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Cardenal Porras: “Hay que consultar al Soberano”

Cardenal-Baltazar-Porras

“Hay restricción bastante grande de los derechos ciudadanos”, dice el Arzobispo de Mérida


Carlos Díaz

“La incertidumbre y la desconfianza están presentes en el diálogo con el Gobierno, y es lógico que la expectativa sea negativa porque en experiencias anteriores no ha quedado en nada y solo lo ha hecho para ganar tiempo”, afirma el Cardenal Baltazar Porras, Arzobispo de Mérida, en entrevista con “La Razón”. “Indudablemente, la única forma de arreglar una situación de crisis es a través del entendimiento entre las partes y colaborando para una solución integral”, agrega.

“Se está llamando a un diálogo mientras el discurso de los voceros del Gobierno sigue siendo incendiario, descalificador y acompañado de un ‘no volverán’ con el cual quieren decir que no hay espacio para nadie más”, sostiene. “Es muy alta la responsabilidad para encontrar una solución y debe ser lo más pronto posible, porque la crisis que sufre el país no es ningún cuento”, añade.

Señala, asimismo, que el desabastecimiento, la falta de comida y de capacidad de adquirirla, y el incremento de la violencia son factores muy negativos que no pueden esperar más. “No debe darse un acuerdo entre cúpulas sino el reconocimiento de los derechos de la gente, porque es la gente quien da la legitimidad. Es por ello que todos los cauces democráticos y pacíficos tienen que dar una solución para ayudar a superar la crisis”, indica.

“El discurso del Gobierno sigue siendo incendiario, descalificador”

Con respecto a la suspensión de la marcha convocada para el jueves 3 de noviembre, destaca que el mismo es un derecho que el Gobierno se lo reconoce a un grupo de venezolanos y a otro no. “Esto indica que no hay igualdad con los derechos constitucionales y esto no ayuda a solucionar las cosas. Si la oposición dice que tiene la mayoría y el Gobierno dice que tiene el pueblo, entonces, a quien se debe consultar es a la gente. Y en este sentido, el revocatorio es el instrumento más obvio porque es legal, es un derecho ciudadano, y con el mismo se pueden dirimir las diferencias y encontrar las soluciones a los problemas que nos aquejan”, afirma.

“Hará falta consultar al soberano”

¿Usted confía en el llamado del presidente Nicolás Maduro de desarmar el odio y la intolerancia?

Bueno, se le podría dar un mínimo de confianza, sin embargo, una cosa es la que se dice y otra la que se hace. Siendo, precisamente, el punto de discordia la figura presidencial pues en esa mesa de diálogo, de acercamiento y negociación, debería darse un distanciamiento mínimo por parte del Presidente. Sería lo más saludable y así, entonces, no haya todas estas lecturas que salen a través de los medios y de las declaraciones de una y otra parte.

¿El objetivo del diálogo es desactivar el revocatorio?, ¿la gente debe seguir luchando para hacer valer este derecho?

Seguramente, ese es uno de los puntos claves o cruciales. Si no se recurre a lo que establecen las leyes y la Constitución, entonces, ¿a qué se va recurrir?, ¿por cuál camino entonces se va a transitar?, ¿qué tipo de soluciones se van a plantear? Eso, seguramente, estará en la agenda y después hará falta una consulta al Soberano quien es, en definitiva, que legitima o no la actuación de todos los poderes públicos.

“La corrupción y el abuso se deben superar para caminar en paz y haya igualdad”

¿El referendo es la solución a los problemas políticos, económicos y sociales?

Es un derecho establecido en la Constitución para que haya participación plural y un camino con capacidad de reconciliación para la sociedad venezolana. Vemos ejemplos como en el caso de las Empresas Polar: ¿con qué sentido un órgano de seguridad del Estado –si no hay una acusación con base- mantiene acoso con personal armado en contra de una empresa que lo ha hecho es ser una de las más eficientes? Esa situación genera, indudablemente, un choque entre lo que se dice y lo que se hace. Igual sucede con los presos políticos: en la Conferencia Episcopal Venezolana, recibimos a diario la visita angustiante de sus familiares que denuncian las condiciones en las cuales se encuentran. Ninguna persona, así sea el mayor de los delincuentes, merece trato inhumano que, inclusive, es peor el dado a los animales. Todas estas cosas van siendo termómetro de un discurso y un lenguaje que no concuerdan con la realidad ni con una búsqueda eficiente de los problemas que aquejan la población venezolana.

“Chávez tergiversó su discurso después del 11A”

¿Estamos en dictadura o en democracia?

Ciertamente, hay restricción bastante grande de los derechos ciudadanos, por ejemplo, de la libertad de expresión e información. Una actividad como la manifestación -que en cualquier sociedad democrática es el pan nuestro de todos de los días- aquí se le da ese clima de confrontación y de ataque, permitiendo que no la racionalidad sino las armas, la violencia y la impunidad sean las que se impongan sobre la conducción del país. Creo que uno de los puntos clave que tenemos por delante es que el país no puede estar gobernado por el radicalismo de unos y otros, tiene que haber pues un término medio que nos lleve a la sensatez y la cordura. Que pongan sobre la mesa las soluciones y no aquello que es producto del desprecio y la ignorancia.

El fallecido presidente Chávez lo acusó a usted de ser un adeco con sotana, ¿de dónde sacó eso?, ¿usted ha tenido simpatía política por Acción Democrática?

Mira, ya sabemos cómo se ha actuado cuando se está arriba y cuando se ha caído. Lo primero que hizo el Presidente después de los acontecimientos de abril de 2002 fue ir a la Conferencia Episcopal para agradecer la actuación que habíamos tenido el Cardenal (Ignacio) Velasco y mi persona, a solicitud, precisamente, de él mismo. Pero, después cambió su discurso y lo puso de otra forma para querer opacar o no agradecer la actuación positiva que tuvimos en defensa de su vida, y eso fue indicativo de que algo no estaba bien. Uno no pide que se le agradezca del bien que pueda hacer, porque esa es la obligación que se tiene pero él tergiversó con sus señalamientos hechos que fueron todo lo contrario.

¿Qué le aconsejó usted a Chávez el 11 de abril de 2002 y qué le aconsejaría hoy a Maduro?

Ese día lo que hicimos fue acompañar a quien se encontraba en una situación de choque emocional, a alguien que se sentía caído y dejado de lado, inclusive por los suyos. Esa labor sacerdotal fue la que, precisamente, hicimos. En esos momentos uno no está para dar consejos ni para sacar culpas, sino para acompañar con sentido humanitario y cristiano a quien está en una situación límite. Creo que a quienes están mandando en el Gobierno les hace falta percibir de verdad la realidad de la gente, ver cómo vive la gente y sentir su situación que no es la misma de esas masas que son llevadas para aplaudir y gritar consignas a favor. Hay que percibir el dolor, el llanto, la angustia y sufrimiento de tantas familias que a diario vemos cuando asistimos a las comunidades. En democracia, además, hay que tener capacidad de aceptar al otro, de aceptar la disensión y el pluralismo, y, asimismo, evitar convertir a las personas en enemigos.

“Vivimos el sufrimiento de la gente”

¿Qué opina sobre la descalificación que ha hecho el chavismo sobre la posición de la Iglesia? El oficialismo dice que no confían en la Conferencia Episcopal venezolana, pero sí en el papa Francisco ¿Acaso son dos posiciones diferentes?

En absoluto. Los obispos no nos comportamos con lo que se conoce como disciplina partidista. El papa nos considera los ductores de los pueblos porque, además, él no puede, por razones obvias, atender a todos los pueblos del mundo. Es muy distinto frente a lo que pasa con el dogmatismo de algunos gobiernos de corte totalitario. Es el caso concreto de Venezuela donde ha sido una constante la actuación -desde el Presidente difunto y hasta este momento- de querer entenderse con otros y no con los venezolanos que estamos aquí dando el hombro junto con ellos. Inclusive, se reunió con las conferencias episcopales de otros países con ese mismo ánimo y la verdad es que uno tiene que convivir con quien le toca. Y, asimismo, una de las realidades negativas del presente es que todo se quiere convertir en política y eso nos lleva a vivir en angustia, como si todo dependiera del ámbito político. Y la verdad es que tenemos otras dimensiones que son distintas y complementarias en lo personal, lo familiar y el sentido partidista no debe ser lo que mueva absolutamente todo.

“Cuando se institucionaliza la violencia cualquier salida irracional es un escenario posible”

¿Qué opina del sufrimiento del pueblo para comprar los alimentos y las medicinas, las largas colas, la carestía de la vida?, ¿de qué manera usted ha sido afectado por esta situación?

Indudablemente que sí. Uno no vive ajeno a los males y sufrimientos de la población. En el seminario atendemos a 120 jóvenes de diferentes regiones y cómo cuesta conseguir los alimentos y otros insumos, los libros para la biblioteca, los enseres para el deporte. No dignifica a ninguna persona que esté horas en esas inmensas colas desde la madrugada y días enteros. Lo que dignifica realmente es el trabajo y nos preocupa que hayan cerrado tantas y tantas empresas, y, especialmente, en un país como Venezuela que tiene enorme capacidad para producir y autoabastecerse. Rubros tan elementales que inclusive los exportábamos pues ahora tenemos que mendigarlos a unos precios que a la mayor parte de la población se le hace difícil conseguirlos.

“Debemos superar la corrupción y el abuso”

¿Se rompió el hilo constitucional?, ¿qué debemos hacer los venezolanos para recuperar el hilo constitucional?

Hay elementos democráticos que definen a las sociedades y los cuales, sin embargo, en Venezuela están muy desdibujados. La división de los poderes y su autonomía, por ejemplo, es algo indispensable porque es lo único que garantiza equilibrio. La corrupción y el abuso se deben superar para caminar en paz y para que haya igualdad. Tener el poder no significa ser superior a los demás ni tampoco un permiso para hacer lo que apetece, tiene que ser fundamentalmente la capacidad para ser servidor. Y los procesos eleccionarios que existen en cualquier sociedad no deben servir para que los gobernantes se sientan premiados sino comprometidos con una responsabilidad que también se le puede quitar y lo cual será perfectamente legítimo.

¿Usted es coordinador de Caritas Venezuela?, ¿es cierto que un cargamento de medicinas que mandó Caritas Chile se está venciendo en la aduana de La Guaira?, ¿hay otras delegaciones de Caritas que han enviado medicinas y el Gobierno se ha negado a recibirlas?

Sí, hemos recibido ayuda en alimentos, medicamentos y otros enseres debido a la percepción de deficiencias que tienen sobre Venezuela desde el exterior. Desde Caritas Venezuela hemos solicitado los permisos necesarios para que esto llegue no como algo publicitario en contra del Gobierno sino para ayudar a paliar un poquito la necesidad que tiene tanta gente de alimentos y medicamentos. Es por eso la insistencia permanente de que esa ayuda pueda llegar a su destino. Tiene que haber un sentido claro de que primero se debe defender la calidad de vida de los seres humanos. No podremos resolver todo el problema, porque ese es un tema macro que requiere soluciones a otro nivel pero sí podemos ayudar con algo.

“Hay que tener capacidad de aceptar al otro, de aceptar la disensión y el pluralismo”

¿Qué dice frente a las acusaciones del diputado del Psuv, Hugbel Roa?

Este tipo de afirmaciones son tan lejanas de la realidad que se descalifican por sí mismas. Hay que pedir que se tenga una capacidad mínima para el respeto y también pedir que sea el perdón de Dios el que esté por delante.

¿Hay condiciones para otro Caracazo?, ¿cómo evitamos la salida violenta?

Cuando en una sociedad se institucionaliza la violencia pues cualquier salida irracional es un escenario posible. Esa posibilidad es la que todos debemos evitar y la forma para hacerlo no es diciéndole a la gente que se calme, sino buscando y construyendo soluciones a favor del bienestar material y espiritual de la población.