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Asamblea contra el país

Henry Ramos Allup, presidente de la Asamblea Nacional

Este país no puede seguir con este Parlamento. Y bueno, ya verán qué hacen con su formalismo institucional

 


Julián Rivas

Por estos días en que Venezuela parece arrasada por la marabunta neoliberal, que se come la plata, vemos que en el pueblo hay una mayoría con el suficiente temple y paciencia para no dejarse llevar por las pasiones que pretenden conducir a nuestro país hacia nuevas formas de neocolonialismo.

La inveterada clase política adeco-fascista debe ser derrotada. Es curioso, esa vieja burguesía, negociante hasta de lo que no es suyo, la que ahora hace política en nombre de las libertades. Así Julio Borges es “demócrata” y Henry Ramos defiende “derechos humanos”.

En el boxeo existe la figura del “no contest”, que es una vergüenza para los pugilistas, porque significa “ninguna competencia”, o no hay voluntad de pelear, o miedo, o cobardía, o que los contrincantes acordaron un teatro bufo. Un boxeador que en su récord lleve la mácula del “no contest” es blanco de desconfianza. Inevitablemente.

Bueno, ya andan de descrédito en descrédito estos sujetos que se apoderaron de la Asamblea Nacional. Son acreedores de la prevaricación, el “no contest”. Está muerta históricamente esta “Asamblea Nacional” cuya mayoría no guarda las apariencias, como recomendó el César a su mujer. Si no es patriótica por lo menos debió parecerlo. Ni una queja ante Washington. Achicharrada la MUD.

Y surge la pregunta: ¿qué hace una nación independiente, soberana, bolivariana, con una Asamblea Nacional que rechaza condenar la agresión y la injerencia de una potencia imperialista con el mayor gasto militar del mundo? Estados Unidos es gobernado por una plutocracia guerrerista. Ese Imperio realmente existente nos llama amenaza y más de cien diputados se hacen los locos. Triste, triste.

Una república que lleva el honorable nombre de Simón Bolívar, con el recuerdo de cientos de miles de mártires, patriotas que ofrendaron sus vidas por la independencia, debe ir considerando seriamente la idea de mandar a la basura a esta fulana Asamblea. Esto es increíble.

De paso, el que preside la Asamblea, una señor mayor, egocentrista y algo locato, ofrece un discurso al lado de su esposa italiana, hija de un contratista de obras públicas en la Cuarta República y también en la Quinta: aseguró que su bragueta es un motor. ¿Usted lo cree?

El polémico escritor italiano Curzio Malaparte escribió en sus relatos que los problemas de Italia en el fascismo, la guerra y la post guerra, no eran por causa de la confrontación bélica. Eran la herencia de una vieja crisis. La tragedia, la presencia gringa y sus circunstancias, el entreguismo y la adulación al invasor, eran fruto de lo que era Italia antes de la guerra, advertía. Evitemos este drama contra nuestro país.

Los venezolanos debemos pelar los ojos ante tanto deterioro “institucional”. Que la mayoría de su Parlamento Nacional considere “chévere” una agresión externa, política o diplomática, de palabra o de acción violenta, como sea se trata de una injerencia en nuestros asuntos internos. Esto es asunto para ponerse en guardia. Este país no puede seguir con este Parlamento. Y bueno, ya verán qué hacen con su formalismo institucional.

Por lo demás, se trata de cien sujetos investidos de parlamentarios, que juraron lealtad al país al asumir sus cargos. Y por obra de una torcida interpretación de la democracia y las libertades, ahora le pican los ojos al gobierno de Barack Obama y le dicen púyalo, termina con esto.

Lamentable ver que un Parlamento se pliega a la agresión de una potencia imperialista. Es imposible tener “mejores relaciones con Estados Unidos”. Ellos son Imperio. Pero nuestro pueblo es sabio y paciente, como dijo el cantor. Habrá de pasar factura a una clase política que disfruta porque las mayorías no consiguen alimentos. Los mismo que ofrecieron acabar con las colas. El 6D sirvió para engañar a incautos. Ahora, muchos de ellos sospechan que con esta clase política de la Cuarta, con mayores resabios fascistoides, no hay nada que buscar. Son los mismos de la matanza de 1989. Los mismos del Carmonazo de 2002. El episodio del 6 de diciembre nos trajo estos lodos.

Estamos ante la ofensiva del peor de los capitalismos, el capitalismo salvaje. Y en la cotidianidad la gente da respuesta. Hace varias semanas pasamos por un sitio de venta de comida para animales. No había comida para gatos. Una señora cordialmente hizo una sugerencia: Sancoche arroz, hígado de pollo y lo liga con huevo, hace una masa, y la divide en pedacitos en una bandeja de metal, la mete en el horno y la cocina hasta que quede como galleta. ¡Eureka!

Se abre espacio para las luchas populares. Las mayorías de este país creen en la transformación revolucionaria. Detesta a la Cuarta Republica. Tienen los mejores recuerdos de Hugo Chávez, quien hizo claros pronunciamientos de lucha por la independencia nacional y el socialismo. Socialismo que es ideal proclamado, pero firme esperanza. A Obama y compañía simplemente le queda agredir a Venezuela. Tiene apoyo de la fulana mayoría de la “Asamblea Nacional”.

Agresión

El asunto Parlamento es como esas enfermedades que llaman “disfuncionales”. Algo no anda bien en Venezuela. Hay una agresión externa. Pero hace poco un intelectual que fue de izquierdas, no sabemos si rajao o confundido, nos dijo: “Yo no creo que haya amenazas externas”. Bueno, ahí tienen a Obama ratificando que Venezuela es una amenaza. ¿Ya tiene claro de donde vienen los tiros?

El presidente Santos, que es zamarro, pide “diálogo” entreguista. Caradura, oculta la hambruna en la Goajira colombiana (que de paso Venezuela ayuda a paliar) y apunta a Venezuela para que las grandes potencias y sus aliados internos en Latinoamérica nos “observen”. Es parte de la maniobra para que apliquen la “Carta Democrática”. En Venezuela las transnacionales son fuente del bachaqueo y de la fuga de capitales. Los medios afirman que el progreso se fue de Venezuela. Obama pide nuevo gobierno, rendición. Esto es un ritornello.

El pueblo es la referencia revolucionaria. El poder popular, la asamblea soberana, debe ser el pueblo. La representación es una impostura. La patria es el hombre del pueblo. Esta es la salida única y valida.

Viva Venezuela bolivariana. Sin falsos rojos, por supuesto.

¿Y el anciano de la Asamblea? ¡Nos salio embustero! ¡Hasta se cae a embuste el mismito!