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Signos que el régimen está en fase terminal

Nadie quiso asumir plenamente la responsabilidad directa de suspender el revocatorio para cubrirse las espaldas


Humberto González Briceño

La crisis política de octubre de 2016 no es igual a la de abril de 2002.

Hoy los signos del deterioro del otrora poderío chavista son visibles y no se pueden ocultar.

Pero en particular hay tres que evidencian la irreversible caída de la V República.

El discurso del general Padrino López a la FANB. Fue un mensaje dirigido a lo interno de las fuerzas militares.

Básicamente reconoce que las facciones políticas que pululan en el PSUV y el gobierno también se reproducen en el seno de las FANB.

En pocas palabras Padrino López admite que la FANB están divididas y desmoralizadas.

Es muy grave cuando tiene que haber llamado públicos a evitar la insubordinación.

Esto es muy significativo porque ante el desmantelamiento del PSUV la FANB es el único soporte orgánico que le queda al régimen.

Pero este soporte se hunde en un mar de contradicciones, caos e intriga que le impiden actuar como una institución sólida.

Las peleas por las cuotas de poder y por los cargos relacionados con el reparto de comida han convencido a los soldados y oficiales medios que sus superiores no son más que corruptos quienes no merecen respeto ni obediencia.

Vale decir que el 90% de los efectivos de la FANB se consideran a sí mismos como chavistas, pero igualmente un 85% rechazan abiertamente al régimen de Maduro, como lo han constatado directamente los generales en los cuarteles.

La suspensión del revocatorio. Ante el fundado temor de ser víctimas de persecuciones judiciales posteriores, los operadores del régimen en el TSJ y el CNE se negaron a asumir la responsabilidad directa de suspender el revocatorio.

Ante el avance arrollador de la oposición, preparada para superar con creces la recolección del 20% de las firmas, al régimen no le quedó más alternativa que apelar a jueces penales para suspender en cada estado el revocatorio.

Después el CNE ratificaría la suspensión hasta nuevo aviso basada en las sentencias de estos tribunales chavistas.

Llama la atención que nadie quiso asumir plenamente la responsabilidad directa de suspender el revocatorio para cubrirse las espaldas frente a inevitables procesos judiciales que seguramente vendrán y terminarán en cárcel para los responsables.

Esta conducta es reveladora de posibles disidencias de operadores oficialistas quienes podrían cambiar su voto en el TSJ o el mismo CNE en futuras decisiones, justamente para tratar de negociar algún tipo de inmunidad personal.

La marcha no tuvo contramarcha. Esto es fundamental. Por primera vez en muchos años, el 26O,el oficialismo no logró movilizar en Caracas una contramarcha para contrarrestar a la movilización de la oposición.

El pueblo chavista antes acudía espontáneamente a estas demostraciones. Pero ya no más.

Llama la atención que un directivo chavista de confianza en Pdvsa, Justino Salazar, giró instrucciones a los jefes de departamento de Pdvsa La Campiña para tratar de reunir unos 800 empleados para la marcha del gobierno, pero nadie se presentó.

Los refrigerios, la comida y el dinero prometido a los empleados no fueron suficientes para motivar la participación de los empleados.

Esto dice mucho de la desmoralización que hay en las filas del chavismo.

Hay tanto cansancio y agotamiento que las huestes oficialistas van quedando reducidas a una pequeña minoría integrada por escoltas y anillos de seguridad.

Estos signos, entre otros, evidencian que el régimen está en una fase terminal y sus operadores se preparan para un desenlace. Cualquiera que este sea.

@humbertotweets