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Granger ofrece su alma al Diablo

David Granger, presidente de Guyana

Por lo visto, con la madurez que han adquirido los pueblos de América Latina y el Caribe, Granger no durará mucho


Julián Rivas

Como si no faltaran asuntos para entretenernos, o problemas por resolver, apareció el fenómeno guyanés, el señor Granger. Este presidente es como esos islotes inestables que aparecen en medio de los océanos. El volcán submarino botó una lava pegostosa, y salió a flote Míster Granger. Horrible. Ahora el sujeto fue a Estados Unidos a ofrecer lo que no es suyo: El Esequibo. Qué horripilante.

Por lo visto, con la madurez que han adquirido los pueblos de América Latina y el Caribe, Granger no durará mucho. Será ave pasajera. Leemos la prensa guyanesa y vemos que reporta la presencia de militares gringos, como la Guardia de Florida, en entrenamientos en el Esequibo. ¿Qué les pasa a estos sujetos que mal gobiernan Guyana?.

Pero esto es de sumo cuidado. Un amigo hace una observación sobre Guyana y las recientes provocaciones de Granger, el presidente guyanés que más que cadete al servicio de la reina de Inglaterra parece el titiritero de los directivos de la Exxon. Buscar petróleo en el Esequibo es la excusa, advierte el amigo. Estima que esta cuestión pone el acento en la geopolítica, eso es lo más candente. Y Granger se deja usar, oportunista y demoníacamente.

Granger pretende el dominio territorial imperialista en tierras del Esequibo, que no son suyas. Son tierras venezolanas que están en reclamación. El objetivo del mando guyanés es perverso. Granger ofrece su alma al diablo. Granger es un irresponsable, repetimos. “Se trata del dominio territorial ya no con fines de explotación del territorio manejado, sino con fines de torpedear el desarrollo normal de territorios no controlados (Venezuela para el caso)”, explica el amigo, un estudioso de historia de la geopolítica.

“Guyana es importante para el imperialismo en aquello que puede ‘proyectar hacia fuera’ (vigilancia, interrupción de comunicaciones, impedimento a los territorios independizados respecto del imperio, a la hora de reunir y conjugar sus fuerzas productivas, etcétera). En tal sentido, Guyana me recuerda mucho a Jordania: el valor de Jordania para el imperialismo no reside en su alineación con éste en el plano de lo que el interior de Jordania tiene que ofrecer, sino que reside en impedir la unificación de la Siria histórica. También me recuerda a Malvinas: trampolín para sucesivas operaciones de golpe de Estado en países terceros”, argumenta.

El amigo opina siempre con agudeza, y a uno no le queda otra que escucharlo. Habla sobre la conducta de Capriles Radonski, y sentencia: “La oposición actual es la gran compañera de viaje de los divisionistas de Latinoamérica, empezando por los ‘neogranadinos’ de ahora”. Sin duda.

El uso de Guyana para desestabilizar la región, es grave. En efecto, todos los venezolanos debemos condenar esta conducta. Granger, Capriles y uno que otro por ahí, de su comandita, serán derrotados. Son tontos útiles del imperialismo.

Hay que abrir un debate político acerca de la importancia histórica de reclamar el Esequibo en este momento. En todo el país y América Latina, por el mundo. Tenemos la razón de nuestra parte. Los imperios no podrán, por muy agresivos que se muestren. La justicia está de parte de Venezuela. El capítulo de la descolonización imperialista anglosajona en América debe ser cerrado. Por supuesto que hay algunos confundidos. El amigo lo destaca.

“Es curioso cómo parte de la izquierda es favorecedora de este juego imperialista, al negarse a reclamar por ‘no caer en la trampa del nacionalismo’. Así asumen posiciones socialtraidoras, porque confunden ‘nacionalismo’ con defensa propia frente a las estrategias de naciones agresoras que manejan sus ‘bases geográficas’ desde la trastienda. Me hace mucha gracia cómo muchos trotskistas se llenan la boca contra la Escuela de las Américas, y al mismo tiempo se insolidarizan con Argentina en el contencioso de las Malvinas. Hablan mucho del imperialismo en abstracto, pero en lo concreto no ven que éste necesita territorios-lanzadera, y que ante eso no se puede ser neutral: o se es patriota, o se es enemigo de los oprimidos”, concluye.

Hay que pelar bien los ojos. En esta Tierra de Gracia debemos llamar a la paz entre los pueblos del mundo. Que la justicia sea la medida. Que nuestro reclamo del Esequibo sea visto como una obligación patriótica. Rechacemos a los infelices opositores que quieren descalificar tan justa causa, pretendiendo presentarla como un cometido electoral. Qué infelices. Hay que derrotarlos.

En síntesis, queda por decir: ¡El Esequibo es nuestro!

El mundo cruel de los reaccionarios

Venezuela es un país realmente independiente. Un mandato de nuestros libertadores y un compromiso con las próxima generaciones. Solamente queda comprender los retos del mundo de hoy. Debemos cuidar nuestro país. Eso obliga a derrotar a los reaccionarios internos que se visten de demócratas y de libertades para engañar al pueblo. Hay que derrotar las pretensiones neocoloniales de factores de ultraderecha aliados al Imperio.

La ultraderecha plutocrática mundial está alzada. Tenemos un mundo en vilo. La guerra es una amenaza cotidiana. Con qué facilidad se habla de bombas nucleares, precisamente de aquellos países que la poseen en grandes cantidades. Hasta se pretende legislar para Estados Unidos, y para el resto del mundo. Con el argumento de imponer la paz y la estabilidad ya medio mundo se ha acostumbrado a ver países invadidos, a ver gobernantes farsantes, que admiten bases norteamericanas en sus territorios.

Ok, hay que dar el debate a los opositores perrorabiosos. Hay que confrontarlos. Hacen guerra económica y luego dicen que es mentira. Sirven al Imperio y luego esbozan frías consignas de “liberación nacional” que nadie escucha, por fortuna. Por ahí merodean, escriben en columnas de medios, o gritan en programas audiovisuales esa caterva de aventureros, políticos, académicos y estudiantes supuestamente de Venezuela, asistentes a universidades, centros académicos, think thank, y cuanto foro hay de apologetas del pensamiento imperialista estadounidense. Al final terminan al servicio de la CIA.

La reconfiguración de la agenda del Pentágono, mientras más reaccionaria pareciera que da mas votos entre los conservadores gringos. Es la moda imperialista. Y hay una batalla entre Donald Trump y John McCain. Este Donald Trump, hace tanto ruido. “Nada hace tanto ruido como un carro viejo y un diputado nuevo”, dijo el gran poeta. Bueno, Donald Trump le esta ganando a John McCain, al menos en lo ruidoso, racista, que es bastante.

Estamos ante una carrera loca para ver quien es más reaccionario. Pregúntenle a Carlos Blanco y Gustavo Tarre, asesores de María Machado, qué piensan del pensamiento de Donald Trump. O a Moisés Naim, anglosionista muy cercano a Capriles. No pregunten nada a Chúo Torrealba porque eso es muy fuerte para él. A Aníbal Romero sí pueden preguntarle. Él sabe más que pescao frito y es asiduo a los más reaccionarios e imperialistas centros académicos gringos. Ah caramba, no quiero empavar esta pagina por culpa del señor Aníbal romero. Mejor lo dejamos así.

Pero el asunto es grave. Según reporta el “New York Times” del pasado 9 de junio, John McCain habló ante sus colegas parlamentarios. “Nuestra primera prioridad siempre ha sido y será siempre la seguridad estadounidense, nuestra seguridad nacional. De inmediato pregunto a los que están en oposición a esta rocambolesca interpretación de la seguridad nacional gringa, “si tienen algún sentido de la realidad de lo que esta pasando en el mundo”.

Y en efecto, todo es cuestión de interpretación del concepto de soberanía. Los venezolanos tenemos nuestros intereses y debemos defenderlos. Para los que sirven al Imperio la soberanía no importa. Esto conlleva un reto: debemos derrotar a esta camada de políticos que van a Washington a alinearse. Aquí luce como campeón el señor Capriles Radonski.