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La “disolución” de 2016 es igual al “vacío de poder” de 2002

Este gobierno será recordado como el más ignorante, sectario y codicioso de los últimos 70 años


Luis Fuenmayor Toro

La Asamblea Nacional se auto disolvió ha dicho el presidente Maduro, lo cual es explicado por los genios constitucionalistas chavecos, como que renunció voluntariamente a cumplir con su función de legislar, para dedicarse casi exclusivamente a impulsar el referendo revocatorio presidencial.

He afirmado muy claramente, que el actual Presidente de la Asamblea equivocó su discurso de toma de posesión ante los poderes públicos venezolanos, cuando señaló que la tarea fundamental del Poder Legislativo era buscar la vía, más expedita, para la terminación del período presidencial de Nicolás Maduro, lo que sería alcanzado dentro de los primeros seis meses de funcionamiento de la nueva Asamblea.

Lo repetimos de nuevo: ese discurso era para pronunciarlo en una reunión política de masas o de su partido, pero no en la instalación de la Asamblea Nacional, cuyas funciones ordinarias, como primer poder de la república, son otras.

Echarle en cara a la Asamblea Nacional que no ha hecho absolutamente nada, que no ha cumplido con sus deberes constitucionales, luego que, a través del Tribunal Supremo de Justicia, el Ejecutivo ha anulado, por supuesta inconstitucionalidad, más de una veintena de leyes aprobadas es, por decir lo menos, una calumnia cínica de elevadísimo grado, de la cual se dan perfecta cuenta los venezolanos.

Acusar a los diputados opositores de incumplir sus deberes, cuando la Asamblea ha sido totalmente despojada por el TSJ de sus funciones legislativas y de supervisión y control, de forma tal que nadie del Ejecutivo asiste a ninguna citación, convocatoria o invitación, que le haga el organismo legislativo, no puede calificarse sino como lo hace el pueblo: Gobierno cara ´e tabla.

Sobre todo, cuando se sabe que quienes no asisten al Parlamento son los diputados del PSUV y, si lo hacen, es para salvar sus votos o, últimamente, para lanzarle el micrófono a los diputados opositores.

Que alguien diga que hay omisión legislativa en el caso del presupuesto de 2017, es una gran mentira, pues se podría hablar de omisión si el presupuesto se le presenta a la Asamblea y ésta no lo discute, en cuyo caso la legislación es muy clara: se reconduce el presupuesto, por lo que en 2017 sería el mismo de 2016.

En ninguna parte dice que la Sala Constitucional (nombre que le queda muy grande) del TSJ es la instancia para aprobar el presupuesto, pues esta aprobación es una ley de la república, para lo que sólo está facultado el Poder Legislativo.

Decir que la presencia de los diputados de Amazonas hace que la Asamblea esté en omisión legislativa permanente, equivale a señalar que en este momento, por decisión del TSJ, no existe el Poder Legislativo de Venezuela, sin que sepamos por cuánto tiempo.

Los diputados de Amazonas fueron desincorporados luego de haber sido expedida su designación por el CNE y haber aparecido ésta en Gaceta Oficial, lo que les daba inmunidad parlamentaria. El TSJ no podía hacer lo que hizo, ni tampoco dejar un estado sin representación al no decidir oportunamente.

El argumento de la omisión legislativa no se desprende de la Constitución, pues no existe ningún artículo que explícitamente lo señale, como tampoco se desprendía de la Constitución el argumento del “vacío de poder”, inventado  cuando el golpe contra Chávez por los golpistas de 2002, quienes también actuaron a través del TSJ de entonces.

Leo las racionalizaciones de los actuales “jurisconsultos” y ciertos articulistas y no puedo sino sonreír ante la similitud de las mismas con aquéllas de abril de 2002.

Las identidades entre los chavecos y los opositores golpistas de 2002, la mayoría de ellos hoy en la MUD, serían sorprendentes si no mantuviéramos la tesis de que ambas fuerzas son similares en conductas y objetivos, ya que sólo desean eternizarse en el poder o hacerse del mismo desplazando a quienes están.

Quiérase o no, guste o no, los magistrados actuales son dignos discípulos de los de 2002.

Y es que la tesis de la omisión legislativa viene de un magistrado de aquellos tiempos, quien en una sentencia creó esta figura para que el TSJ designara a los rectores (nombre que les queda grande) del Consejo Nacional Electoral.

Aquellos polvos trajeron estos lodos. Pero el lodazal continúa con la sentencia maliciosa que obliga a que la recolección del 20 por ciento de voluntades sea hecha en cada uno de los estados. Ya imagino las peripecias de los “expertos” gobierneros para explicar la constitucionalidad, legalidad y lógica de esta decisión.

aEl Presidente se elige en una circunscripción electoral nacional, que se convierte por acción de la trampa y el descaro en 24 circunscripciones regionales, como si el presidente Maduro hubiera necesitado para elegirse tener mayoría en todas y cada una de estas 24 circunscripciones.

De hecho, perdió en 8 estados, y esto no significó que no había sido electo. Es una cuestión muy simple, de la que también se dan cuenta los venezolanos y les reafirma la calificación de cínico y desvergonzado para este Gobierno.

Por último, hablar de aprobación del presupuesto en cabildo abierto por el Poder Comunal, el Congreso de la Patria, las asambleas populares, los colectivos revolucionarios, reunidos no en el Poliedro sino en la placita frente al Panteón Nacional, es una fantasía esquizofrénica que sólo existe en ciertas mentes enfermas.

Es un cuento tan ridículo e inverosímil que no merece la inversión de tiempo; el pueblo verdadero, ése que está hambriento, enfermo y con miedo a que en cualquier momento un malandro o un policía lo asesine, que ya abandonó a esta locura que nos gobierna y que por eso no quieren dejarlo que se exprese, les va a dar su merecido por haberlo traicionado y haber cambiado su defensa por unos dólares mal habidos.

Este gobierno será recordado como el más ignorante, sectario y codicioso de los últimos 70 años.