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WaPo: Venezuela está próxima a la bancarrota

Cola Bicentenario

«Venezuela se queda sin comida, sin cerveza y sin dólares. En otras palabras no camina hacia la bancarrota gradualmente sino que se dirige al foso a toda velocidad», se lee en el Washington Post


Redacción La Razón

Este miércoles el medio estadounidense The Washington Post publicó un artículo de opinión del periodista Matt O’Brien, en el que habla sobre la aceleración del declive económico en Venezuela. O’Brien es reportero del Wonkblog y se especializa en temas económicos.

Puede leer una versión traducida del trabajo más abajo. Para consultar el original haga clic aquí.

Venezuela se queda sin comida, sin cerveza y sin dólares. En otras palabras no camina hacia la bancarrota gradualmente sino que se dirige al foso a toda velocidad. El gobierno es el responsable. 

El socialismo debió haber funcionado en Venezuela, más que en ninguna parte del mundo. Después de todo, se trata del país con las reservas de petróleo más grandes del mundo. Debería tener más petrodólares para financiar un sistema público. Pero en vez de crear un estado como el noruego, con un fondo soberano de más de 600.000 millardos de dólares, Venezuela adoptó un modelo más próximo al soviético.

Comenzó cuando el fallecido presidente Hugo Chávez convirtió la empresa petrolera nacional en su banco. Los beneficios de la renta salían, pero poca inversión entraba y como resultado, la producción cayó 25% entre 1999 y 2013. Las exportaciones petroleras cayeron casi el doble porque una gran cantidad del crudo venezolano se queda en el mercado doméstico con una gasolina subsidiada a 1,5 céntimos de dólar por galón. 

Pero el gobierno venezolano no quiso solo controlar los petrodólares. Quería controlar todos los dólares. Así tendría el poder de decir a los empresarios, que necesitan dólares para seguir produciendo, cuál es el tipo de producción que necesita y a qué precio. Así, el régimen venezolano ha establecido un control cambiario de tres bandas que deja a las empresas —y a los compinches ¿Hay alguna diferencia?— acceder a un puñado de dólares a un precio 100 veces menor que en el mercado negro, con los que deben comprar los bienes a importar.  

El único problema es que esto crea escasez cuando funciona y cosas peores cuando no. Eso porque el gobierno no solo decide a quién otorga los dólares preferenciales sino cuánto deben cobrar por los productos. Las compañías que no reciben dólares a tasa oficial pierden dinero si venden a los precios oficiales, así que no venden y dejan sus tiendas vacías. Pero incluso esas que reciben dólares baratos hacen más dinero vendiendo los dólares en mercado negro, así que también mantienen las tiendas vacías. En otras palabras, no es rentable para las compañías que no reciben subsidios suplir sus anaqueles, pero tampoco es lo suficientemente rentable para las que sí reciben dólares a 6,30 hacerlo. Esa es la razón por la que los supermercados en Venezuela no tienen suficiente comida, sus cervecerías no tienen los insumos para hacer cerveza y sus fábricas no tienen pulpa de papel para hacer papel toilette. Eso ha dejado a Venezuela bien suplida de una sola cosa: de colas. 

A este ritmo, la hiperinflación no está muy lejos, si no está ya aquí. La inflación oficial de Venezuela fue de 68,5% en diciembre del año pasado, la última vez que se publicaron las cifras, pero ese indicador deber estar mucho más alto que los precios de importación. Es otro «default», tal como lo señala Ricardo Hausmann, en un largo historial de «defaults» para el pueblo venezolano. La falta de comida, medicinas y otros productos básicos, en parte es el resultado de un gobierno que usa dólares para pagarle a acreedores internacionales en vez de a los domésticos. Haciendo que la moneda valga cada vez menos que el papel en que está impresa.

La pregunta es si Venezuela se quedará con lo único que le queda, además de las colas. La paciencia de los venezolanos ante un sistema económico que podría fallar aún más. Con las elecciones en puerta, el gobierno ha vuelto a hacer lo que siempre ha hecho: robarle a pocos para darle a muchos, esta vez ordenando a los almacenes de alimentos en albergues públicos. 

El gobierno venezolano no puede permitirse dejarlos comer pastel, porque el pueblo venezolano realmente no puede costearlo.