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Triunfó el odio, la discriminación y la ignorancia

Trump capitalizó políticamente el profundo descontento social producido por los cambios que se han operado en el mercado laboral norteamericano en estos últimos 8 años


José Rafael López Padrino

El ganador de la contienda electoral ha resultado ser Donald Trump. Con un discurso misógino, machista, homofóbico, racista, y sexista logró conquistar la presidencia de los EEUU (270 votos electorales), aunque perdió el voto popular.

Obviamente, el triunfo de Trump responde a múltiples factores. Entre otros, el apoyo masivo que recibió el candidato de los blancos colonizadores e ignorantes, quienes angustiados por el nuevo panorama multirracial de los EEUU se volcaron por su candidatura.

Trump empleando una retórica ambigua, y contradictoria les vendió exitosamente una interpretación simplista de sus desgracias y frustraciones, responsabilizando a los inmigrantes, en especial a los latinos a quienes calificó de criminales, violadores, ladrones y traficantes de drogas.

Trump fue exitoso entre los votantes blancos de baja educación, y residenciados en zonas rurales o suburbanas. El republicano obtuvo sus mayores sumas de votos en los condados donde más del 75% de la población blanca carece de un título universitario.

Contrariamente Clinton lideró y ganó entre los votantes de mayor formación académica, de población multirracial y residentes de zonas urbanas.

El candidato republicano basó su campaña en un venenoso nacionalismo económico -falsa posición “anti-sistema”- criticando la globalización desde una perspectiva nacionalista-proteccionista, muy similar a la del Front National Francés, la Liga Norte de Italia, a la de Nigel Farage y otros líderes que favorecieron el Brexit enfatizando la necesidad de que el país «tomara control de sus fronteras”.

Cabe destacar que Trump capitalizó políticamente el profundo descontento social producido por los cambios que se han operado en el mercado laboral norteamericano en estos últimos 8 años.

Amplios sectores de la clase trabajadora estadounidense que han visto desplomarse sus ingresos en las últimas décadas, en particular desde la crisis de 2008, votaron equivocadamente por Trump.

Igualmente, Trump apeló a la nostalgia del país poderoso (militar y económicamente), regido exclusivamente por blancos-protestantes.

Por ello el slogan central de su campaña fue “Make America Great Again”, hacer a Estados Unidos grande de nuevo.

Además, habría que agregar la poca participación electoral de las comunidades negras lo cual ayudó al triunfo de Trump.

Lamentablemente con su abstencionismo los negros norteamericanos le dieron poder a la supremacía blanca (ideología política que promueve el dominio social y político de los blancos) representados en la figura de Trump; con ello demostraron una vez más que no han aprendido absolutamente nada de su propia historia.

Adicionalmente hay que señalar la división del voto Latino.

Aunque la mayoría votó en favor de Hillary Clinton (65%), un porcentaje nada despreciable (35%) lo hizo paradójicamente por el candidato antiinmigrante, en especial venezolanos, colombianos, puertorriqueños y cubanos.

Así mismo sucedieron incongruencias existenciales, tales como mujeres que votaron por un candidato que aplaude la violencia de género, la misoginia y el abuso sexual, y además que niega el derecho al aborto, al igual que musulmanes y asiáticos que votaron por el candidato de la retórica antiinmigrante.

No podríamos dejar de mencionar entre los múltiples factores que contribuyeron al triunfo de Trump la actitud un tanto sospechosa del polémico director del FBI James Comey quien violando los protocolos internos de dicha institución reabrió la investigación sobre el servidor privado para correos electrónicos de Hillary Clinton, 11 días antes de las elecciones.

Igualmente, las numerosas filtraciones de Snowden -refugiado en Rusia- quién no cesó en acusar a Clinton por violar las reglas en el manejo de información clasificada, en alusión al uso de su correo privado cuando ejercía el cargo de secretaria de Estado.

Con el triunfo de Trump, los logros democráticos de los EEUU del pasado han tocado fondo. Colocar a un autoritario afín al KKK como Presidente de la nación refleja la prevalencia de antivalores en una sociedad que presume de ser democrática.

De cumplirse las promesas electorales que llevaron a Trump a la Casa Blanca millones de inmigrantes indocumentados serán deportados, revocará la Acción Diferida que aprobó el presidente Obama la cual protegía de la deportación a los jóvenes que entraron al país de manera ilegal siendo niños (Dreamers), privatizará la seguridad en los aeropuertos y el servicio médico que protege a los veteranos de guerra, eliminará la reforma sanitaria que pretendía que todo el mundo tuviera acceso a un seguro médico asequible (Obamacare).

Construirá el muro de la infamia y el odio en la frontera con México, designará un magistrado al Tribunal Supremo (TS) de los EEUU en sustitución al juez Antonin Scalia (fallecido recientemente) y potencialmente a dos nuevos magistrados más.

Con esta nueva correlación conservadora en el TS seguramente se revocarán conquistas como el derecho al aborto, a la huelga, y al funcionamiento de sindicatos, entre muchos otros logros.

Además, se institucionalizará la tortura bajo el pretexto de la seguridad nacional y se impondrá la ley y el orden de la supremacía blanca.

Evidentemente el triunfo de Trump representa un cambio, pero un cambio al pasado segregado y racista del siglo XX. El país del norte vive una de las horas más oscuras de su historia.