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La toma de Caracas

Maduro, a pesar de todos sus miedos y debilidades, no cejará en su empeño de aferrarse a como dé lugar al poder


Oscar Battaglini

La oposición declaró oportunamente, de todas las formas posibles que la toma de Caracas del pasado 1S, se proponía dos objetivos principales: 1.- mantener la protesta por la grave situación que vive el país; y 2.- presionar al CNE para que agilice los procedimientos y establezca el cronograma para la realización del referendo revocatorio presidencial, en el curso de este año.

Declaró igualmente que la concentración y la marcha de sus partidarios se realizaría de acuerdo a lo expresado constitucionalmente en el artículo 68, donde se estipula que: “Los ciudadanos tienen derecho a manifestar pacíficamente y sin armas, sin otros requisitos que los que establece la ley… Se prohíbe el uso de armas de fuego y sustancias tóxicas en el control de manifestaciones pacíficas”…, etcétera.

Pero no obstante el acatamiento observado por la oposición a los preceptos constitucionales, la burocracia chavista en el poder no dejó ni por un momento de motejar esta multitudinaria movilización de venezolanos abrumados y deseosos de buscarle una salida a la grave situación por la que atraviesa el país, con invectivas y sarcasmos, pasando por el comodín del socorrido “golpe de Estado”.

Se dijo que esa concentración lo que perseguía era propiciar un estallido de conmoción y violencia desestabilizadora y golpista.

Paralelamente a esta prédica irrespetuosa, malsana y descalificadora, el oficialismo chavista puso en ejecución un gigantesco operativo militar-policial, con miras a restringir y sabotear la toma de Caracas por una ciudadanía hastiada de tanto abuso y repugnancia provocada por un gobierno que ha demostrado hasta la saciedad su capacidad para infligirle sufrimientos y toda clase de iniquidades y desgracias.

El chavismo ha perdido definitivamente el apoyo del que dispuso en el pasado entre los sectores populares

Con ese propósito el gobierno ocupó militarmente las vías de acceso a la capital por donde debían transitar los sectores populares convocados a la toma de Caracas.

Esta medida si bien obstaculizó en parte su desplazamiento, no pudo impedir que se cumpliera con el objetivo trazado, tal y como había sido previsto por los organizadores del evento.

La tenacidad de la gente y su firme determinación de llegar a su destino lo hicieron posible.

En la propia ciudad de Caracas, el gobierno trató de bloquear algunas vías de acceso hacia los puntos de concentración de los manifestantes, pero eso no fue obstáculo para que la gente se trasladara a pie y masivamente hacia los lugares indicados.

Previamente, el gobierno desató una persecución en contra de la dirigencia política opositora, mediante la cual efectuó la detención de algunos de ellos. Esto con el propósito de amedrentar y desanimar a sus seguidores.

No obstante, la actividad pudo desarrollarse con toda normalidad y de la forma como había sido programada por sus organizadores; lo que constituyó un gran desmentido y echó por tierra todo lo señalado por el gobierno, relativo a lo que sería el resultado de la marcha hacia la capital.

De ese modo quedó demostrada la falacia de un gobierno acostumbrado a mentir y generar unas matrices de opinión que le facilitan no sólo la difusión de la diatriba que permanentemente practica en contra de sus adversarios.

La oposición demostró con su actitud, que lo que la mueve en la presente coyuntura, es el interés, por un lado, de denunciar las actuaciones de un régimen que ha arruinado el país y lo ha colmado de sufrimientos de toda índole, razón por la que ha perdido el derecho a continuar gobernándolo.

Y por el otro, la realización de un referendo revocatorio que por vía eleccionaria, ponga término definitivo a esta calamidad que azota al país.

Con la exitosa realización de la toma de Caracas, la oposición no sólo ha dejado en el ánimo de la inmensa mayoría de nuestra sociedad, una muy buena impresión política, sino que la misma ha pasado a constituirse en una extraordinaria presión que, sin duda, habrá de influir para que el CNE se vea forzado a agilizar los trámites político-administrativos que hagan posible este mismo año, la realización del referendo revocatorio presidencial.

De manera que la toma de Caracas se ha convertido en un poderoso estimulante para el desarrollo de nuevos eventos políticos que contribuyan ha materializar el logro de los objetivos generales que la oposición se ha planteado en la presente coyuntura por la que atraviesa el país.

Un elemento a destacar en este sentido, es la verificación del hecho de que la oposición ha pasado a ser la primera fuerza política del país, lo que significa que el chavismo ha perdido definitivamente el apoyo del que dispuso en el pasado entre los sectores populares, los mismos que hoy deben afrontar interminables colas para acceder a unos pocos alimentos de la cesta básica o aguardar por semanas y hasta meses para que les llegue una bolsita con cuatro víveres consistente en carbohidratos.

Se demuestra igualmente que el único poder que efectivamente le queda al madurismo es el de la represión y el militarismo que le aporta la fuerza armada chavista.

Esa es la causa real del miedo a medirse en una justa eleccionaria en la que todos los indicadores señalan que saldría derrotado de manera aplastante. No en balde la popularidad del presidente ha descendido a su más bajo nivel (20%).

Según Seijas, el rechazo contra Maduro actualmente es “visceral”, pues el 80% considera que él no es la persona que debe estar conduciendo el país, o simplemente no confían en su capacidad gerencial. 65% cree que él debe salir de inmediato y estarían dispuestos a enfrentarlo, y salir a la calle.

Según el especialista: “El nivel de vida de las personas ha sido golpeado en todos los estratos sociales. Es una crisis que no solo entró en las alacenas, sino que además les alteró la vida. El hambre es lo peor que puede sentir un ser humano, y eso es lo que la gente está sintiendo.

Sin embargo, esto no significa que en lo inmediato esté plantada la salida del madurismo del poder, éste, a pesar de todos sus miedos y debilidades, no cejará en su empeño de aferrarse a como dé lugar al poder, así tenga que echar mano de los medios más viles.

Es cierto que la crisis que vive el país lo afecta más que a nadie, pero todavía no se ha llegado al momento del quiebre definitivo de ese poder.

En ese sentido es preciso o hace falta que la crisis en desarrollo, además de lo nacional, asuma unas carácter que le impida a los que aún disponen del poder, seguir gobernando como lo venían haciendo.

Y a los gobernados, no aceptar por más tiempo, ser gobernados de esa manera.

Es necesario entender que a esta situación no se llega sin lucha, de ahí la importancia que tiene el plan de las nuevas iniciativas políticas propuesto por la dirección de la oposición en el acto final de la toma de Caracas.

De tales acciones -y sobre todo de su continuidad en el tiempo- dependerá en lo fundamental el logro de los objetivos políticos planteados.