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Con miedo o con El Miedo

En la “Robolución” hay que convivir y malmorir con El Miedo


O.E

No es igual tener miedo que vivir con El Miedo.

Normal que, varón, de este domicilio, 68 años, se despierte a las dos ante meridiem. Lo que no es normal es que al ir, a lo que tiene que ir, a tal edad y horas de la madrugada, se tropiece en la sala de baño con un intruso, sentadote, plácido, en el preciso lugar que demandan determinadas urgencias:

— No tiene porqué vociferar, ni llamar a la policía –le reclama el intruso, muy ofendido. Menos, todavía, amenazarme. Soy un empleado público que, como cualquiera, tiene que ganarse el pan.

¡No señor! ¡Sin insultar! ¡Pobre pero, honrado! No me acuse de pertenecer al Sebin, la Guardia Nacional –el deshonor es su divisa- ni ser polinacional. Menos, aún, por formar parte de un colectivo y venir a apalearlo por denigrar del desgobierno “robo-lucionario”. Soy El Miedo, y permítame presentarme.

En específico y como le explicaré más adelante, soy una de las subespecies de este último. El “suciodicho” desgobierno nos diseña, a todos nosotros, para ser invisibles pero muy efectivos en la elevada misión de mantener a raya a los venezolanos, sin distingo de raza, color o ideología.

Alguna falla técnica o robo de mis tornillos debe haberse producido para que usted pueda verme. Cuando caminaba en esta dirección, usted me presentía.

Seguro que venía aterrorizado por la posible falta de insumo tan indispensable.

Pero a lo que iba, a las presentaciones: soy el “Miedo al Papel Toalé”, por lo pronto, y enfatizo lo de “por lo pronto” porque acumulo méritos para un ascenso: “Miedo a que le zampen una puñalada, porque sí”, “Miedo a morir de inanición, por haber firmado el Revocatorio y aparecer en todas las listas negras”, “Miedo a que lo manden preso por cacerolear a nuestro camarado-presidento”, hasta llegar al sumum de nuestro oficio -el segundo más antiguo del mundo- “Miedo al miedo”.

Merodeamos, siempre, dentro de su casa, oficina, cuando lleva a sus hijos al colegio. Usted es valiente. Internamente no tiene miedo. Pero en la Revolución Forajida, está obligado a convivir y malmorir con El Miedo.