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Editorial | Se ahogan en el lodo

Maduro

Los actores políticos y sociales deben buscar la manera de que no se concrete el error mayor: una Constituyente inconsulta


El presidente Nicolás Maduro está acorralado por la falta de pueblo y la férrea confrontación de sus adversarios políticos. Pero también es preso de sus propias decisiones, que se remontan al inicio de su mandato y la nula capacidad de deslastrarse de la terrible herencia de su predecesor. Maduro es víctima de sus acciones, es un Chacumbele en Miraflores que le ha puesto fecha de caducidad a su gestión. Quienes le recomendaron que se lanzara por el barranco de una Constituyente inconsulta, tramposa, que no entusiasma y, pro el contrario, ha espantado y quebrado la unidad del chavismo, son los que pareciera que también lo quieren ver caer. Maduro está rodeado de alacranes y también ha mutado en un bicho por falta de carácter en los momentos decisivos. No ha actuado como estadista y ha preferido vestir el traje de déspota. Ha sido su decisión. Él se ha labrado a pulso un destino incierto. No hay que ser adivino para prever que por el camino escogido irá directo al rincón más oscuro de la historia patria. Maduro, donde usted lo ve, necesita de un salvavidas, está urgido de salir del pozo en el que se ha zambullido. No haya la manera de respirar. Se ahoga en el lodo y por eso patea con torpeza. No haya la manera de enmendar el capote. Sus fallos lo han sentenciado y con ellos arrastra a la nación toda. Él es el gran responsable del momento actual y queda de parte de los otros actores políticos y sociales buscar la manera de que no se concrete su error mayor, una Constituyente que traerá más luto y desolación; que arrasará con él. Es hora de que la alta política aparezca antes de que la violencia todo lo colme.