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El Voto (I)

Un voto es una opinión y es importante que cada venezolano sin excepción se pronuncie y dé la suya



Rubén Osorio Canales

De todas las vías que la Carta Magna nos indica, privilegio el camino del voto y con él en la mano y en la conciencia, me declaro en campaña por el voto para las parlamentarias. Voy de frente contra la muralla abstencionista que tratan de promover, tanto   el gobierno que por creerse favorecido por ella recurre a los métodos más insólitos, como por algunos opositores radicales que han perdido la brújula.

Tengo un manojo de dudas sobre la dirigencia opositora, pero nunca sobre mi deber de votar. Estoy molesto porque mis expectativas sobre las primarias de la MUD, estuvieron muy lejos de haber sido satisfechas, pero eso nada tiene que ver con el voto que ejerceré cada vez que haya elecciones. Las frecuentes incoherencias de la oposición, la falta de sacrificio de algunos, sus luchas insensatas por causas que son triviales ante la crisis que vive el país, suelen sacarme de quicio, pero ellas no impiden, ni impedirán que yo pierda mi fe en el voto y que con él castigue la estupidez, la corrupción, la anti política y todo cuanto pretenda lesionar la democracia.

[quote_right]»No creo en derrotas previamente cantadas de ante mano, ni en rumores sin consistencia»[/quote_right]Un voto es una opinión y es importante que cada venezolano sin excepción se pronuncie y dé la suya. El voto es una alternativa válida incluso para decir que no se está de acuerdo con ninguna de las propuestas en disputa, para eso sirve el voto nulo. Votar nulo no es lo mismo que abstenerse. Abstenerse deja de ser un acto cobarde solo cuando se convierte en una decisión colectiva para descalificar el ventajismo, siempre y cuando los renunciantes al voto, lo manifiesten en la calle y en acto de protesta el mismo día de las elecciones y frente a los centros de votación. Cuando los partidos de oposición lo hicieron una vez despachando un asado negro, un hervido o un pabellón en la playa o jugando dominó, como fue nuestro caso, sabemos los resultados nefastos que obtuvimos. Votar es fortalecer la democracia, por eso el votante debe exigir transparencia y pulcritud a lo largo de todo el proceso, debe exigir a los partidos el máximo empeño en su realización, dar la pelea a fondo y sin componendas, incluso en la calle, para que el organismo encargado de tan magno evento, hoy secuestrado por el régimen, actúe siempre apegado a la ley, formar todos los testigos para custodiar los centros de votación, motivar con la propia conducta la participación ciudadana en las elecciones, ser parte activa a lo largo de todo el proceso y no solo limitarse a ir a la mesa correspondiente el día de las elecciones. Es necesario que el votante se convierta en testigo a la hora de los escrutinios ejerciendo todos los derechos que le otorga la ley. Toda vez que votar es un acto de convicción ciudadana estamos obligados a informarnos, a escuchar, a discernir, sobre la materia en discusión. Como votante de fe, como demócrata funcional y a tiempo completo, no creo en derrotas previamente cantadas de ante mano, ni en rumores sin consistencia, ni me dejo acorralar por las guerras sucias con las que algunos pretenden amilanar y desencantar al votante.

El voto es un acto personal profundo que estamos obligados a defender de los vampiros de la inconformidad que tienen la negación como principio motor de todas sus acciones. Votar es un acto de fe pleno de vida con el que reafirmamos nuestras convicciones, es un acto de lucha. Lucha por las ideas, por el futuro, por la esperanza de construir, de edificar espacios donde el alma viva libre; lucha para cambiar la adversidad, para aniquilar lo abyecto, lucha por la convivencia pacífica, por la pluralidad, por la verdad. Votar es una manera de decir somos parte importante de un país, y para poder decir que que estamos irrenunciablemente vivos. Aquí no vale el no sabe, no responde, quien acuda a esa forma de evadir su responsabilidad sencillamente no merece el título de ciudadano.

Quienes propagan la inutilidad del voto, son aliados involuntarios o conscientes, no lo sé, de esta dictadura que se dice democrática que hace su mayor esfuerzo para convencerte de esa inutilidad y con ello, sencillamente, castrarte. Lo confieso soy un adicto al voto. Es mi arma democrática más eficiente. Reconozco, acepto y estoy dispuesto a acompañar a todo movimiento serio por un cambio, siempre y cuando sus pasos para lograr tal propósito, estén inscritos en la Constitución, fuera de ella nada.