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Los padres del diálogo olímpico

Cómo puede ser parte del diálogo el Vaticano, una institución cuya representación en Venezuela, la Conferencia Episcopal, es parte de la conspiración


Julián Rivas

En verdad estos intelectuales rajaos son como los adecos. Si no están en el poder, la cosa está mala. La historia dice mucho de eso.

Cuando iban a tumbar a Medina Angarita en 1945 se iban en elogios a los militares y prueba de ello es el diario de AD, “La Esfera”. Cuando los sacó Pérez Jiménez del gobierno, entonces los militares fueron malos.

Cuando Betancourt y Leoni mataban y luego averiguaban, los militares eran buenos. Cuando en los teatros de operaciones torturaban campesinos y rebeldes, cuando la matanza del Caracazo, los militares eran la columna vertebral del Estado y la democracia.

Ahora, porque llevan más de veinte años fuera del gobierno, para los adecos los militares son malos. No se puede.

El economista Felipe Pérez Martí es un sujeto que fue ministro de Planificación de Chávez, pergamino que saca como su principal carta de presentación.

Es raro, porque con tantas credenciales académicas esgrime una actividad en la que fue malo por demás, como ministro de Chávez.

Estos intelectuales rajaos son sujetos bien curiosos.

Un amigo ofrece su opinión sobre este Felipe Pérez: “El tipo me parece un renegado. Si no confía en la honestidad de la Fuerza Armada, normal que tampoco confíe en el pueblo, a quien cree tan renegado como él mismo es. Sí confía en la MUD. Pero la MUD venderá el alma a sus amos a fin de no soltar jamás el poder”.

Poco preocupan los adecos. Son como las fincas de Antolín Arana, un ganadero de Apure. Parecen una chivera, hay de todo. Hasta galápagos. Provoca risa cuando uno ve que Henry Ramos anuncia que es el cambio y para peor desgracia sale al lado de Bernabé Gutiérrez o Isabel Carmona. Caramba.

El puntofijismo fue un tiempo tan antidemocrático que incluso en el gobierno de Lusinchi (1984-1989) y Pérez II (1989-1994) la persecución a quienes consideraran adversarios era asunto cotidiano.

A un amigo de Cumaná lo perseguían todos los días, y lo esperaban por los alrededores de su residencia en las noches. Era tal el acoso y el hostigamiento que el muchacho se obstinó. “Que me jodan, que me maten, pero yo no puedo estar fastidiando en casas ajenas”, dijo un día.

Iba a su casa a riesgo del acoso, una detención y la muerte. Una noche uno de los agentes de la Disip le dijo: “Parece que no tienes concha, porque siempre vienes para el mismo sitio”.

Ni con Gómez, ni con los adeco-copeyanos, jamás la cúpula de la Conferencia Episcopal dio muestras de molestia por las graves violaciones de los derechos humanos.

Estaban de fiesta con esos gobiernos despóticos. Algún cura, como Vives Suriá o el padre Matías Camuñas, o el obispo de Cumaná, Mariano Parra León, hizo críticas, pero la Conferencia Episcopal nunca. Menos algunos de los enviados del Vaticano, el nuncio apostólico.

Mire, no hay nada más torcido que la conducta diplomática del Vaticano. Por eso son los campeones del diálogo. Cuando usted vea a algún sujeto pretendiendo ser delegado para el diálogo, operador político, estilo viejo Miquilena, pele los ojos.

Los políticos maniobreros y mafiosos, de esos que tienen plata a montones guardadas en paraísos financieros, pero se las dan de limpios, siempre se presentan como imprescindibles a la hora de un diálogo de élites.

Y de élites está compuesto el Estado Vaticano, son campeones del diálogo. Esa Iglesia con el cuento de la santidad es responsable de la muerte de un millón de españoles en la Guerra Civil de los años 30 del siglo pasado.

Lo mismo que esa Iglesia tiene mucho que ver con la entronización del nazismo y el fascismo. Los invito a unas agradables lecturas, las obras de Heinrich Boll y Gunther Grass.

En Venezuela se ha hablado de diálogo. Muy bien. Pero pregunto: Cómo puede ser parte del diálogo el Vaticano, una institución cuya representación en Venezuela, la Conferencia Episcopal, es parte de la conspiración, del golpismo, y la violencia. Pruebas sobran.

Pero ahí vemos a este curita italiano con cara de bellaco y escuálido (es una redundancia), el nuncio apostólico en Venezuela, ofreciéndose como mediador. Este sujeto es taimado, y el que le crea lo menos que pierde es su tiempo.

Los años sesenta fue la época en que Estados Unidos lanzó, durante el gobierno de Kennedy, la llamada “Alianza para el Progreso”.

La pretensión de imponer democracias representativas se hacía a sangre y fuego, en el marco de la Guerra Fría. Predominaba el discurso anticomunista, como prueba de ello, estuvo Rómulo Betancourt. Y ahí estuvo la Iglesia del Vaticano.

Hablo de estas cosas, porque lamentablemente debo nombrar nuevamente a Felipe Pérez. Ha dicho que el programa de alimentos, los Clap, son soviéticos.

Entonces qué decir del Programa de Alimentos de la Alianza para el progreso. Ahí hubo tal suma de intereses que puede pensarse que eso era fruto de los adecos y el Vaticano. Todos iban ligaditos.

Era muy niño, pero algo recuerdo y con el tiempo he investigado más. En Irapa, mi pueblo, hubo un reparto de alimentos en los años 60, en esos gobiernos de Betancourt y Leoni.

Es curioso, se repartía una especie de funche o polenta, que se llamó “Funche de Padre”, porque un cura estaba en la distribución. Hagan memoria, señorones.

Y algo más ridículo, repartían una especie de chocolate en polvo, un Toddy, en una región que se caracteriza por producir un excelente cacao.

A nuestra casa no llegaban esos productos porque los adecos, que estaban en la jugada, decían que “no fuimos tan pobres”. En verdad, no hizo falta.

Sin tener una explicación conceptual absoluta, el valor trabajo que imprimía mi abuelo en casa, nos lleva a considerar que no hizo falta.

Pero en verdad, el asunto tenía una carga de sectarismo adeco, como siempre ha sido: En casa los mayores simpatizaban con Jóvito Villalba y su partido, el partido de los orientales en ese entonces.

El Vaticano siempre ha tirado la piedra y esconde la mano. No tiene que ser diferente en estos tiempos de Francisco, porque en su corto tiempo de papado no ha cambiado su cuerpo diplomático.

Así que no se sorprenda que el nuncio en Venezuela sea un adeco-copeyano y la Conferencia Episcopal tenga sujetos como Luckert o Diego Padrón.

Para cerrar, un episodio que despertó con fuerzas las pretensiones de diálogo del Vaticano se dio en el siglo 16. Carlos I de España y su hijo Felipe II sostuvieron una larga guerra con los papas de su época, entre ellos Paulo IV, aliados de la Francia regida por Francisco I y su hijo Enrique II.

Los reyes franceses se aliaron con los cismáticos ingleses, con los sultanes turcos. De todo, y el Vaticano calladito a veces y rezongón en otras.

El caso es que si no se asustan, no piden paz. El impasse de Alianza o Liga de Cognac nacida en 1526, auspiciada por el Vaticano abrió el polvorín.

Vaya aguardiente, suma de curas, franceses, venecianos e ingleses. Carlos I los derrotó por la fuerza en 1529 e impuso la paz de Cambrai.

Pero en todo ese envoltorio de intrigas y ambiciones que era Europa del siglo XVI, en el marco de las Guerras de religiones, el Vaticano siguió jugando a la geopolitica.

Cuando el rey francés invadió tierras de predominio español en la actual Italia, como Milán, Felipe II reaccionó, mientras su padre, retirado en Yuste, celebraba. Se armó la de San Quintín, de ahí viene la palabra.

En San Quintín, norte de Francia, los españoles derrotaron a las fuerzas del rey francés en agosto de 1557 y luego lo remataron en julio de 1558, adonde los franceses llevaron mercenarios. Eso no es tan nuevo, vea.

La fuerza se impuso. Diga si no. En el flanco sur, el Duque de Alba recuperó los territorios de Italia y llevó sus tropas a las puertas del Estado Vaticano en 1557. Aquí fue donde gritaron Diálogo!!.

En parte a esto llegó la Paz de Cateau-Cambrésis en 1559. España se impuso a Francia y al Vaticano, que tenía ejército, oiga.

De ahí les viene parte de la mala costumbre del diálogo. Es que esta gente, no jile, echa broma. Miren al curita Ugalde. Es como los adecos, sirve al Imperio y a los plutócratas.

Casi todos los clérigos encopetados son así. Asunto de clase. Luego dicen que son imparciales. Caramba. El mundo sigue. Válgame Dios.