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Vivir en Venezuela debe dejar de ser un sufrimiento

“Chávez nos prometió, parafraseando al Libertador, ‘la mayor suma de felicidad posible’, pero en realidad nos trajo la mayor desventura de los últimos 70 años”


Luis Fuenmayor Toro

Vivir en Venezuela se ha transformado en un sufrimiento para la inmensa mayoría de los venezolanos.

La escasez de alimentos y de todos los demás productos necesarios para la vida contemporánea, la elevadísima inflación que impide comprar lo poco que hay y la inseguridad personal, que nos hace temer permanentemente por la integridad física de nuestros familiares, son las tres desgracias que más incomodan y preocupan a la gente, y para las cuales el Gobierno no ha hecho absolutamente nada desde hace ya varios años.

Maduro parece creer que con sus discursos vacíos y sus bailes por radio y televisión se resuelven los graves problemas que nos aquejan.

La indolencia gubernamental ha permitido que estas calamidades crezcan ininterrumpidamente. Las escasas medidas tomadas, más por demagogia que por preocupación real, no han servido absolutamente para nada.

Chávez nos prometió, parafraseando al Libertador, “la mayor suma de felicidad posible”, pero en realidad nos trajo la mayor desventura de los últimos 70 años.

Sí, no estoy exagerando. Desde el trienio adeco-militar de la segunda mitad de los años cuarenta del siglo pasado no se había vivido una situación tan dramática como la actual.

Y lo peor es que seguramente no hemos llegado todavía a la mayor suma de desdicha posible

La gente exige soluciones ante todas las carencias e insuficiencias existentes.

No hay dólares para importar las mercancías básicas requeridas, aunque sí los hay para pagar artistas extranjeros del festival “Suena Caracas”, lo que nos dice claramente cuáles son las prioridades gubernamentales.

Ni siquiera el “pan y circo” romano, solo circo y seguramente alcohol, para ver si el pueblo se olvida de sus desventuras.

La producción interna está muy lejos de satisfacer la demanda de productos, pero el Gobierno no toma las medidas requeridas para tratar de impulsarla y tratar de recuperar lo que en algún momento se producía.

La destrucción de la agricultura, cuyo responsable tiene nombre y apellido, a través de la expropiación absurda de millones de hectáreas y de empresas productivas, afectadas por motivaciones pseudoideológicas, de odio personal, de pases de factura, destruyó lo poco que existía, y la medida gubernamental para enfrentar esta situación ha sido la locura de querer sustituir con agricultura urbana a 8 millones de hectáreas que han dejado de producir.

Hemos propuesto que todas las expropiaciones que hayan sido hechas por razones distintas del interés nacional y que no estén produciendo como antes deben ser devueltas a sus propietarios originales de inmediato.

El desempleo campea, a pesar del disfrazamiento del mismo ejecutado por el Instituto Nacional de Estadística, que considera empleo hasta las actividades de circo que se desarrollan en los semáforos.

El empleo real es principalmente el público burocrático y el empleo precario.

La buhonería desatada, el bachaqueo delictivo, el “mototaxismo” incontrolado, los “cuida carros” y las ventas ambulantes de comida preparada, se han extendido hasta cubrir toda la extensión de las ciudades.

Los montos de los sueldos y salarios son ridículos ante el costo de la canasta alimentaria y la de bienes y servicios, y no mejoran pues el Gobierno tiene una política contraria al salario y favorecedora de los bonos, principalmente de los tickets de alimentación, que hoy, en forma absurda, duplican el salario mínimo.

El éxodo de nuestros jóvenes mejor preparados (universitarios) es masivo ante la ausencia de futuro.

Recuerdo, en el pasado adecocopeyano, a los hoy líderes chavecos de los trabajadores enfrentando con vehemencia lo que llamábamos la bonificación de los salarios, que simplemente perseguía reducir el efecto de los incrementos en el monto de las prestaciones sociales.

Hoy ellos mismos son ejecutores de lo que antes combatían. Las acciones lógicas para enfrentar de inmediato el desempleo y el deterioro de los salarios está en el combate de la inflación y la especulación, sobre todo la de los bachaqueros; eliminar de inmediato la impresión de dinero inorgánico por parte del BCV y rescatar la autonomía de esta institución.

El estímulo de la producción nacional ya señalado y la unificación cambiaria también actuarían en este sentido.

A largo plazo, el desarrollo industrial del país comenzando con el sector petrolero aguas abajo y aguas arriba para producir bienes de mucho mayor valor agregado.

Al mismo tiempo habría que desarrollar las ciencias y la tecnología nacional, para lo cual es vital el financiamiento del sector por la industria petrolera, que debe dejar de importar los conocimientos científicos y tecnológicos requeridos para su funcionamiento, para pasar a invertir en su producción en las universidades y centros de investigación del país.

Adicionalmente, se debe impulsar una educación generalizada de calidad, que permita la promoción de empleo formal calificado, sustentable y bien remunerado.

La reforma curricular en la educación primaria y secundaria debe tener como objetivos la profundización de la enseñanza de los lenguajes: el español y la matemática, el estudio de las ciencias naturales y el conocimiento de nuestra geografía e historia, rechazando las ideologizaciones actuales que sólo nos llevan al deterioro del aprendizaje por los educandos.

Cumplir con los 200 días anuales efectivos de clases sería una prioridad.