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Julián Rivas: La tregua y el salto económico

Julián Rivas: La tregua y el salto económico

Decir que los venezolanos estamos en situación de pobreza y no darse cuenta del rol pernicioso de la banca privada en Venezuela es una bestialidad o complicidad


Julián Rivas

En Venezuela hay mucha diatriba política y se soslaya la preocupación del ciudadano por mantener o mejorar sus condiciones de vida en la cotidianidad. Eso no es nuevo. Mucho tiempo hablando de progreso sin mirar a los más pobres. En el gomecismo fue la norma, las élites ladronas mostraban mucho interés por lo petrolero y poco por educación y salud de los trabajadores, que era un silencioso requerimiento ciudadano.

Hoy, ante el deterioro de salarios y  ahorros de las mayorías, de los trabajadores, sectores populares, incluso de sectores medios, se requieren consideraciones especiales y medidas urgentes. Hay que dar una tregua al bolsillo del pueblo trabajador, cuyo salario se usa básicamente en comida.

La tasa de venta de dólares Dicom subió esta semana a 2.010 bolívares por dólar. Una vez más los comerciantes aumentaron el precio de los bienes y servicios. Lo mismo ocurre cuando sube el  dólar ilegal; también cuando aumentan los salarios. Santo Dios, por qué joroban tanto al pueblo. Excusas y abuso.

Pero en canales de televisión netamente de la burguesía como Globovisión es recurrente la queja de  dirigentes de Fedecámaras, siempre exigiendo mecanismo cambiarios favorables a ellos. ¿Por qué ese afán importador? Incluso, para producir reclaman dólares para importar.

Ojalá aprendieran de países que en medio de férreos bloqueos, como Irán, evidencian crecimiento económico en los últimos dos años. Sí, Irán, no se asuste. Ah, pero en Irán los empresarios comparten una visión de país, situación que no ocurre en Venezuela con los señorones como este Olalquiaga que preside Conindustria. Todavía este señor llama ignorantes a quienes no comparten sus ideas económicas. Él pretende imponer su obtuso punto de vista. Divorcia economía de política, lo que es un absurdo. Por supuesto, toma las previsiones para escudarse en una supuesta economía social de mercado, que nunca fue propia ni de adecos ni copeyanos, neoliberales sí fueron. Caramba.

“Esta Asamblea Nacional goza de la legitimidad y el respeto del pueblo de Venezuela”, ha dicho el señor Olalquiaga. Mire, este es un chiste. Desconoce la política el señor Olalquiaga.  Buena la precisión leninista: Los parlamentos burgueses de poco sirven. En “El Estado y la Revolución” —obra obligatoria para quien incursiona en política— Vladimir Lenin sostiene que en los parlamentos no se hace nada más que charlar, con la finalidad especial de embaucar al “vulgo”. Verbigracia, vean la obra de Henry Ramos Allup como presidente de la Asamblea Nacional.

Lenin sostenía que los parlamentos deben convertirse en corporaciones de trabajo, con el pueblo. Destacaba que los países parlamentarios de Norteamérica y Europa, “la verdadera labor de Estado” se hace entre bastidores y la ejecutan los ministerios, las oficinas, los Estados Mayores.

El señor Olalquiaga es un nostálgico de los gobiernos adecos y copeyanos. Lo confesó en Globovisión. El capitoste del capitalismo habla del empobrecimiento sin nombrar fuga de capitales ni corrupción. Grandísimo hipócrita. Decir que los venezolanos estamos en situación de pobreza y no darse cuenta del rol pernicioso de la banca privada en Venezuela es una bestialidad o complicidad. Pobre Olalquiaga, señor que aparenta venir de la colonia y que no se ha dado cuenta que el mundo cambia.

¿QUÉ HACER?

No es mi pretensión ofrecer soluciones inmediatas, ni predecir el futuro como los brujos yerbateros en que han devenido los supuestos analistas de la derecha. Algunos de ellos, por cierto, empleados de la banca, razón por la cual no advierten la fuga de capitales ni el carácter grosero de los banqueros, que no pagan los impuestos y cuyas ganancias exorbitantes tampoco se usan para impulsar el crecimiento económico.

Ducen que en la banca hay suficiente cantidad de bolívares como para impulsar un programa de activación económica que incorpore a los jóvenes, a los nuevos profesionales y a aquellos que han sido relegados, muchos no tan jóvenes. Pero la banca en Venezuela no le presta a los pobres.

Oiga bien, en este momento es una tarea titánica lograr un crédito hipotecario, al tiempo que la MUD-oposición descalifica los programas de la Gran Misión Vivienda Venezuela. Los créditos agrícolas son para terratenientes. Vaya a cualquier banco privado y pregunte.

En la antigua Grecia se consideraba al apolítico como esclavo o ignorante. Curiosamente todavía a estas alturas los empresarios burgueses y los economistas que le sirven presentan a la economía como asunto cerrado de brujos. Por eso Olalquiaga es capaz de presentarse en un programa de televisión a descalificar a medio mundo. Como si los libros que él posiblemente haya  leído fueran de uso exclusivo de su corte social, o como si el fuera de los pocos que ha viajado por el mundo, incluso Latinoamérica.

Ahora las aerolíneas nacionales se retiran de las rutas internas y se vuelcan a vuelos al exterior, tras los dólares. En lo interno ya no les gustan los vuelos regulares y las autoridades en cierto sentido se lo facilitan (vaya a saber usted por qué) cuando surge la figura del vuelo especial, que ejecutan a tasa de dólar en un país con salarios en bolívares.

Estimo que Venezuela requiere un proceso de “venezolanización”, para hacer ajustes de todo orden. No puede seguirse regalando harina de trigo para que los portugueses dueños de la mayoría de las panaderías (no he visto Constitución ni Ley para que eso ocurra) acumulen una plata que por magia cambiaria irá en exagerada proporción a la Isla de Madeira. Los mismo pasa con los servicios de tintorería, la venta de aguardiente y cervezas en bares y burdeles, más otros insumos y especies. Eso tiene que acabarse y de eso no habla la prensa burguesa.

Ya está bueno que los venezolanos hagamos el papel de pendejos. Suficiente el tiempo y la cantidad de gasolina y otros bienes y servicios que nos roban desde Colombia con la complicidad de la oligarquía de Bogotá. De esta cosa tenemos que hablar porque estos son asuntos que no tienen que ofender a nadie porque justamente políticas a favor de las mayorías nacionales la practican la mayoría de los países del mundo , por no decir todos porque justamente estamos en el grupo de los exceptos.

Es decir, a Venezuela le toca abrir un mercado que privilegie el uso de los bolívares, que en la banca privada tiene bastante en depósitos. Necesitamos un toque de proteccionismo, que lo mismo comienza a hacer Donald Trump. Sí, somos una economía media, modesta, pero con suficiente recursos para levantar cabeza en varias decenas de meses. Esto se configura en un esquema de activación económica de nuevo tipo (ojo, activación, no reactivación, porque de lo viejo “adecosincrático” hay poco que aprender, mister Olalquiaga).

No debe ser nuestra pretensión hacer una economía autárquica, pero sí propia, con amarres populares. Bueno, nos han sacado de Mercosur, saquemos provecho. Quizás a la banca no le salga estatización, pero sí que sea nacionalista, venezolanista. Alianzas financieras se consiguen en el mundo. Y si para las aerolíneas necesitamos capitales intensivos, busquemos aliados lejos, que los hay. Pero tengamos una aerolínea que sirva a la gente, que tenga calidad de servicio y que nos conecte con el mundo, que contribuya a desarrollar el turismo. Que el venezolano con su salario pueda llevar a su familia a Margarita o cualquier lado de nuestro territorio al menos una vez al año. Que el venezolano con su salario pueda comprar un carro a crédito, por “leasing”, con seguro que no sea un atraco.

Necesitamos una nueva construcción económica que no será con el predominio de los feudales de Fedecámaras, aliados a la MUD, hechos los locos con el terrorismo perrorabioso, tipo Isis medieval, con su toque paraco uribista y de asesoría gringa.

Es mejor que jurunguemos esto de la economía. Así nos daremos cuenta que tenemos una burguesía malandra, que debemos superar. Es posible tener nuevos productores, masivamente. ¡Qué viva Venezuela!