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Jesús Casique: “El cierre de la frontera no va a corregir nada”

“Cerrar las fronteras tiene un impacto monetario muy duro en el intercambio comercial entre ambos países”, dice el economista Jesús Casique


Enrique Meléndez

A juicio del economista Jesús Casique la medida del cierre de la frontera con Colombia no va a corregir nada. Considera que eso está afectando el comercio entre ambas naciones, porque “no se pueden hacer intercambios de productos con Colombia”. “Afecta a los comerciantes colombianos, como a los venezolanos”, advierte Casique.

¿Qué ha sucedido con el llamado dólar de Cúcuta, a partir del cierre de las fronteras?

El tipo de cambio en las fronteras se ha comportado de una manera muy volátil; básicamente, debido a los controles de cambio y de precios. El gobierno ha tratado de minimizar el incremento del tipo de cambio paralelo, pero eso es prácticamente imposible. Incluso, en la última semana se ha incrementado más y esto porque se efectúan procesos de arbitraje.

Arbitraje es comprar barato, y vender caro, que es lo que se llama bachaqueo. En la medida en la que existan los controles, el arbitraje será imposible de controlar. El subyacente es que el gobierno no tiene ningún tipo de voluntad en atacar los problemas de fondo que confronta la economía.

Incluso, hay precios de los productos en el mercado que el gobierno tiene hasta cinco y ocho años que no ha ajustado y, obviamente, este es un objetivo perverso, para generar arbitraje en forma tradicional, para efectuar bachaqueos. De modo que siempre estará a la orden del día todo este tipo de distorsiones económicas hasta que el gobierno no tome medidas correspondientes, tanto en materia cambiaria, como en materia de precios.

¿Usted cree que el cierre de la frontera es la medida correcta para combatir dicha distorsión?

Eso no va a corregir nada. Eso lo que está es afectando el comercio entre Colombia y Venezuela de una manera muy fuerte: camiones con mercancía paralizada. No se pueden hacer intercambios de productos con Colombia. Es muy difícil el tránsito. O sea, que tanto afecta a los comerciantes colombianos, como a los venezolanos.

Hay que tomar en cuenta que Colombia se trata de un país donde prevalece la libertad económica, el respeto a la propiedad privada. La inversión extranjera directa ha crecido de una forma bien importante, y si lo comparamos con Venezuela, nuestro país está atravesando por una recesión económica muy fuerte y una medida, como la de cerrar las fronteras, tiene un impacto monetario muy duro en el intercambio comercial entre ambos países.

Estas son medidas económicas aisladas. El gobierno tiene que trazar un programa económico a corto, mediano y largo plazo coherente, con la inclusión del sector privado del país. En caso contrario, tomar medidas aisladas y endilgarle los problemas al sector privado, lo que va a acentuar el flagelo de la escasez en el país.

Pero el gobierno ha venido demostrando con cifras el ahorro que se ha tenido en materia de gasolina y de otros productos que con la frontera abierta salen diariamente por allí.

Ese es el discurso político del gobierno central. Ese es un discurso que en ningún momento los venezolanos van a comprar. El caso cierto es que Venezuela está atravesando por la mayor inflación del mundo, altos niveles de escasez, de desabastecimiento. Afrontamos una situación de estanflación económica.

Ese es el tipo de argumento que no tiene consistencia en materia económica. No pueden cerrar la frontera persecula seculorum, porque van a deteriorar el aparato productivo del país.

¿Eso tiene un componente político? ¿Por qué se dice que en el subyacente hay cierta intención electoralista?

Obviamente eso tiene un componente político: crear el caos, endosarle la culpa a Colombia para poder obtener réditos en los procesos electorales y de alguna forma solapar que la guerra que en verdad hay en Venezuela no es económica, como sí cambiaria, ya que el grueso de las divisas las maneja el gobierno central.

Por otra parte, el modelo que se maneja en el país es un manejo obsoleto, arcaico y primitivo, de modo que tienen que buscar algún pretexto, alguna forma de soslayar todos estos problemas, donde aparece un Mesías que es el que va a resolver los inconvenientes. Resulta ser que el Mesías, en lugar de resolver los problemas, los está acentuando cada vez más.

Entonces, también tiene un componente político eminentemente electoral.

¿A usted no le parece que la política colombiana allí en la frontera es demasiado discreta frente a estas vicisitudes?

El problema es la moneda venezolana. La extracción es porque, obviamente, es muchísimo más barato comprar en Venezuela; luego trasladas la mercancía para la frontera y ahí la vendes a un precio muchísimo mayor. Ahora, esto no se resuelve sino equilibrando los precios entre Venezuela y Colombia, y devaluando.

Entonces, en la medida en que continúe el tipo de cambio sobrevaluado va a haber incentivos perversos como la corrupción, los procesos de arbitraje y cazadores de renta, buscando ingresos con la ventaja que les ofrece un modelo obsoleto, que quedó caduco desde hace años.

Arbitraje es comprar barato, y vender caro, que es lo que se llama bachaqueo

En esta semana trascendió a los medios de comunicación una opinión de expertos en economía, y quienes llegan a la conclusión de que, de continuar por este camino, vamos a una inflación de 200% y a un dólar a 2000 bolívares a finales de año. ¿Está usted de acuerdo con estas estimaciones?

Sí, porque estamos hablando de una inflación intermensual de 9,5% y 10,5%, y cuando a estas cifras las anualizamos la inflación estaría bordeando entre el 190 y el 195 por ciento. O sea que si la inflación intermensual fuera de 12% o 12,5%, podríamos estar hablando para el 2016 de una inflación de 270% o 280%.

Incluso, el BCV no ha publicado la inflación de 2015, aunque ya debe estar rondando la acumulada hasta agosto en un 154%, aproximadamente. Incluso, las cifras del Cendas, en ese sentido, son lapidarias, pues allí se reporta que entre julio de 2014 y julio de 2015 el incremento de la canasta familiar alimentaria ha sido de 228,5%.

Esto es un indicador de cómo va la inflación en Venezuela hasta el mes de julio de 2015, comparándola con julio de 2014. ¿Qué bolsillo de algún venezolano puede tolerar una inflación, interanualmente, de 228,5%? Eso es imposible. Eso es un golpe al poder adquisitivo, pero letal. Cuando revisamos las cifras del Cendas en ese mismo lapso vemos que la canasta básica familiar se ha incrementado en 201,4 por ciento. De modo que no es descabellado decir que este año pudiéramos estar cerrando con una inflación entre el 198 y el 200%.

¿Qué sucedería si el gobierno, como un recurso de última hora, a propósito de la realización de las elecciones en noviembre eleva el salario a diez mil bolívares?

Eso sería demagogia y sería populismo. Primero, el gobierno lo que tiene que fomentar es la productividad en Venezuela. Incrementar los salarios con una inflación desbordada al final del ciclo va a terminar pulverizando cualquier incremento salarial, y esa no es la solución.

La solución es las que hemos venido planteando los técnicos que el financiamiento del BCV a Pdvsa está en el orden de los 147 mil millones de dólares, lo cual es el equivalente a nueve veces las reservas internacionales, y la liquidez monetaria interanualmente ha crecido 94%. Entonces, ¿cómo va usted a controlar la inflación con indisciplina fiscal y con indisciplina monetaria?

Eso es populismo y demagogia, y si llega a incrementar el salario; bueno, llevará a las empresas a la quiebra, porque hay un férreo control de precios en Venezuela, donde no hay libertad para incrementar los precios, y eso va a afectar la estructura de costos de cada una de las compañías, y después al final tendrán que bajar la santamaría.

Porque si usted aumenta el salario con altos niveles de inflación, entonces estaría entronizando el flagelo. Tendríamos altos niveles de inflación persecula seculorum, pues para abatir la inflación lo que tenemos es que diseñar un programa económico coherente a mediano y largo plazo, y con el apoyo del sector productivo del país, mientras el gobierno se ciñe a una férrea disciplina fiscal y monetaria.

Un factor fundamental sería incrementar y generar confianza en la inversión extranjera directa, que está alicaída, y debido a las muchas trabas que hay para invertir en Venezuela.

Se decía que estábamos a semanas del agotamiento total de los inventarios y hasta ahora no se ha presentado la explosión social. ¿Acaso el venezolano se adaptó a esta circunstancia de subsistencia?

Obviamente que los inventarios han disminuido, porque no hay divisas para el sector privado del país; la preferencia es para el sector público en Venezuela. Lo que quiere decir que el gobierno no tiene margen de maniobra para el sector privado; incluso, las convocatorias que se han hecho por el Sicad son apenas de 500 millones de dólares, lo que me parece un saludo a la bandera.

Eso no es nada. Con eso usted no va a reactivar el aparato productivo. Aparte de que estamos hablando de subastas, no de liquidaciones. De manera que el gobierno se ha convertido en el gran importador en Venezuela. El problema es que la caída del precio del petróleo disminuye el ingreso de Pdvsa y, efectivamente, caen las importaciones.

Además, si el sector privado no tiene libertad para fijar precios, y si el gobierno no reconoce el mercado paralelo, que eso es lo que el gobierno debería hacer, para que se puedan reconocer los precios, tomando en consideración, de no hay dólares oficiales para el sector privado, seguirán disminuyendo los inventarios y continuaremos con este escenario de escasez y desabastecimiento.

A raíz del “dakazo” de 2012, el gobierno corrió con suerte, puesto que convenció a la opinión pública de que los precios estaban abultados y que los culpables de la guerra económica eran los empresarios. ¿El gobierno no tendría una carta de estas debajo de la manga para estas elecciones?

Los gobiernos de corte de izquierda tienen que buscar culpables. No reconocen sus fallas y sus errores. El problema es que cuando hubo el “Dakazo 1” 1 y el “dakazo 2”, el sector comercio conservaba algunos inventarios y eso le daba margen de maniobra al gobierno para poder intervenir y, con ello, confiscar mercancía y productos.

El problema es que hay otra situación, y es que no existen productos, no hay mercancía. Unido a esto hay una gran zambumbia ideológica por parte del gobierno, pues no se sabe a qué llama inventario y a qué llama el gobierno acaparamiento.

Esto es lo que ha llevado al sector comercial a no tener inventarios, porque lo que pretende este gobierno es hostigarlos para llevarlos a la quiebra.


El trapo rojo de Giordani

Hay sectores, como Marea Socialista, que piden investigar el destino de unos 250 mil millones de dólares que han sido otorgados a personas particulares. ¿Qué opinión le merece esta posición?

Giordani lanzó el trapo rojo de que hay que investigar los 25 mil millones de dólares que se entregaron a empresas de maletín, pero realmente aquí hay que investigar los recursos del Fonden, que ha recibido 131 mil 566 millones de dólares, producto de 50 mil 900 millones de dólares del BCV, que han debilitado las reservas, y de Pdvsa 80 mil 577 millones de dólares.

De modo que hay que ir más allá de los 25 mil millones de dólares, investigar más de 131 mil millones de dólares, pues no se justifica que entre el año 2008 y el año 2009, que fue el boom petrolero en Venezuela, instantes en los que ingresaron 290 mil 672 millones de dólares, estemos atravesando por esta situación de penuria.

Si revisamos la cifra de los ingresos petroleros desde el año 1999 hasta septiembre del año 2014, observamos que el total se ubica en 842 mil 741 millones de dólares. No se concibe entonces que arrastremos esta situación tan deficitaria.