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Ciudad y campo en Venezuela hoy

Poco vamos a los problemas de la gente, económicos y sociales. Predominan los enfoques y análisis que parten del punto de vista de la clase media conservadora


Julián Rivas

Los autobuses que salen de Acarigua huelen a café. Camino a Carúpano la Ensenada de Lebranche huele a basura. El Metro de Caracas tiene un desorden asombroso.

Sí, son problemas. Lo interesante es que en todos estos asuntos se presentan oportunidades para transformar la economía.

Quisiera hablar de la gente. En verdad fastidia este debate político venezolano en el que una clase política (porque lo es) se resiste a reconocer los problemas de la gente, y sobre todo, que hay salidas revolucionarias si realmente se aplica el poder popular.

Ah, pero no, ahí tienen a Carlos Ocariz, alcalde de Petare, el peor municipio de Venezuela, la muestra de lo que no debería ocurrir en este país, hablando sobre democracia, ética, lo humano y lo divino. Fastidia esto.

En Venezuela hemos visto el mundo mágico del mercado especulativo. Vuela el dólar, desaparece el desodorante, cerveza más cara que en Europa y se promueve el malestar para que la MUD progringa y Polar hagan propaganda. Increíble.

Si la publicidad ha servido para ofrecer un producto, al que se le atribuye propiedades mágicas que solamente buscan que los compradores lo terminen adquiriendo más caro, una vez enamorados del fulano producto, desaparecer un producto ha creado las más inusuales prácticas sociales: el bachaqueo, el malandreo de conuco y novedosas formas de buhonerías.

En Venezuela se sigue buscando a Dios por los rincones. Veamos los problemas de la gente, como el desorden del Metro. El pasado lunes hubo una larga parada en la Línea 2 y no apareció un solo directivo del Metro de Caracas.

Nadie explicaba, hubo grupos que caminaban entre los túneles y los usuarios detestando a los empleados, lo que es triste, porque todos somos pueblo.

Pero hay preocupación y el Metro debe mejorar. Un usuario lo sintetiza así: este es mi medio de transporte y me preocupa el caos en que ha caído.

El bajo costo del servicio debe verse como un aporte al desarrollo del país, no para el relajo y la corrupción, agrega.

Poco vamos a los problemas de la gente, económicos y sociales. Predominan los enfoques y análisis que parten del punto de vista de la clase media conservadora, es decir, de esa pequeña burguesía que tiene afanes de nuevo rico desde Juan Vicente Gómez hasta el sol de hoy.

Poco importa la opinión del obrero o del campesino, nulificados por los medios de comunicación de la burguesía.

Poco se habla del campesino, un agricultor o ganadero de clase media se hace llamar productor. Curiosamente a ese es al que los bancos le dan créditos, el favorito, a casi 20 años de formulaciones revolucionarias.

En Venezuela las cosas positivas hay que mantenerlas. Nos sobra petróleo, la gasolina es barata, no para que vaya de contrabando a Colombia.

Aquí se lleva al Zulia para que pase a Colombia, el coco de Sucre, el maíz de Portuguesa, el cacao de Occidente, los libros, el conocimiento filosófico y técnico, hasta eso. Pero de eso no hablan los medios.

Pierden el tiempo con los caprichos de la mujer de Leopoldo López, la Tintori y Capriles.

De los asuntos económicos y de cómo el individualismo pequeño burgués corroe las sociedades han escrito investigadores alejados del criterio estrictamente marxista-leninista, como John K. Galbraith.

“La economía exige, para tener éxito, el engaño publico organizado”, advierte. Y de engaños está llena la televisión.

Tanto Televen, Globovisión y Venevisión, diariamente atiborran a la gente con análisis y teorías económicas burguesas que poco suelen aportar para la real transformación de la sociedad, al servicio de las mayorías, con poder de las masas.

Hay un fundamento, se quiere mantener la economía controlada por los monopolios y una vieja estructura directiva empresarial que nos viene de la colonia.

Peor ahora, cuando esta gente cree que la revolución bolivariana está liquidada y ellos van a volver al modelo puntofijista de gobierno de elites.

Yo los invito a que reflexionen sobre lo que ven en los medios de comunicación, especialmente la televisión y, sinceramente, digan si se reconoce la existencia en tales medios del campesino, del indígena o del obrero.

No, sencillamente porque seguimos enmarcado en los criterios de modernidad de la sociedad burguesa. Para colmo en los últimos años se han reclutado funcionarios de extracción urbana para dirigir políticas agrícolas.

“Aprendí que un campesino es un auténtico politécnico, a pesar de que no tenga conciencia de ello, puesto que debe dominar un numero increíble de variables, desde el tiempo y las estaciones hasta las fluctuaciones del mercado, pasando por la técnica, la tecnología, la química.

La agrobiología, el derecho y la lucha sindical y política, tanto si participa activamente en ella como si sufre sus consecuencias”, escribió Louis Althusser en sus memorias.

Advertía de fenómenos universales del campesino, como el endeudamiento, la calidad de una máquina que adquiere, hasta de la incomprensión del partido comunista.

A la burguesía no le gusta habar de clases sociales y menos de lucha de clases.

Bueno, como uno lo mire, el campesino es un sujeto social que ha estado presente en todos los grandes momentos históricos de la llamada era moderna, que toma como punto de partida fines del siglo XV y comienzos del XVI.

El campesino fue motor las rebeliones del siglo XIX e inicios del XX, en todos los continentes, que se nutrieron de las crisis del capitalismo.

En Venezuela resistieron a Gómez y su dictadura ladrona. Vea a Juan El Veguero, en Cantaclaro, como ejemplo de los centenares de campesinos que hicieron justicia por propia mano.

“Son presa fácil del Estado burgués que los manipula (régimen tributario prácticamente inexistente, prestamos, etcétera) y los tiene a su merced para convertirlos e un electorado sumiso”, agrega Altghusser.

Y por estos días en que se cumplen 99 años de la revolución rusa, es importante destacar que en tiempos de Lenin y Trotsky se decía que esta “alianza de la gente pobre de la ciudad y del campo puede realizarse únicamente por medio del soviet”, como lo rescata Pasternak en el Doctor Jivago.

Incluso un pensador de lo urbano, Henry Lefebvre, admitió que que el desarrollo tecnológico disminuiría las diferencias entre ciudad y campo, para crear oportunidades de transformación y el cambio social y económico.

Entones les decía que en Portuguesa el café que producen los campesinos en el piedemonte andino que da haca ese estado llanero, grano muy escaso estos días, ha servido para nutrir a miles de bachaqueros.

Desde Caracas y otras ciudades los vivos van a comprar a precio de campesino (curiosamente lo llaman precio de productor) y luego lo venden a precio de bachaquero, especulativo, en las avenidas y barriadas de las ciudades, para dolor de cabeza del asalariado trabajador urbano.

Mire, si aquí se promovieran las marcas colectivas, si se desechara la visión monopólica de los industriales de Fedecámaras, que son a quienes representa Ocariz y la MUD opositora, aquí tendríamos una excelente oportunidad de vender ese café mediante marcas colectivas, con mejor ingreso para quien lo produce.

Significaría dar otro paso para construir una economía alternativa, no monopólica.

Finalmente, debo hablar de la Ensenada de Lebranche. Da pena que cuanto alcalde o presidente del Concejo Municipal haya pasado por Carúpano, directivos de Min Ambiente, gobernadores, parlamentarios, burócratas en fin, no se conviertan en militantes de la causa para cerrar este depósito de basura a la orilla de la playa, en una bahía hermosa.

Deplorable esta situación, a la que quiso dársele una salida peor, aparentemente cancelada, como es construir una cárcel.

El sitio está cerca del hotel de Armada y otras instalaciones militares en Carúpano. En esa zona muy bien pueden promoverse hoteles, de repente un nuevo aeropuerto, o incluso viviendas. Pero eso no puede ser un basurero, con fogatas, zamuros en banquete y mal olor.

Además, en el mundo de hoy la basura se recicla o se convierte en fuente de energía alternativa. Es triste. Hay países que compran arenas para construir playas, como es el caso de Singapur, y le sacan provecho a la inversión.

Mire, que se limpie ese sitio que tan fea imagen ofrece del estado Sucre.

Cuestión de explorar posibilidades, como levantar una universidad, hasta una cancha de golf es viable, ese es un deporte olímpico.

Los que no pueden ser olímpicos son estos alcaldes y gobernadores que creen que van a reelegirse mandando saluditos a través de los canales de televisión. Suficiente. Viva el pueblo.