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Las dificultades actuales en medio de la ignorancia

Quienes se presentan como opción positiva de cambio, en el pasado demostraron su desamor por las ciencias y la tecnología


Luis Fuenmayor Toro

En ese momento de grandes dificultades en todos los órdenes, no sólo económicas, aunque estas puedan ser las más importantes, sino también en el ámbito social, posiblemente las más sentidas por la población, es muy importante la contribución que puedan dar los profesionales de todas las áreas, así como los investigadores científicos y tecnológicos, para ayudar a abrir vías efectivas en el difícil proceso de generar e instrumentar las urgentes soluciones que requiere el país, tanto en el corto plazo para salir de la crisis, como en el largo plazo para evitar cometer los mismos errores de los últimos casi 60 años. Somos parte de quienes saben que sólo el conocimiento científico puede auxiliar a los pueblos atrasados en la superación de sus graves dificultades y, sobretodo, limitaciones.

Y mucho más en el caso de nuestra gente, de nuestro pueblo, muy atrasado y víctima de la miseria e ignorancia, pese a que hayamos nadado en petróleo desde hace casi un siglo o de que podamos ahora cambiar coyunturalmente, para navegar sobre el oro y otros metales y minerales preciosos, acumulados por la naturaleza en el llamado Arco Minero del Orinoco.

En ambos casos se trata de materias primas muy apreciadas y apetecibles en el mercado internacional, pero materias primas al fin y al cabo, cuya explotación no requiere tecnologías dificultosas y, si las requiriere, allí estaría el antiimperialista gobierno de Maduro listo para actuar como lo hicieron los gobiernos de la mal llamada cuarta república.

El Gobierno de Nicolás Maduro, fiel al legado de Hugo Chávez, aunque algunos que se presentan como alternativa de cambio les disguste, pues se dicen los verdaderos continuadores de dicha herencia, ha continuado su política de mantenerse ajeno y enemigo del conocimiento científico y de las instituciones y hombres que lo producen.

Ante los problemas existentes y que sufre principalmente nuestro pueblo, prefiere invocar a los espíritus de la sabana, al Cristo de La Grita, a la “sabiduría de los chamanes” y a los saberes populares y ancestrales o, incluso, a las prácticas de “los paleros” y los “babalaos” cubanos, antes que recurrir a lo que aún nos queda de gente formada sobre la base del estudio serio y el trabajo y el desarrollo de las ciencias y la tecnología nacional.

Nuestras universidades y centros de investigación han sido abandonados por el Gobierno, que además los hostiga directamente a través de un funcionariado ignorante, generado en estos 17 años de desastre organizado, así como mediante las acciones de unos delincuentes mercenarios, que los asaltan, desvalijan y destruyen, y evitando, con subterfugios legales y populistas y la acción de un poder judicial corrupto, que las distintas comunidades académicas puedan asumir su propia dirección y conducción manteniendo unas autoridades, que son la antítesis de la academia.

Nuestras escuelas primarias y secundarias son el ejemplo de lo que no deben ser las instituciones educativas y, mucho menos, las de estos niveles. Maestros y profesores sin los conocimientos debidos para asumir la labor docente, incompetentes, completamente desmotivados, con concepciones pedagógicas equivocadas, sin ninguna supervisión, muy mal pagados, sin condiciones mínimas de trabajo, algunos humana y socialmente dañados y en muchas ocasiones atemorizados hasta por sus propios discípulos.

Edificios escolares en pésimo estado, hasta peligrosos para la salud de sus usuarios, sin los servicios básicos, víctimas de los delincuentes, quienes además se mezclan con la población escolar de niños y adolescentes para la venta de alcohol, cigarrillos, drogas o la seducción sexual de menores.

Esta situación tiene como base una concepción según la cual el conocimiento es un valor del capitalismo, propio de burgueses y vendepatrias, por lo que hay que anteponerle los saberes ancestrales y el conocimiento del pueblo, único que puede ser verdaderamente revolucionario. De allí que las universidades creadas por el Gobierno chaveco, las mal llamadas bolivarianas, sean realmente una caricatura, y muy mala, de lo que deben ser estas instituciones en el ámbito regional y mundial. De allí también que se maltrate y descalifique a las universidades más viejas y de mayor desarrollo.

Cuando el Gobierno habla de desarrollo científico lo hace únicamente con la intención de engañar y de continuar con la demagogia manipuladora de la conciencia de los venezolanos.

La situación se agrava si consideramos que quienes se presentan como opción positiva de cambio, independientemente de que tengan en este sentido un discurso diferente, en el pasado demostraron su desamor por las ciencias y la tecnología, agredieron también a las universidades, las allanaron, les negaron los recursos necesarios y prefirieron importar conocimientos producidos en otras latitudes, para la solución de problemas y situaciones coyunturales.

Nuestro país jamás avanzará ni eliminará la miseria y el subdesarrollo si persiste en negar el crecimiento y desarrollo de las ciencias y la tecnología.