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El Gobierno militar de Venezuela y la sombra de Allende

Gobierno militar Diosdado Cabello, Vladimir Padrino López, Nicolás Maduro

El desgobierno de Maduro no tiene un programa serio de superación de la crisis. Actúa en una especie de Disneyland político


Heinz Dieterich

  1. El Gobierno Militar de Venezuela

Con la instalación del “Comando Nacional de la Gran Misión Abastecimiento Soberano y Seguro bajo el mando del Presidente de la República y del General en Jefe Vladimir Padrino López”, el Gobierno venezolano se ha convertido, de hecho, en un gobierno de las Fuerzas Armadas; con un gabinete, donde hay sólo dos decisores: el General Padrino López y el capitán Diosdado Cabello. Los demás ministros son elementos prescindibles de coreografía, encabezados por Maduro: una figura tragicómica, medio bufón, medio crucificado, que comunica las decisiones tomadas por las fracciones de poder.

  1. Objetivo estratégico y táctico del Gobierno Militar

A la luz del objetivo estratégico del Gobierno de facto Cabello-Padrino López, la estratagema de entregar todo el poder a los militares (militarización), es lógica. Para cualquier observador sensible es evidente, que este objetivo estratégico está definido como “el continuismo sin Maduro”. Es decir, dejar el Gobierno en manos del vicepresidente Istúriz y evitar eventuales elecciones generales. El objetivo táctico   —precondición del triunfo estratégico— consiste en impedir la caída de Maduro antes del 2017. Pero, la militarización del Estado como ultima ratio regum (último argumento/poder de los reyes) no sólo es una maniobra lógica, desde el punto de vista del Gobierno, sino un viejo ardid y una lección vital histórica para triunfar en la lucha actual por el poder. Salvador Allende en Chile, Wojziech Jaruzelski en Polonia y Raúl I. Baduel sirven como modelos para aclarar la incógnita, de que si la militarización del Estado puede ser una estrategia triunfante en Venezuela. La respuesta evidente es negativa: que las probabilidades son muy escasas.

  1. Disneyland en Venezuela: las razones del fracaso

Entre los factores que indican el probable fracaso de la estrategia en Venezuela, están los siguientes: 1.- De los cuatro pivotes de poder del chavismo original: el líder carismático, las masas, el petróleo y los fusiles, hoy día sólo queda el último. 2.- Istúriz, el reemplazo previsto, es tan desprestigiado como Maduro. Oportunista ante el poder chavista original, repetidor incondicional y gris de las fracasadas recetas oficiales actuales, ese mismo que le dio al chavismo su primera derrota electoral al perder las elecciones de la CTV contra el golpista Carlos Ortega en el 2001, no despierta el entusiasmo de un Nuevo Amanecer en las mayorías, que requiere el chavismo. 3.- La ineptitud estructural del des-gobierno venezolano, para resolver los problemas de las mayorías, es la causa principal de la tragedia que vive el país. El desgobierno de Maduro no tiene un programa serio de superación de la crisis. Actúa en una especie de Disneyland político o Pokémon Go, creando cada día nuevas instituciones virtuales, fincadas en la ilusión del Estado omnipotente y bautizadas con el fetichismo de la jerga militar (estado mayor de…). La idea, de que los militares puedan resolver los problemas económicos del país, dentro de la suicida política económica actual, es patológica: una delusión (alucinación). 4.- El apoyo internacional se debilita: la fuerza de la Internacional Socialista (Zapatero) se disminuye, con el triunfo electoral de Rajoy; lo mismo sucede con la Unasur (Samper), por el fortalecimiento de la derecha post-Rousseff y post-Kirchner y la incipiente crisis económica de Cuba; China no actualiza su contradicción de superpotencia del Siglo 21 —atentismo confucionista y, en consecuencia, no usa su poder de intervención en Venezuela. 5.- Mientras, la derecha internacional avanza implacablemente (OEA, UE, medios). 6.- Y el factor más importante: los ciudadanos muy probablemente no aceptarán que se prolongue el status quo actual hasta el 2017, y se levantarán.

  1. Los militares como rescatistas

El ejemplo más claro de un papel progresista-salvador de las Fuerzas Armadas lo proporciona la misma Venezuela: la salvación de la democracia (burguesa) por la resistencia armada de los militares constitucionales, encabezadas por el general Raúl I. Baduel. Dos experiencias diferentes aportaron Chile y Polonia. Cuando la criminal agresión estadounidense (Nixon, Kissinger) socavó los fundamentos de la convivencia civil y del orden público de la democracia burguesa chilena, el presidente Salvador Allende trató de defender el proceso, sustituyendo los circuitos civiles claves del Estado con militares. La estrategia fracasó. Ocho años después, el general Jaruzelski, presidente de la Polonia del Socialismo del Siglo 20, repitió la estratagema. También naufragó. Allende no pudo preservar la democracia burguesa y Jaruzelski no pudo preservar el régimen socialista. Las circunstancias históricas de los tres casos difieren, pero, su lección vital es la misma: sin adecuada comprensión del Estado como sistema de poder, no hay triunfos políticos.

  1. El Estado: Leviatán destructor o Salvador

El Estado es un sub-sistema de poder compuesto por anillos de fuerzas concéntricas. Su centro de gravitación —su origen de poder decisivo— es la Fuerza Armada; su razón de ser, la destrucción física de las amenazas internas o externas al macrosistema socio-económico-político, al cual sirven. De ahí, que las decisiones de Allende y Jaruzelski, pese a sus diferentes relaciones y objetivos de clase, eran congruentes con su razón de ser: la defensa del sistema dominante. De hecho, eran la única estrategia disponible en la fase de transición que le tocó vivir a los dos políticos. La única, salvo que optaran por cambiar el carácter del proyecto histórico defendido o que buscaran una coyuntura viable de recuperación ante las fuerzas adversas, como hizo Lenin con la Nueva Política Económica, o los sandinistas en su famosa “retirada a Masaya”.

  1. Militares fundacionales y China: únicas fuerzas de salvación posible

Esta es la dicotomía y opción actual en Venezuela. Seguir con la estratagema de Allende y Jaruzelski y terminar derrotados, o implementar una estrategia de transición viable, cuyos imperativos son evidentes para todo ser pensante. Debilitado el apoyo internacional de los gobiernos progresistas y el Gobierno cautivo en su Disneyland político, quedan sólo dos fuerzas progresistas con el poder de negociación suficiente, para cambiar el rumbo autista del Gobierno: los militares fundacionales del chavismo original y China. Si no se imponen, la continuación de la estrategia de Cabello-Padrino tendrá su fin catastrófico programado, que arrastrará a Cuba, Nicaragua, Ecuador y Bolivia consigo hacia el abismo.