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Venezuela en crisis: una réplica del modelo cubano

Chávez y Maduro se hicieron dependientes del estándar que impera en la isla


Oscar Battaglini

La crisis económica, social y política por la que atraviesa Venezuela actualmente es sólo comparable a las que se vivieron bajo la Guerra Federal y durante los períodos de las guerras Restauradora y Libertadora; acontecimientos que tuvieron lugar a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Durante el transcurso de esos hechos, la situación económica del país se hizo tan precaria y desesperada que un alto funcionario de uno de los gobiernos del período, llegó a decir que los venezolanos para cubrir sus necesidades alimenticias, se veían forzados a tener que importar su desayuno, el almuerzo y la cena.

Si uno revisa con algún detenimiento las circunstancias por las que atraviesa el país, se dará cuenta que la situación es muy parecida a la de aquellos momentos sin que ahora se haya o se esté desarrollando un conflicto armado, como fue el caso de la Venezuela de entonces. Aquí lo que ha ocurrido es que se ha aplicado una concepción y una política que no sólo ha quebrado económicamente al país, sino que ha condenado a la inmensa mayoría de los venezolanos a la pobreza y ha vivir en medio de un sinnúmero de dificultades que han precarizado en extremo sus condiciones de existencia. Adicionalmente a todo eso, el chávezmadurismo puso en ejecución una acción gubernamental (político-institucional) que terminó pervirtiendo el normal funcionamiento de los poderes públicos, lo que ha perturbado gravemente la autonomía de esos poderes y en la práctica, ha convertido al Estado venezolano en una maquinaria al servicio de una camarilla inescrupulosa, cuyo único objetivo es mantenerse en el poder al precio que sea para dar continuidad a su actividad depredadora en contra de la nación venezolana.

“Se ha convertido al Estado venezolano en una maquinaria al servicio de una camarilla”

Expresión concreta de la causalidad del estado de pobreza y las graves dificultades por las que atraviesa la sociedad venezolana son, entre otras: 1.- La descomunal caída de la producción agrícola e industrial del país como consecuencia de las absurdas expropiaciones de fundos agrícolas y empresas, ejecutadas por el Gobierno y por la puesta en vigencia de una Ley de Precios al Consumidor, que ha pretendido obligar a los productores del campo y la ciudad a producir por debajo de los costos de producción, lo cual ha generado un enorme desabastecimiento y escasez de productos para el consumo de la población, que ya sobrepasa el 80 % de lo estrictamente necesario para satisfacer la demanda de bienes de primera necesidad. Simultáneamente se desarrolla un proceso inflacionario galopante que ha pulverizado el salario de los trabajadores y de los profesionales de bajos ingresos y que pareciera no tener fin, por cuanto el Gobierno madurista no hace absolutamente nada para corregir sus efectos destructivos. De manera contraria, todas la medidas que ha venido implementando (sobre todo la impresión de dinero inorgánico para cubrir el déficit fiscal que padece) lo que han hecho es incrementar el desarrollo acelerado de la inflación. 2.- La tendencia estatizadora puesta en práctica tanto por Chávez como por Maduro en la creencia mecanicista de que con eso estaban empujando la realidad venezolana por el camino de la socialización de la economía y de la sociedad en su conjunto. La ignorancia demostrada a este respecto por estos dos individuos en su rol como presidentes, siempre fue y sigue siendo gigantesca. Ignoran que la estatización por sí sola no conduce a la socialización de la sociedad; que ella, ejecutada burocráticamente y sin que se hayan cumplido una serie de condiciones que tienen que ver con el desarrollo de la capacidad productiva de la sociedad y de la conciencia social de la misma en correspondencia con ese desarrollo material, no es posible dar ni un sólo paso en esa dirección. Si estos requisitos no se cumplen en la realidad, lo que ocurre es una reproducción de las viejas relaciones económicas existentes, como capitalismo de Estado y también de toda la superestructura política y jurídica imperante.

“El Gobierno no hace nada para corregir los efectos destructivos de la inflación”

Esto es lo que ha ocurrido en todas las sociedades en las que hasta ahora se ha intentado adelantar procesos de socialización mediante decretos y procedimientos burocráticos de toda índole. Eso fue lo que pasó en la Rusia estalinista, en la Europa del Este y también en el caso cubano, que no hizo otra cosa que copiar el modelo estalinista, sobre todo en un momento en el que ya era evidente el fracaso del socialismo burocrático en todos los países en los que se había implementado. Eso es lo que explica que esas sociedades –en el caso europeo- no hayan alcanzado un modelo de desarrollo económico y societal en general, comparable al de los países capitalistas del llamado primer mundo. Eso es lo que explica igualmente, que una sociedad como la cubana se haya mantenido reproduciendo su pobreza estructural y practicando, como las del resto del socialismo burocrático, regímenes autoritarios negadores de los derechos democráticos más elementales.

El caso venezolano es muy especial. Aquí no ha habido ni por asomo, nada que permita compararlo con los modelos del socialismo burocrático mencionados. En nuestro caso se trata de un régimen populista, que es lo que la nomenklatura en el poder califica de “socialismo”. Bajo este régimen, además de las acciones de estatización capitalista que han tenido lugar en los 18 años que el chavismo tiene en el poder, no se ha producido ningún hecho significativo que pueda calificarse o relacionarse con el socialismo como proyecto político alternativo frente al proyecto capitalista. En todo caso, a lo único que se parece lo que aquí ocurre, es al modelo cubano (por algo Chávez y Maduro se hicieron dependientes de este modelo). Los elementos que los identifican son, entre otros: la crisis en la que han sobrevivido a lo largo de su existencia, y la pobreza y el sufrimiento a los que han condenado a sus respectivos pueblos, de ahí el repudio que concitan tanto nacional como internacionalmente.