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Crónicas que navegan en Paria

Hoy tenemos una demanda, ineludible. Se requiere que las gobernaciones sean estructuras ligeras, sin una burocracia de bachacos


Julián Rivas

De muchacho nos involucramos en las luchas revolucionarias. En esos afanes siempre hay momentos que se le graban a uno.

Como cuando un revolucionario muy conocido, con mucha experiencia, nos dijo: Uno cree que el pueblo está luchando, y somos nosotros los que estamos luchando, un grupo de revolucionarios, o pudiera ser una capa del pueblo.

Pero el pueblo no está luchando, está votando malamente por los adecos.

Pienso en estas cosas en este momento, cuando paso unos días en Sucre.

Me pregunto, quién gobierna al estado Sucre. Busco en el pasado y quizás encuentre explicación del accionar (o mejor dicho, el no-hacer) de la vieja burocracia colonial cumanesa, que obstaculizó el poblamiento de un inmenso territorio que llegaba hasta el río Amazonas.

La historia nos habla de las crisis de los Habsburgo en la vieja España, pero muy pocos de estas cepas o macollas de burócratas coloniales que luego pasaron a engrosar las burocracias republicanas y como si el asunto se tratara de una enfermedad de siglos, permanecen incubadas hasta el día de hoy.

El caso también permite recordar al burro de Johni, un muchacho de Irapa que quiso ganarse unos reales alquilando el burro para subir unos palos de cañafístula a un potrero en restauración. Hasta una burrita subió alegre el cerro.

El burro de Johni peló los ojos y se negaba a marchar. Johni la empujaba, otros le aguantaban la carga. Empuja que empuja al burro, y nada. El jumento se tiró al suelo. Echao. No lo paró nadie.

En Venezuela sobran los gobernadores y alcaldes que dicen que gobiernan con el pueblo.

Pele los ojos. Quién gobierna en Sucre. “Yo no sé, uno ve a estos funcionarios que van a Caracas, salen en tarimas repletas de gobernadores y alcaldes, pero como que no dicen nada de los problemas de sus pueblos”, es el comentario que le escuché a un parroquiano de Irapa.

A veces perdemos la perspectiva de que estamos en revolución. Eso es culpa de los partidos, sus liderazgos y de la sociedad en general.

Cuando algunos sociólogos hablan de anomia en las sociedades capitalistas actuales hay que voltear la mirada y preguntarse si tienen algo de razón.

Porque el caso es que una revolución no puede eludir los problemas y los conflictos sociales. Decía el Presidente Mao que una cosa negativa si se aborda desde la revolución puede convertirse en una oportunidad para lo positivo. Es cuestión de estar en consonancia con el pueblo.

Pero quién habla de los problemas que tienen las gobernaciones en Venezuela. Muy pocos. Ahí está Capriles, por ejemplo, mal gobernante.

El asunto del poder central y su relación con las regiones se hace patente en cada crisis y reinicio de los procesos políticos en la historia de Venezuela: se discute, se legisla, y sin embargo poco queda claro para la cotidianidad.

Hoy tenemos una demanda, ineludible. Se requiere que las gobernaciones sean estructuras ligeras, sin una burocracia de bachacos, con decenas de miles de funcionarios, y el pueblo sin gobernar.

Lo mismo pasa con los alcaldes, que poco comunican y muy poco ejecutan con el pueblo. Poder Popular, eso no les gusta.

“Una sociedad que sólo habla de aquello que se permite entender, que no hace esfuerzo por convertir ese entendimiento en más y mayor entendimiento, esto es, en la ulterior mutación, forzosamente comporta la desintegración de los elementos constitutivos de la misma.

Ni siquiera se puede esperar que en la interioridad del grupo los elementos que lo componen –las personas- dejen de estar aisladas”, explica el psiquiatra español Carlos Castilla Del Pino cuando aborda la “incomunicación como expresión de la anomia”.

Castilla advierte que cualquier estructura social con grupo de dirigentes y grupo de dirigidos tiene la tendencia a conformarse de acuerdo a pautas disgregadoras, a la anomia.

La supuesta competencia, que excluye, dispersa, se hace en base a presunciones competitivas y a criterios de división del trabajo que se fundamentan muchas veces en el teocratismo.

Por aquí le vemos igualmente el rostro a la burocracia. Desde una perspectiva revolucionaria, solamente con vigilancia revolucionaria, debate abierto, se enfrenta este fenómeno.

“La estructura anómica tiene la virtud de contar con sus ideólogos, que suministran todo género de seudoargumentos para interpretar la positivo de la competencia”, agrega Castilla del Pino: “La verdad es que a tales ideólogos no se les alcanza que una posible consecuencia de la estructura anómica sea el incremento… de la delincuencia” y otros vicios, agrega.

Estos asuntos hay que discutirlos fuera de los exclusivos planos académicos y que sirvan de elementos para analizar la gestión de políticas públicas, y fundamentalmente para el reimpulso revolucionario.

Se trata de impulsar un debate revolucionario, entre revolucionarios. La burguesía no lo hará, téngalo por seguro.

En verdad el actual gobierno de Sucre es un gobierno adeco. Ojalá sea el último gobierno de la Cuarta República en ese estado.

CRECIMIENTO EN PARIA

Estoy distanciado de cualquier pretensión desarrollista, no creo tampoco en el extractivismo ni la acelerada industrialización como fórmulas mágicas.

Hay que impulsar la economía respetando al ambiente y a los productores, que son los trabajadores.

Y el estado Sucre es uno de las entidades que tiene mayores posibilidades de consolidar una economía de servicios para bienestar de su pueblo, y provecho de Venezuela y más allá el Caribe y el norte de Suramérica.

Incluso, podemos hacer comparaciones. Sin ir a consideraciones ideológicas, un país como Malasia, con población similar a la de Venezuela, en menor territorio y mucho menos recursos naturales.

Hay procesos históricos en paralelo, de orden geopolítico, o la ubicación en el trópico, que posibilitan presentar el caso de Malasia.

Particularmente los puertos. Malasia en poco tiempo consolidó sus puertos de Johor, Port Klang, incluso Semporna, todos adecuados a la moderna tecnología de contenedores.

Todos articulados a zonas industriales, de servicios marítimos, áreas de desarrollo tecnológicos.

Me pregunto, por qué Carúpano no se ha utilizado con el mismo cometido. Incluso, entre Guayana y Carúpano pueden establecerse fábricas de contenedores, quizás un nuevo laminador de acero especial para ese objetivo. Pero nada.

Ni Carúpano, ni Güiria, o el histórico estuario del río San Juan son vistos seriamente como posibilidades de expansión económicas. El liderazgo político regional tiene mucha responsabilidad en eso. El Gobierno de Marcos Pérez Jiménez tenía proyecto para hacer un gran puerto de aguas profundas en Carúpano.

Lo mismo que el punto de Chacopata. Este es el mejor sitio para viajar a Margarita, sin estructura. Lo ideal sería una avenida desde Muelle Cariaco.

Pero nada, y eso que el estado Sucre es la puerta de entrada al norte del Brasil, con posibilidades de utilizar transporte terrestre hacia Bolivia y otros puntos del corazón del continente. Por ahí en los archivos de los despachos oficiales existe el estudio sobre el alcance del aeropuerto de Irapa.

Sucre tiene serios problemas de suministro de agua. Hay que hacer propuestas según las particularidades locales. Un amigo revolucionario sostiene que hay que esperar las nuevas elecciones.

Por eso el debate es necesario, sin electoralismos. El chavismo es fuerte en Sucre. La MUD no tiene nada que buscar si hay debate con el pueblo y un proyecto compartido entre las mayorías. Eso debería hacerse en todo el país, en todo caso.

Qué quién gobierna Sucre. No sabemos. Pero nadie va a ser reelegido mandando saludos por televisión. El pueblo pasará factura.

Los grandes proyectos no los va a hacer una gobernación, pero empuja para que se hagan. Lo que pasa es que ahora no vemos nada en el mando regional, y eso es lamentable.

Viva el pueblo.