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Rubén Osorio Canales: “Nos han llevado a un estado pre bélico”

Rubén Osorio

“Espero que así como tenemos una memoria frágil para recordar y aprender lecciones, también tengamos esa misma fragilidad para olvidar nuestros odios”, afirma el poeta y escritor


Edgardo Agüero Sánchez

Rubén Osorio Canales es un reconocido poeta, dramaturgo, docente universitario, hombre de radio y televisión y además de eso gastrónomo, de allí su columna inicialmente gastronómica “El plato del domingo”, que a lo largo de muchos años mantiene en este semanario y que por razones de la dinámica política del país y dada su preocupación por el mismo, fue tomando una orientación cada vez más radical en este sentido.

Su más reciente libro “Estado de Sitio” parece haber sido escrito esta mañana. Es sorprendente la vigencia de cada página, de cada verso. ¿Cómo fue su proceso creativo?

— Ese libro nació un día en que ciertos hechos que estaban ocurriendo en el país, oscurecieron de tal manera mi visión, que comencé a asociarlos con la historia negra de nuestro continente y pensé que, de seguir por ese camino, podríamos terminar en un estado de sitio, que para mí en la vida interna de un país, comienza cuando el Gobierno y Estado son una misma cosa y su objetivo es controlar la vida de sus ciudadanos. Con ese título como marco general comencé a escribir esos poemas. Debo decir que en todos mis libros nace primero el título que sus textos. No acostumbro a publicar recopilaciones de poemas escritos entre una fecha y otra. Mi propósito es escribir poemas capaces de narrar una historia con la visión de un testigo de su tiempo. Saint John Perse dijo que el poeta es la mala conciencia de su tiempo, pero me conformo con ser un testigo del mío.

En esta escritura cargada de connotaciones muy explícitas, es muy difícil no imbuirse del sentimiento que desprenden esas páginas; no sentirse tocado como ciudadano de este país. Transpira un sincero anhelo de libertad. En este sentido es un libro plenamente logrado. ¿Está consciente de ello?

— Claro que sí y ese fue mi propósito. El libro relata en la voz de los sitiados en una torre, un largo episodio de intolerancia que pasa por el encierro, las agresiones, el acoso al que son sometidos hasta obligarlos a salir del encierro y exponerse a agresiones mayores. Y todo por haber dicho no. Los sitiados invocan a los poetas porque la poesía desde Homero hasta nuestros días ha estado en el centro de los conflictos humanos. Y los poetas nos acercamos a los sitiados porque es nuestro deber. Así ha sido desde mucho antes de Homero para acá.

«De seguir por ese camino podríamos terminar en un estado de sitio, que comienza cuando el Gobierno y Estado son una misma cosa»

¿El libro entonces narra un episodio venezolano?

— Es bueno precisar que el tema de este libro es la libertad y esta no tiene nacionalidad. En esos poemas hay una condena a la intolerancia. De esto en nuestro continente tenemos una larga historia. La Intolerancia es un estado de agresión inaceptable, no importa si la misma la producen gobiernos de izquierda o de derecha. Basta con que la intolerancia esté presente para que estemos asistiendo a una expresión fascista absolutamente condenable. En esos versos están las memorias de los ultrajes a los muchachos chilenos agredidos y fusilados por la intolerancia pinochetista, allí está la historia de Tatlelolco, la condena y asesinato de Javier Heraud el poeta peruano, los agredidos y muertos por Fidel Castro, y de todos los jóvenes caídos por la intolerancia en este y en cualquier otro continente. Y por supuesto están los nuestros en todas las épocas.

¿En tanto que ciudadanos de este país, estamos condenados a no ver cumplidos nuestros sueños?

— De ninguna manera, los sueños están allí para hacerlos cumplir y para eso están nuestra voluntad, nuestra perseverancia, nuestro coraje, pero sobre todo creer en ellos. Querido Edgardo, quien tiene sueños de libertad, de alguna manera tiene la poesía enlazada a su alma y contra ella no pueden, ni la represión, ni las bombas lacrimógenas, ni las tanquetas, ni los tiros, así estos sean tiros de gracia, porque contra la poesía no hay fuerza, ni maldad que pueda derrotarla. Si no pregúnteselo a poetas como Hikmet, Neruda, Cardenal, Miguel Hernández, y tantos otros que supieron, como hombres de su tiempo y circunstancia, expresar su resistencia con el lenguaje de la poesía, y cuando digo poesía no estoy diciendo panfleto.

¿En su proceso de creación poética —en general— ha tenido momentos críticos?

— El peor momento fue cuando tomé conciencia plena de que los dos primeros libros que publiqué muy joven nunca debieron ser publicados. Eso me llevó a no escribir poesía durante tres años. Pero un día en medio de una reunión de amigos por el año 1960, me aparte del grupo, le pedí a la regente del sitio donde estábamos papel y lápiz y escribí un texto muy breve que decía: ya los hombres/ no podían saltar los muros/ ni decir yo soy la vida/ detente, deteneos/ en el campo florecían/ los manojos de huesos. Miré el papel, leí ese apunte y con gran regocijo entendí que finalmente mi espíritu había establecido de nuevo contacto con el género más difícil del arte que es la poesía. Ese día nació un libro que quiero mucho como es “La Vida Por Los Pies”, que no es otra cosa que la historia de un soldado desde que lo reclutan hasta que regresa de la guerra, con lo que de él quedaba. De ese libro Miguel Otero dijo: “Es un poema épico que se lee en quince minutos”.

Rubén Osorio Bautizo
«El tema de este libro es la libertad y esta no tiene nacionalidad», afirma Osorio sobre su reciente poemario Estado de Sitio. Foto: JALH

¿Extraña la poesía que se respiraba en la República del Este?

— Extraño el tiempo de la pacificación que viví con total intensidad en el marco de esa ocurrencia que tuvimos de crear esa gran peña de la amistad que se llama la República del Este. Más mortal y terrena que lo que nosotros pensábamos, pero más robusta, consistente y gallarda de lo que siempre han dicho sus detractores. Allí se hablaba del país con tanta intensidad, que por ella desfilaron para hablar con nosotros, los más sobresalientes líderes de la República de los Ciudadanos, como quien dice la República de todos. Había tanta expresión de amistad, que en muy poco tiempo sus filas aumentaron de manera espectacular y tal era el clima de convivencia que allí se respiraba, que la prensa daba cuenta sistemáticamente de sus actos. Nuestros procesos electorales conmovían a toda Sabana Grande, que veía las largas colas de votantes ejerciendo su derecho de elegir a quien quisiera. Allí no había ni abstenciones, ni fraudes. Pero es bueno aclarar que la República del Este nunca fue un foro para la discusión estética, fue sencillamente una peña de la amistad y nunca tuvo la idea de ser una suerte de Techo de la Ballena, o grupo Sardio, ni nada parecido. Allí cada militante andaba por la suya en su disciplina, fuese pintor, escultor, narrador, poeta o simplemente bohemio.

En “Estado de Sitio”, el tema del libro llama la atención …

— La poesía escoge ella misma los temas y el momento. Soy un poeta que vive en este mundo y en este tiempo y son las cosas de este mundo y de este tiempo las que mueven mi sensibilidad. De mi observación, de mis reflexiones, es de donde provienen mis acciones, mis ideas y mis palabras. El amor está siempre en lo que escribo, no hay un solo verso mío en el que esté ausente. Soy un ser humano como cualquier otro, el hecho de ser poeta no me hace un ser distinto a los demás, y me obliga a una lucha incesante en muchos campos y a mantener una coherencia entre el ser que escribe y el ser que vive. Un poeta en su escritura no puede fingir lo que no es.

¿Cómo definiría su poesía?

— Mi poesía es el producto de mi formación. Trabajo a diario en el lenguaje. Del teatro y el cine, materias que conforman mi mayor conocimiento porque para ellos me formé, he aprendido el valor del monólogo y de la imagen. He aprendido a utilizar el verso como un fotograma. El teatro y la tragedia, en particular, me enseñaron que la palabra tiene un tiempo y un momento para alargarse y otro para sumarse al susurro o al silencio. Trabajo sin perder de vista que ella tiene que ser la elevación de la palabra para expresar una acción o un sentimiento. Yo la busco, o ella me busca, a veces quiero tan siquiera rozarla y en ocasiones lo logro cuando estoy en estado de gracia que no es otra cosa que estar en armonía con el universo. Toda vez que mi formación se completó en todos los años que viví en Italia, debo decir que los poetas que más me ayudaron a develar muchos misterios, después de Whitman, Darío, Silva, Vallejos, Neruda, y el infaltable Baudelaire, que fue lo que me llevé para allá, han sido los italianos desde Dante, Petrarca y Cavalcanti, hasta Leopardi, Campana, Ungareti, Quasimodo y Montale. También están por supuesto, Villon, Garcilaso, los poetas del siglo de oro hasta Gamoneda, pasando por Machado, Salinas, Lorca, Miguel Hernández, a los cuales se unieron Edgard Lee Master, TS Elliot, y otros que sería muy largo enumerar.

«El daño que Chávez le hizo a esta sociedad reviviendo el discurso del resentimiento social y dividiendo al país»

¿Desde hace cuánto no publicaba un libro de poemas?

— Desde hace treinta años. Y debo decirte que esta bellísima edición de “Estado de Sitio”, realizada por el talento de una artista maravillosa como Zilah Rojas, se debió a la sensibilidad de un hombre como César Segnini que decidió publicarlo en el marco de las celebraciones de un nuevo aniversario de la Galería Durban, bajo los patrones estéticos de una Galería de Arte de tan alto prestigio. En ese esfuerzo editorial de la galería acompañan a “Estado de Sitio”, un libro sobre Ramírez Villamizar y una historia de la galería a cargo de la prestigiosa pluma de Bélgica Rodríguez. Debo recordar que hace un poco más de treinta años mi libro “El Nuevo Reino” fue publicado también por la Galería. Sin embargo debo decir que “Estado de Sitio” ha caminado bastante antes de su publicación, en primer lugar porque se lo envié a muchas personas que en su mayoría tuvieron la deferencia de leerlo y darme su opinión y, en segundo lugar, porque Federico Pacanins, que lo conocía muy bien, tomó unos veinte poemas del libro y los llevó al teatro con el grupo experimental de la Universidad Monte Ávila, con enorme aceptación del público que llenó las salas del Ateneo y luego las del BOD en cinco funciones a sala plena.

¿Por qué tanto tiempo sin publicar poesía?

— Quizá porque me interesó mucho más escribirla que publicarla y porque todo libro tiene su tiempo para nacer y crecer, y ese tiempo nunca hay que forzarlo. La literatura está llena de casos como el mío. Un día un amigo me preguntó qué había pasado con “La Estación Que Falta”, un libro que trabajé durante ocho años y le respondí: Nada, que la estación nunca llegó. He tenido casos en los que trabajé durante años y terminé destruyéndolos. No creo en la “inspiración”, creo en la reflexión y en el trabajo.

¿Qué piensa acerca de la función de la poesía?

— Teorizar sobre la poesía personalmente no me interesa. Eso se lo dejo a los académicos, a los semiólogos y a los críticos. Yo la busco para ver si puedo tan siquiera rozarla, cosa que en ocasiones logro cuando estoy, como te dije antes, en estado de gracia. Del resto lo que te puedo añadir es que para mí la poesía es un compromiso con mi tiempo y no me permito pasar por alto las perversidades que nos acosan.

Bautizo Rubén Osorio
«La Intolerancia es un estado de agresión inaceptable, no importa si la misma la producen gobiernos de izquierda o de derecha». Foto: JALH

El país está dividido en dos visiones irreconciliables, es un hecho indiscutible…

— Desgraciadamente es así y eso tenemos que remediarlo los mismos ciudadanos y le puedo asegurar que nos tomará mucho tiempo. El daño que Chávez le hizo a esta sociedad reviviendo el discurso del resentimiento social y dividiendo al país entre los que están conmigo y los que están contra mí, fue muy grande y cada día lo sufrimos más.

¿Es difícil superar el odio sembrado en estas dos décadas?

— Será difícil, pero tenemos que hacer todo lo que esté a nuestro alcance. No es la primera vez que nos enfrentamos a una situación semejante. Espero que así como tenemos una memoria frágil para recordar y aprender lecciones, también tengamos esa misma fragilidad para olvidar nuestros odios.

«No creo que un grupo que ha dado muestras de tanta mala fe en el manejo del poder, sea capaz de ceder terreno»

Hablando de la situación actual del país, ¿qué piensa del dominio absoluto de los militares en materias tan importantes como la producción, importación, el manejo y la distribución de los alimentos y de los dólares a bolívares 10, la entrega del arco minero, la venta de bonos a precio de gallina flaca y el negocio petrolero en general?

— Esa injerencia comenzó y la promovió Chávez quien fue ante todo un militar. Y ya desaparecido se desbordó de tal manera que nos lleva a pensar que la lealtad militar tiene su precio. Uno no puede pensar si no en el clásico chantaje de una cúpula militar cuando ofrece su apoyo a gobiernos debilitados como el que preside Maduro, y así saciar su voraz apetito, al convertirse en el dueño virtual del país. Eso de tener en sus manos el llamado Arco Minero, el negocio petrolero y el de la alimentación, el manejo de los dólares preferenciales, más las fronteras a su cuido, han convertido a una cúpula militar en el poder detrás del trono. En este asunto la ideología no entra, se trata estrictamente de una operación crematística.

¿Cómo ve el hecho que los civiles estén siendo juzgados en tribunales militares?

— Está claro que a la nueva oligarquía militar le interesa, más que la titularidad del régimen, el control de la situación, por eso dan ese brinco hacia una aberración, como es civiles juzgados por militares. Dentro de esa realidad cabe preguntarse si esa nueva oligarquía militar que domina el espacio político y económico, que tiene metida sus manos en las distorsiones de nuestra economía, en el criminal desencuentro social y en la atrocidad represiva que ha tomado un vuelo de ferocidad desproporcionado, estaría dispuesta a ceder el terreno tan malamente conquistado. Honestamente no lo creo. No creo que un grupo que ha dado muestras de tanta mala fe en el manejo del poder, sea capaz de hacerlo, lo cual pone al país entero a las puertas de un conflicto mucho más grave del que estamos viviendo en estos momentos.

¿No le parece que se habla con mucha ligereza de guerra civil?

— Lo que no podemos negar es que la postura radical del oficialismo nos ha llevado a un estado pre bélico. Y lo único que puede detener el avance hacia una guerra civil indeseada, es una solución política que no se da porque esa oligarquía militar no lo va a permitir mientras mantenga el control de todo el aparato del Estado. Si llegara a perder ese control, tendrían que decidir entre estar, o dispuestos a arrasar con todo, antes que el todo arrase con ellos, o si es que la presión nacional e internacional les hace brotar un pequeño indicio de sensatez, transar una situación que de alguna manera los salve.

«Tratarán de ir hasta el final con este nuevo golpe y a ese más del 80 % nos tocará oponernos para impedirlo»

Tres millones de chavistas no respaldaron la reforma constitucional cuando Chávez la propuso y hoy pretenden imponerla con 500 asambleístas ignorando un universo de casi 20 millones de electores, es decir el derecho universal del voto. ¿Es eso racional y democráticamente posible?

— En la arbitrariedad, la ilegalidad y el juego de las dictaduras mafiosas, incluso un exabrupto como este, es posible. No creo que a una cúpula que ha arruinado a Venezuela en su economía, en su institucionalidad, en el respeto y dignidad de su soberanía, que ha permitido una diáspora como la sufrida, que ataca con intención de exterminio a un pueblo y a una juventud que lo único que pide es elecciones libres, eso le pueda importar. Ellos tratarán de ir hasta el final con este nuevo golpe y a ese más del 80 % que, según las encuestas, no los quieren, nos tocará oponernos para impedirlo.

¿Qué piensa de esos “insignes” constitucionalistas que a sangre y fuego defienden la propuesta de Maduro?

— No es a dólar limpio, querido amigo, es a dólar sucio, que defienden semejante exabrupto. Esos son los clásicos mercenarios del conocimiento, oportunistas sin ética que siempre aparecen cuando un barco se hunde. Como decía Bolívar, “el talento sin probidad es un azote”.

¿Poeta, a estas alturas de sus 84 años tiene proyectos pendientes?

— A estas alturas de mi vida, hago mías aquella expresión de Pavese y digo: “He cumplido con mis derechos civiles, he pagado mis impuestos y le he dado poesía a los hombres”. Lo único que necesito es un poco más de tiempo, porque tengo muchas tareas pendientes y muchas cosas por aprender. En este momento reviso todo el teatro escrito, me propongo editar tres libros más: “Amigo Mío, Hermano Mío”, dedicado a la República del Este, otro llamado “Extravíos” y “Poemas de Amor en Tres Tiempos”, libros a los que le he dedicado unos quince años de trabajo, y ya estoy trabajando los poemas de mi próximo libro cuyo título es “El Arte de la Guerra”, un libro que transita los caminos de la paz.


Una vida prolífica

Rubén Osorio Canales, poeta de una larga trayectoria, nacido en Barinas en el año 1934, tiene en su haber, “Imágenes del sueño” (1956), “Las Distancias Infinitas” (1958), “La Vida por los Pies” (1966), “Asuntos” (1972), libro con el que obtuvo una menció honorífica única del Premio Municipal de Poesía, “La Rara Tregua” (1976), “El Nuevo Reino” (1982), “Estado de Sitio” y por publicar, “Extravíos”, “Amigo Mío, Hermano Mío”, elegías dedicadas a la República del Este, a los que habría que añadir sus aportes a la gastronomía con “Memorias del Fogón”, su obra de teatro, totalmente inédita y en los actuales momentos en revisión, con títulos como “Los Cedros están Doblados”, “Los Hombres que Terminan en la Horca”, “El Hombre que quería su Estatua”, “La Noche del Presidente” y “Una Historia de Circo”. En la actualidad trabaja en un largo relato titulado “La Gran Carrera” y ordena una serie de cuentos escritos en los últimos veinte años. Ha sido hombre de radio y televisión y es columnista de “La Razón” y “El Nacional”.