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Conversando con Leopoldo

Hay quienes tienen el descaro —después de 17 años de ejercer la intimidación y persecución— de vestirse de rosadito y pasearse por ambos lados para estar bien en los dos frentes


Tamara Suju Roa

Hoy hace ya 1006 días desde la última vez que nos vimos. Aquel 12 de febrero del 2014, cuando después de aquella gran manifestación de la juventud que término en desgracia, la Fiscal General e incluso otros voceros del régimen te acusaban, sin pruebas, de la violencia que se generó ese mismo día, promovido por el propio oficialismo y que se llevó tres vidas: a Bassil Da Costa, a Juan Montoya y a Robert Redman.

Los dos primeros murieron a manos de funcionarios del Servicio Boliviarano de Inteligencia Nacional (Sebin), y Redmann, a manos de esos grupos violentos armados que mantiene la dictadura, para hacerles el trabajo sucio impunemente.

Y pasó lo inexplicable. Tu discurso, tus pensamientos, tu forma de ver aquella «mejor Venezuela» se convirtió en la prueba para tratar de incriminarte y tus acusaciones al régimen sobre corrupción, despilfarros, abandono, desidia, represión y discriminación de 15 años del «Socialismo del Siglo XXI» —el proyecto personal de Hugo Chávez para apoderarse de Venezuela y extenderse como cáncer por Latinoamérica— pasaron a ser «incendiarias» para un régimen lleno de seres vulgares, que sólo conocen el poder del dinero y las armas para acorralar al oponente o corromperlo.

Y no podía ser de otra forma querido Leopoldo. Las dictaduras, cuando además están relacionadas con delitos internacionales como el narcotráfico, necesitan mantener el control total a costa de lo que sea y para ello, la tiranía utilizó para hacerse lobby y propaganda las riquezas de nuestro país, al que saquearon y siguen saqueando, no solo regalando nuestro petróleo, sino comerciando a su antojo todas nuestras riquezas naturales, oro, diamantes y un montón de etcéteras, de los cuales chinos, rusos, iraníes y cuanto bicho de uña viene a sobarse las manos con el régimen hacen fiesta.

Lo que sí hemos aprendido en estas casi ya dos décadas los que, como tú, nunca andamos con tibiezas es que ahora más que nunca sabemos como se maneja la política.

Esa de la que los políticos hablan poco y entonces los que no son políticos vienen a sustituirlos y se corre el riesgo de que el poder termine en manos de populistas.

En nuestra patria, quienes realmente han tenido la valentía de defender principios y valores democráticos careando al régimen y se han opuesto a la tiranía, están hoy presos, perseguidos, exiliados, con procesos penales o administrativos abiertos, acusaciones informales o acciones intimidatorias, y quienes navegan por el «mar de la felicidad» surfeando olas de ambivalencia, para ver como sobreviven sin que les salpique la sal del comunismo pero sí la idiotez de no oponerse a la tiranía, sobreviven en todos los ámbitos de la vida pública y privada.

Incluso hay quienes tienen el descaro —después de 17 años de ejercer la intimidación y persecución— de vestirse de rosadito y pasearse por ambos lados a ver por dónde vienen los tiros para estar bien en los dos frentes.

No quiero malgastar esta conversación hablándote del oscuro mundo donde navegan muchos políticos de nuestro país, porque tú lo conoces muy bien.

Más bien quiero referirme a ese oscuro mundo político internacional, que también se mueve en arenas movedizas, y cuyos intereses son aún más altos, porque incluso tienen carácter regional o mundial.

La imposición de personajes como el expresidente Zapatero y los acompañantes de Unasur, por parte del gobierno y un pequeño sector de la oposición, fue patética.

Pero más patético ha sido el papelón que han jugado determinados personajes de los que uno nunca hubiera pensado aparecerían, como el muy nombrado Shannon, por ejemplo, que ha venido a lavarle la cara a un régimen violador de los derechos humanos, que perdió toda legitimidad de origen y que además está siendo investigado por el mismo sistema judicial de Estados Unidos por sus nexos con el narcotráfico.

Es decir, cuando la mayoría de la comunidad internacional, que tanto nos costó que reaccionaran, no apostaba ni un céntimo por la dictadura de Maduro porque estaba desnudo ante el mundo, ¿ir a Caracas a estrecharle la mano? ¡Tanto nadar para morir en la orilla!

Seguramente habrá cientos de defensores y miles de argumentos. Algún día, querido Leopoldo, los venezolanos sabremos como se jugó la política nacional e internacional los últimos 12 meses en Venezuela y quiénes ganaron y quiénes perdieron.

Lo que si no debemos olvidar es quienes se jugaron su prestigio, su sabiduría y su experiencia en denunciar, defender y promover el respeto a los derechos humanos y al sistema democrático de nuestro país.

Aquellos que incluso han quedado con el «rabo afuera» por culpa de esa parte ambigua de la política nacional e internacional que nos adorna.

El Secretario General de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, que en el 2014 cuando todavía era canciller de Uruguay conoció en Caracas lo que sucedía en la Venezuela convulsa de esos días y lo denunció firmemente, y hoy, desde el cargo que ostenta, ha promovido valientemente la activación de la Carta Democrática Interamericana que fue el clamor de los venezolanos durante años; el Presidente Felipe González, quien ha sido un baluarte en denunciar la persecución y violación de derechos humanos y en defender a nuestros presos políticos en cualquier tribuna donde ha estado; el Presidente Oscar Arias, quien incluso junto a Jorge Quiroga han llamado al régimen narcodictadura; Andrés Pastrana; Ricardo Lagos; Álvaro Uribe; Armando Calderón; Luis Alberto LaCalle son entre otros expresidentes, verdaderos amigos de quienes en nuestro país defienden los principios en los cuales se fundamentas los Estados que realmente practican la democracia.

No puedo dejar de mencionar a los parlamentarios y senadores que se han pronunciado, a los Eurodiputados amigos que han impulsado resoluciones explícitas y contundentes sobre la situación y algunos jefes de gobierno como el español, que ha acogido a tu familia, otorgándole la nacionalidad española como medida de protección.

Artistas queridos como Gabriela Montero, Ricardo Montaner, María Conchita Alonso y tantos otros.

Así pues querido Leopoldo, he fantaseado esta conversación contigo, imaginándote en tu celda, en esa cárcel militar donde la tiranía pretende esconderte, pero desde donde han salido tus mensajes y pensamientos al mundo, a través de tu esposa Lilian, a través de tus abogados, tus amigos del partido, como siempre, claros, contundentes, convincentes y sobre todo, esperanzadores.

¡No te canses Leopoldo! ¡Tus amigos nunca lo haremos! Venezuela te espera libre.