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Picapiedras

Todo intento de regresar a un pasado pretendidamente idílico está condenado al fracaso. En particular cuando los promotores buscan darle una patada a su pobreza


O.E

El Picapiedras Bolivariano apretó el acelerador del Mercedes blindado en el que acostumbraba a dirigirse al “trabajo”: 1.200 “horsepower»” 800 mil dólares al brinco rabioso, a toda velocidad por Piedrópolis, capital de aquello que fue país del siglo XXI, ahora reducido a escombros prehistóricos. Incluido el castellano, o ex castellano, idioma degenerado en coprolalia cavernícola.

Por “acelerador”, por ejemplo, debía entenderse el látigo con que el Picapiedras hacia que su limo “picara” cauchos; por “horsepower” las dos mulas a las cuales iba atado el exautomóvil a causa del feroz de desabastecimiento que campeaba fueros. Desde modestas bombillas hasta acumuladores para Mercedes, pasando por papel toalé. Por algo más que esto, sin embargo, apestaba el susodicho.

Por “trabajo” de este último habría qué preguntarse si lo era, en realidad, saquear, hacer tierra arrasada, pulverizar piedras y metales preciosos, incluidos lingotes del Banco Central.

Quienes hayan visto la celebérrima serie televisiva recordarán que el Picapiedras tenía un segundo de a bordo: Pablo Mármol, ojos verdes, rechoncho y de baja estatura (moral). Compinches, pero en lo absoluto amigos. Frente a las cámaras de TV eran todo amapuches. Pero no bien daban espaldas, las puñaladas traperas menudeaban. “Enano”, así lo denostaba El Picapiedras.

¿Se acuerdan de aquella trona mental según la cual se le posó un pajarito, en el lomo, con mensajes del más allá?

Según la leyenda negra difundida por El Enano, eran mensajes del más acá. De ningún colibrí, turpial, ni cucarachero, sino una madre de perico, con todo el alto octanaje que tienen tal clase de voladoras.

“Más perico será usted y además trafica con ellos”, contraatacó Picapiedras, a través de testaferros.

Todo intento de regresar a un pasado pretendidamente idílico está condenado al fracaso. En particular cuando los promotores de lo retro lo único que buscan es darle una patada a su pobreza.

Picapiedras, su Enano moral y la caterva de pitecantropus que los secundaron terminaron mal. Revocados, picando rocas de las buenas. Y en las colonia móviles de El Dorado.