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Defensa del salario ya

La responsabilidad mayor de los sufrimientos del pueblo venezolano la tiene esta burguesía cleptómana, antiética y anti venezolana


Julián Rivas

Además del clásico deseo de ganancia y acumulación de capital que tiene cualquier capitalista, el monstruo que agrupa en las cámaras de industria, comercio y banca en Venezuela, que tiene el apoyo y los servicios de periodistas y columnistas palangristas, ha desatado odios y prejuicios sociales en capas supuestamente “altas”, para destruir al país y entregarlo al imperialismo estadounidense. Esto lo repetiremos cuantas veces haga falta. Todo venezolano está obligado a defender su país y confrontar al enemigo por la calle del medio.

Debemos hacer unas observaciones. No solamente basta con la vigilancia de las autoridades. Se requiere la participación del pueblo y particularmente de los trabajadores. Incluso hay que abrir un debate sobre la cultura (pero no esa cultura oficialista, de eventos sin significación para la emancipación del pueblo). Producir es el reto, y puede haber iniciativa privada, de gente sana. Ah, pero los chinches y todo bicho chupasangre que exista en el comercio, debe ser desenmascarado y sancionado.

Hay una tendencia en los países capitalistas que han sufrido crisis económicas a vender la idea de que la inflación es aceptable para la reactivación del aparato productivo. Por supuesto que esto significa “dejar hacer” a la burguesía, inclinación y tentación para los falsos rojos, en el caso que nos toca. Ojo, mucho cuidado.

Está el caso de las empresas de encomiendas, que ya hemos aludido. Pongo ejemplo de una: Zoom. Cinco kilogramos de una encomienda a una ciudad a mediana distancia, por ejemplo, desde Caracas a Barquisimeto, El Tigre o Acarigua, en esta empresa es más caro que un boleto de avión a la misma ciudad. ¡Más de 6 mil bolívares! Cualquier mortal pesa más de 50 kilogramos, y si sube a un autobús a las mismas ciudades, e incluso a Mérida y San Cristóbal, de repente con ese mismo monto de dinero que significa el costo de 5 kilos y su precio en Zoom, va y viene.

Es más, el asunto es tan oneroso, y ridículo, que si a alguna aerolínea se atreviera, usted podría mandar la encomienda de 5 kilos como pasajero. Señor, este pasajero no lleva equipaje, ni pedirá agua ni refrescos, ni ensuciará el baño. Mejor pasajero no hay.

«Lo de Venezuela no es crisis humanitaria. Esa pretensión de hacer ver que en Venezuela hay hambruna como si fuera producto de choques bélicos es propaganda inverosímil»

Igual la cerveza, hasta hace poco la bebida de los pobres. Supongamos que la pagamos a dólar Cúcuta, lo que ya representa un robo, nos damos cuenta que todavía es cara. Increíble, en Venezuela vemos que la cerveza es más cara que en muchos sitios de Europa, España, sea el ejemplo, donde el salario es mayor. Hay que corregir esto, ¡por Dios!

Lo de Venezuela no es crisis humanitaria. Esa pretensión de hacer ver que en Venezuela hay hambruna como si fuera producto de choques bélicos es propaganda inverosímil. En todo caso, ¿aceptaría Consecomercio que se señalen a comerciantes e industriales como gestores de “crímenes de guerra económica”?.

La señora “Fea con Bolas”, que preside Consecomercio, seguramente se sentirá ofendida con este asunto. Yo reclamo mi derecho a opinar, la libertad. Por cierto, si uno dice que esta señora es más fea que una patada en un lugar sensible, a uno lo llaman grosero. Pero Angel Rosemblat, en su libro “Buenas y malas palabras”, se atrevió a escribir, “más fea que negra en dormilona”. Le dio validez a una expresión racista, lo que en todo caso es mentira. Una de las mujeres más bellas del mundo, la vi en Cumaná, una negra de esos barrios cercano a la playa.

Pero la burguesía venezolana, dependiente del Imperio y de vocación supremacista blanca, euro céntrica, hace guerra económica y luego dice: yo no fui. Dicen que el venezolano está a dieta y la culpa es del “reeégimen”. Por supuesto que el “régimen”, valga la expresión en este punto, ha cometido errores, atribuibles a los falsos rojos fundamentalmente.

Hay errores de dirección del proceso. Y lamentable que todavía meten en el mismo saco de la lucha contra el bachaqueo a varios alcaldes, concejales y gobernadores irresponsables.

Pero la responsabilidad mayor de los sufrimientos del pueblo venezolano la tiene esta burguesía cleptómana, antiética y anti venezolana. Sufren los pobres, las mujeres (hasta las toallas sanitarias escondieron), los animales (en San Fernando de Apure, parece que no hay alcalde, los perros y gatos están hambrientos en todos lados); y con el efectivo que da un tele-cajero de banco no alcanza ni para un refresco de cola. No hablemos de comprar un raspado. Increíble.

A propósito de nuestra anterior nota, en la que hablamos a Alain de Benoist, un facho europeo que presume de demócrata como es corriente entre los fascistoides, nuestro amigo Tamer Sarkis emitió unos comentarios. Tamer es todavía un joven, amigo de Barcelona, Cataluña, España, al que considero toda una autoridad en el pensamiento revolucionario. En cualquier lugar del mundo, donde lo pongan, opina con un conocimiento y una firmeza que combina criterio político, postura revolucionaria y argumentos irrefutables. Me dice:

“¡Por supuesto! La élite burguesa dependentista intenta auto-idealizarse como única productora de cultura. Aún así, Benoist habla de aristocracia en términos de valores: restituiría la producción de ilusión vital frente a la inversión judaica de los valores, encarnada en el utilitarismo burgués, y que garantiza la dominación no de los mejores, sino de los rasgos utilitaristas profesados por la burguesía, y que manipulan las relaciones sociales, vendiendo imágenes ideológicas y mercantiles de aquello privado por el burgués, y solo realizable bajo nuevo orden de burocracia”, advierte.

Lo que ocurre en Venezuela, con una derecha cuyos partidos son financiados por Washington, toda una amenaza, obliga a redefinir la política desde lo colectivo, con pueblo y obreros reclamando mejores salarios. Defensa del salario. Basta de especulación y deterioro de la moneda venezolana, lo que destruye el poder adquisitivo del trabajador. Esta es la tarea revolucionaria hoy, que no harán partidos burgueses. Es tarea de revolucionarios.

Se trata, al modo que advierte Ernest Mandel, de lograr “reivindicaciones transitorias que corresponden a la vez a las necesidades más apremiantes de los trabajadores y a la necesidad histórica de orientar sus movilizaciones en un sentido anticapitalista acentuado”. Esto conlleva a un real “gobierno de los trabajadores, con un plan de desarrollo de la economía fundado en la satisfacción de las necesidades de las masas”. Más nada. ¡Viva el pueblo!