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Doctor Político: “El gobierno se está derrumbando”

Luis Enrique Alcalá- Doctor Político

Para el sociólogo Luis Enrique Alcalá, conductor del programa radial “Dr. Político”, la falla de origen de la MUD es entenderse como oposición, “como algo que está definido en función de un tercer ente externo a ella”


 

Edgardo Agüero S.

Luis Enrique Alcalá es sociólogo egresado de la UCAB, con cursos en Bradford University, Inglaterra, y de Gerencia Superior en el programa IESA–Universidad de Georgia. Fue editor del “Diario de Caracas” y del diario “La Columna” en Maracaibo. En la actualidad, conduce el programa semanal “Dr. Político” en Radio Caracas Radio. Su propuesta consiste en la aplicación de la política como arte de carácter médico.

Entre los planteamientos que formula en su programa de RCR, usted ha propuesto un referendo consultivo –no vinculante- sobre la conveniencia de implantar en el país un régimen socialista.

Es una consulta que planteé ya hace seis años, cuando por primera vez apareció en las encuestas un rechazo mayoritario al socialismo. (En noviembre pasado, Datanálisis midió ese rechazo en 80%, las cuatro quintas partes del país). Los líderes opositores de entonces, como los actuales, desecharon la iniciativa, pero todo decreto presidencial se encabeza ahora como acto de “construcción del socialismo”. Jesús Torrealba la desestimó diciendo que “para cruzar ese puente hay que llegar al río”, aunque intenté hacerle notar que se llegaría mejor al único río que vislumbra, las elecciones parlamentarias, pues aumentaría la propensión a votar. (El referendo no sustituye esas elecciones; se haría simultáneamente con ellas para ahorrar costos y logística). Julio Borges, a quien le propuse por carta del 1 de marzo que abanderara la idea sin que yo reivindicara protagonismo alguno, ni siquiera ha acusado recibo a esta fecha. Al menos ahora no me meten mentiras acerca de los registros de opinión, como hicieron en 2009 y 2010.

Digo no vinculante…

Pero tal referendo sí sería vinculante, como lo fue el de abril de 1999 que consultó si se quería convocar una constituyente. Lo que no sería vinculante es una consulta también legítima: “¿Estima Ud. conveniente que el presidente Maduro abandone su cargo?”. No lo sería porque la Constitución prevé un mecanismo específico para la remoción del Presidente: el referendo revocatorio.

Pero el fondo del asunto es esta consideración: ante una crisis de la dimensión que padecemos, es insólito que no se procure el pronunciamiento del pueblo, el poder constituyente originario, en una democracia supuestamente participativa. Ni el oficialismo ni la oposición formal están interesados en consultarle, sólo quieren que elija mandatarios o representantes, es decir, que sólo haga democracia representativa. Así conservan ellos el protagonismo mientras dan discursos sobre la democracia participativa protagónica, histórica, endógena, biométrica y demás esdrújulas.

[quote_center]“La Mesa de la Unidad Democrática intenta ahora ahorrarse el divorcio”[/quote_center]

¿Qué propone usted?

Yo establecería referendos anuales sobre la gestión del Ejecutivo Nacional. Lo más fundamental en una postura democrática es precisamente una real confianza en el pueblo, y eso, como el café y los medicamentos contra la alta tensión arterial, escasea en las cadenas de suministro del PSUV y la MUD.

Escuché algo sobre un nuevo tipo de organización política a la que hace referencia en su programa…

La política, en tanto profesión, está en crisis en todo el planeta, y la causa de este fenómeno debe buscarse en los marcos mentales obsoletos de los actores políticos convencionales. Más específicamente, está en crisis la política entendida como lucha por el poder que se justifica por una ideología, y todas las ideologías son creaciones del siglo XIX, cuando las sociedades eran bastante menos complejas que las del siglo XXI. Hace falta sustituir ese paradigma por el de una política clínica, una que se entienda como oficio de resolver seria y responsablemente los problemas públicos. Ninguna otra cosa justifica los partidos, ni siquiera al Estado mismo. Hace falta, pues, un espacio organizacional que traiga un código genético distinto del de un partido tradicional, como único modo de alojar el nuevo paradigma clínico.

¿Cuáles son las condiciones que debe reunir un líder que enfrente a Maduro?

He tratado este tema desde mucho antes de que tuviéramos conciencia de Maduro, específicamente desde 1987. El 30 de noviembre pasado dije en otro programa de RCR que el primer rasgo de un sucesor deseable es que no venga ni del oficialismo ni de la oposición, pues tal vez sea nuestro principal problema político unir a un país dividido. Datincorp registró el mes pasado que 17% de la opinión nacional cree que la solución de nuestros problemas vendría del oficialismo, 18% de la oposición y ¡56% de un nuevo liderazgo! Tendría que ser, por supuesto, una persona con dotes ejecutivas demostrables y, por encima de todo, alguien conocedor del arte del Estado, que Tocqueville definió como “una clara percepción de la forma como la sociedad evoluciona, una conciencia de las tendencias de la opinión de las masas y una capacidad para predecir el futuro”. Obviamente, tendría que ser un estadista transideológico, clínico.

[quote_center]“Ante una crisis de la dimensión que padecemos, es insólito que no se procure el pronunciamiento del pueblo”[/quote_center]

Ha considerado la iniciativa por vía referendaria de introducir una enmienda a la Constitución que reduzca el periodo presidencial a tres años. ¿Por qué?

La hacen apetecible el sufrimiento, la angustia y el hartazgo de los ciudadanos, y una enmienda puede ser introducida por 15% de los electores, lo que es más barato que un revocatorio, que exige 20% y sólo empezaría a reunirse el año que viene, mientras podemos convocar la enmienda ahora mismo. Si, por otra parte, el referendo se celebrare con las elecciones de Asamblea Nacional, el período de Maduro expiraría el 10 de enero de 2016. (Él podría postularse a la reelección, y esto es menos astringente que la revocación de su mandato, que impediría esa posibilidad). Luego, las técnicas administrativas modernas permiten resultados fundamentales en sólo tres años; si un presidente no puede mostrarlos en tres años, entonces es un mal presidente. Esta es una iniciativa, por cierto, que inventó Primero Justicia a fines de 2001, sólo que al no poder lograr la mayoría necesaria para plantearla desde la Asamblea a comienzos del año siguiente, pensó luego en la iniciativa popular, la que pasó al olvido por la secuencia del Carmonazo, la toma de la Plaza Francia por militares en rebeldía y el suicida paro de los petroleros. En todo caso, PJ proponía una reducción del período de seis a cuatro años.

Muchos analistas pronosticaron que con el derrumbe de los precios del petróleo, se derrumbaría el gobierno, cosa que no ha ocurrido. ¿A qué lo atribuye?

El gobierno se está derrumbando, pero los barcos grandes tardan mucho en hundirse. El Estado de los socialistas es el más recrecido de toda nuestra historia republicana.

Algunos interpretan la escasa concurrencia a la protesta impulsada por Leopoldo López como una división insalvable, otros la califican como un golpe mortal a la “unidad”. ¿Qué piensa usted?

La Mesa de la Unidad Democrática intenta ahora ahorrarse el divorcio, aunque López, Machado y Ledezma han demostrado más de una vez que juegan sin consideración de la unidad. Veinticuatro horas antes de las últimas elecciones municipales publicaron un comunicado que abogaba por una constituyente, aunque se comprometieron el año anterior con los lineamientos programáticos de la MUD, que explícitamente excluían la convocatoria de una constituyente. El 12 de febrero del año pasado detonaron la infeliz guarimbada, también por su cuenta. El 11 de febrero de este año volvieron por sus fueros, propugnando un tal acuerdo nacional para la transición que habría que componer sectorialmente, como si nuestra condición de ciudadanos nos viniera de pertenecer a algún sector. Es lo que Chávez creía que debía regir la composición de la constituyente de 1999. Creo que la MUD estima que no puede darse el lujo de expulsarlos.

[quote_center]“Ni el oficialismo ni la oposición formal están interesados en consultarle al pueblo”[/quote_center]

Hay quienes afirman que existen factores dentro de la MUD que en función de sus intereses políticos y pecuniarios, juegan a favor del gobierno. ¿Qué habrá de cierto en ello?

Mi aproximación a la política es clínica. Si un médico intentara curar un hígado enfermo tratando célula por célula se volvería loco, por eso no me intereso por la chismografía política acerca de actores particulares. Si tuviera que descalificar a algún actor político no lo haría por su negatividad, sino por la insuficiencia de su positividad. No me intereso por esa clase de asuntos.

¿A qué atribuye el hecho de que la oposición no logre capitalizar el descontento popular con la actual gestión de gobierno?

La MUD es esencialmente una confederación de partidos ideológicamente disímiles. Ramos Allup dijo que en ella no se compartía ideales ni principios, sino propósitos; esto es, salir del chavismo-madurismo. De allí que su protocolo de actuación sea acusar al gobierno, mostrándose incapaz de refutar el discurso oficial en cabeza de los electores, que ha sido siempre la tarea necesaria. Como se trata de actores convencionales, sólo sabe oponerse, cuando lo que se debiera lograr es superponerse, con un discurso de nivel superior del que carece. Su falla de origen es, justamente, entenderse como oposición, como algo que está definido en función de un tercer ente externo a ella. Si ese ente deja de existir ¿qué la justificaría? Además, es la consabida “organización de organizaciones”, el “movimiento de movimientos”; lo necesario es una organización o movimiento de ciudadanos.

[quote_center]“La política, en tanto profesión, está en crisis en todo el planeta”[/quote_center]

¿Considerando que el malestar social es cada vez mayor, por qué la gente no manifiesta su descontento a través de la protesta? ¿Hay resignación?

Indudablemente, el ciclo de guarimbas y represión en 2014 ha dejado un residuo de temor, pero más fundamental es que los ciudadanos pareciéramos haber aprendido, como ciertas bacterias a las que viejos antibióticos ya no les afectan, que después de innumerables marchas, concentraciones y protestas que se remontan a fines de 2001, esto es, que ya llevan más de trece años, se ha demostrado que esas acciones han logrado poco. Sin embargo, por estos días los paros de transportistas, por riesgo de muerte y por la escasez y el costo elevadísimo de los repuestos, han demostrado que no ha desaparecido la protesta como manifestación de inconformidad y exigencia. Ahora bien, mandar es preferible a protestar. Por eso tiene que caerle la locha a los electores que el referendo popular es la vía más eficaz y constructiva, además de enteramente constitucional. Que nosotros somos el soberano. Lo que tenemos que adquirir es conciencia de Corona para actuar en consecuencia. Eso viene, me atrevo a pronosticar, aunque Maduro haya procurado intimidar con su amenaza de fotos exigibles a los convocantes además de sus firmas y huellas dactilares. Hoy se convoca un referendo consultivo con algo menos de dos millones de firmas; en 2004 se convocó uno revocatorio con cuatrocientas mil firmas más aunque el registro electoral era bastante menor, y ya ésas están en la Lista de Tascón y por tanto han sufrido represalias, como el impedimento de negociar con el Estado. Son personas rayadas, y ¿qué es una raya más para un tigre?


Alivios marginales

El padre Ugalde dice que para que las cosas empiecen a mejorar en Venezuela tienen que empeorar. ¿Qué tanto más deben empeorar?

— Continuarán empeorando mientras impere el criterio socialista, equivocado y engreído. Pero la probabilidad de que Maduro no culmine su período no ha dejado de aumentar desde que tomó posesión. A fines del año pasado, ya casi la mitad de los ciudadanos que se definían como chavistas prefería que Maduro dejara de gobernar. Por otra parte, si como luce probable, el oficialismo pierde el control de la Asamblea Nacional, podemos esperar algunos alivios de la situación, aunque sean marginales.