis. Se inauguró en 1940 con la primera estructura, el sanatorio popular antituberculoso Simón Bolívar; 10 años más tarde abrió el sanatorio infantil Luisa Cáceres de Arismendi, para niños con tuberculosis pulmonar, y en 1956 abrió el tercer centro, el sanatorio Andrés Herrera Vegas, donde hospitalizaban por largo tiempo a pacientes con esta patología.

En 1974, por resolución del Ministerio de Salud, pasa a ser un hospital general tipo IV, por estar ubicado en una zona con más de 100 mil habitantes y con un área de influencia superior al millón de personas. Era así porque los tres centros que lo conformaban siguieron abiertos pero transformados en un hospital quirúrgico con todas las especialidades médicas (el Simón Bolívar), un hospital pediátrico (Luisa Cáceres de Arismendi) y una maternidad (Andrés Herrera Vegas).

Su radio de acción se extiende a los habitantes de Antímano, Carapita, Mamera, Caricuao, La Vega, Montalbán, La Yaguara y El Junquito, pues está ubicado al final de la calle principal de El Algodonal, en Antímano. Pese a las carencias existentes, los pacientes siguen acudiendo a estas instalaciones.


Si quieres contactar al autor de esta historia escribe a: patricia@larazon.net