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Chang-chuyo, bolivariano

El funcionariado chino no perdona títere con sombrero a la hora del guiso, término que los bolivarianos creían de su propia autoría


O.E.

Richard Mc Gregor, excorresponsal por muchos años de “The Australian” en Pekín, en su best seller “El Partido: los secretos de los líderes chinos” trad., Tuner editores, 2011; Guy Sorman, reputado periodista francés, en “China, el imperio de la mentira”, trad., Ed. Suramericana; y el Premio Nóbel, Mo Yan, en su libro de relatos “Shifu, harías todo por divertirte”, trad., Ed. Kailas, 2012, nos testimonian cómo el funcionariado de ese país, alto, bajo y medio, no perdona títere con sombrero a la hora del guiso y del cuánto hay pa’ eso, términos esos, que los bolivarianos creían de su propia autoría, pero que son vulgares traducciones, rojas rojitas, del mandarín.

Alguna vez “The New York Times” publicó un seriado sobre de Wen Jiabao, primer ministro chino durante 14 años. Represor, déspota, retrógrado, sus paisanos lo apodaban “El Abuelito”, como concesión graciosa a su supuesta austeridad. Pero no existen semejantes altibajos en la moralidad de los seres humanos. Todo gobernante gorila es ladrón. O viceversa.

Han sido los casos, también, de Pinochet, Fidel y Raúl Castro y del pupilo más abyecto de estos últimos. No hay mirones ni traductores, en la reunión. Los primeros, podría exigir coimas, después, a cambio de sus silencios; y los segundos, resultan innecesarios. Luego de intercambiar los saludos protocolares, los interlocutores superan, de inmediato, el supuesto abismo idiomático.

Es cuando acuden al lenguaje universal. A saber: el canto de una mano sobre la otra mano, imitando los movimientos acompasados de un serrucho. Riquirriqui. A continuación, la mano derecha enarbolada del otro interlocutor, abriéndose y cerrándose, repetidamente, igual que una mandíbula batiente. Clap, clap, clap.

El otro dialogante, replica con golpes contra su estómago, como quien suena un tambor ¡pong, pong! a lo que el interpelado, le da el “sí” dándose palmadas sobre el bolsillo donde guarda la billetera, flap, flap, flap ¡Acordado el megaempréstito chino-bolivariano! ¡Chinito, maaaaluco, ladlón!