, ,

El engaño en la comarca

Muy poca gente quiere ver que la llamada paz en Colombia o liquidación de las FARC es un proyecto norteamericano


Julián Rivas

Venezuela ganó su independencia en los campos de batalla. Nuestros libertadores se cuentan por cientos de miles. Pero ahora, como nunca, una facción de venezolanos pretende entregar nuestro país a las grandes potencias del norte en nombre de la libertad y la modernidad.

Nada de lo que ha ocurrido es casualidad. Ni siquiera el nombramiento de clérigos en cargos de alta responsabilidad en el Vaticano. Lo que en cierto sentido es una visión muy corta de lo que representa la religión en Venezuela.

Hay una conjura internacional contra Venezuela. Algunos sujetos opositores viven de eso. Uno podría decir que es más la bulla que la cabulla.

El pueblo venezolano es refractario a los que quieren sangre, sufrimientos y dolor para imponer el alineamiento con Estados Unidos. Pero el “conflicto” es inducido desde el exterior.

Cuando uno habla de que Venezuela es blanco de una ofensiva anglosionista, los reaccionarios, los derechistas y los intelectuales rajaos pretenden restarle importancia. Pero los hechos día a día perfilan esta conjura. Lamentable que muchos no se den cuenta.

Insisto, es absurdo que supuestos izquierdistas celebren la paz de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Colombia.

La oligarquía colombiana quiere manos libres, entre otras razones para impulsar su viejo proyecto geopolítico de expansión, corrernos la cerca, o que en última instancia le permitamos libre navegación en el Orinoco.

Este asunto va más allá de la dicotomía chavismo-antichavismo. Es vital para Colombia porque ese país es un Estado tapón. Diferente a Venezuela, con excelente ubicación en el Caribe, poseedora de las Bocas del Orinoco y su acceso a la fachada Atlántica.

Pero esto poco le importa a sujetos antinacionales como Capriles Radonski o a un lambucio como “Chúo” Torrealba. Sus intereses personales o de grupo van primero. Sorprendente este Capriles.

Que no le gustan las mujeres, eso es verdad, pero no es el único. Que se aliña, es asunto suyo aunque lo descalificaría para la política. Que es flojo, allá la responsabilidad de los que votan por él.

Que es burgués capitalista. Cierto y la única cola de su gusto es la que se hace frente a los cines de su familia. Que es anglosionista, verdad del tamaño de una catedral y de la que muchos no quieren dar cuenta porque son cómplices.

Vemos a Temer y a Macri en Argentina y Brasil rompiendo espadas contra Venezuela. Los paraguayos hacen los mismo. Los supuestos izquierdistas uruguayos, malagradecidos, también nos exigen formulas de democracia liberal.

Ah, pero de Santos y la oligarquía colombiana muchos no quieren darse cuenta que están en complot histórico contra Venezuela. Sigan haciéndose los pendejos.

Muy poca gente quiere ver que la llamada paz en Colombia o liquidación de las FARC es un proyecto norteamericano. Bueno, la socialdemocracia internacional le da la bendición, también el Vaticano y los nórdicos que reparten los premios Nobel.

Pregunto, cuántos de estos izquierdistas o seudo izquierdistas que dan vivas a la paz en Colombia saben que el asesor del gobierno colombiano es un israelita que en su momento fue Canciller del Estado de Israel, y gestor de ese fiasco que son los diálogos con los palestinos.

Qué apretaos estos oligarcones bogotanos, pero tenemos gobernadores fronterizos que quieren fronteras abiertas para hacer negocios a ritmo de bachaqueros.

Shlomo Ben-Ami se llama el sujeto israelí. Se la da de socialdemocrata, como los adecos.

Recientemente escribió una nota titulada “El regalo de Colombia al mundo”, y entre otras cosas suelta esta perla: “Tres importantes factores condujeron al acuerdo de paz: la mejora operativa de las Fuerzas Armadas colombianas, que les permitió diezmar las filas de las Farc; el trabajo diplomático previo de Santos para arreglar las pasadas desavenencias de Colombia con el eje formado por sus vecinos Venezuela, Ecuador y Bolivia, que durante mucho tiempo dieron a las Farc apoyo logístico y político, y la nueva política cubana de acercamiento a los Estados Unidos, que Santos supo poner al servicio de sus propios esfuerzos de pacificación”.

Esta apreciación es una desconsideración a Venezuela y evidencia lo malasangre que es este señor.

Vea esta otra perla del señor Shlomo: “Inevitablemente, el régimen de justicia transicional empleado por el Gobierno de Colombia para poner fin al conflicto y reintegrar a las Farc al proceso político tiene algunos detractores y ha dividido al electorado en el país. El expresidente Álvaro Uribe se ha convertido en voz cantante de quienes se oponen al acuerdo de paz, con el argumento de que no castiga suficientemente a los milicianos de las Farc”.

Como vemos, se ha dibujado una situación favorable a Uribe y Santos para que no sean llevados ante la Corte Penal Internacional.

En esto, los mandos israelitas, que tienen listas de genocidas y criminales de guerra impunes, son maestros y han enseñado muy bien a la oligarquía colombiana.

Los de la MUD opositora, al servicio del anglosionismo, por el contrario, dibujan el infierno en la torre en que se convertiría Venezuela si ellos llegan a gobernar.

Perseguirían chavistas para que vayan a la Corte en La Haya, presos y esposados, gritan los hambrientos de venganza. ¿Verdad que vivimos en un perro mundo?.

Hablamos de anglosionistas. Sionista es Shlomo Ben Ami, y anglo le cabe muy bien a Jonathan Powell, exjefe del gabinete británico y compañero de asesorías de Shlomo. Santos es un vivo.

Pendejos somos los venezolanos y los izquierdistas que celebran el acuerdo de paz de la OTAN. Esta semana Willian Izarra dijo que el impasse con un avión de Avianca, que incursionó irregularmente en espacio venezolano, es una prueba del Comando Sur.

Ah, pero si alguna aerolínea le facilitan vuelos y otros privilegios en Venezuela a lo largo de los últimos años es a Avianca, Taca, Tampa Cargo, y otras empresitas de German Efromovich, sionista asentado en Colombia. Revisemos la burocracia.

Pero que curioso, vean lo que dice Fareed Zacaria sobre Jonathan Powell: “A través de un análisis histórico, Powell argumenta que conflictos como el de Afganistán solo pueden ser resueltos a través de la negociación. La victoria militar es inútil. Que el lector no se confunda; Powell no es un militante por la paz. De hecho, él fue el arquitecto del apoyo británico a las guerras estadounidenses en Afganistán e Iraq. Además, tiene varias razones para ser duro con el terrorismo —su padre fue militar y herido por el Ejército Republicano de Irlanda (IRA), y su hermano permaneció en la lista negra del mismo grupo durante 8 años. Por último, cuando conoció a Gerry Adams del grupo Sinn Féin, se negó a darle la mano”.

No se sorprenda, Powell es del grupo de Toni Blair, un mago de la comarca global. Te la comiste Santos.

Caramba, dejaremos para luego a Baltazar Porras. Algunos investigadores en materia de religión suelen advertir “la ley de Hume” en materia de religiones, que destaca que el cristianismo nos ha dado las mejores y las peores figuras morales.

Pero Venezuela hoy en vez de preparar milicianos, y formar conciencia del buen gobierno y defensa de la patria, parece un convento. Todo un culto al Vaticano.

Feliz debe estar el curita otanista que tenemos por nuncio apostólico.

Hay que hacer una alianza de revolucionarios. Hay que impulsar un gabinete que genere confianza en el pueblo y la revolución.

Sin juego de ajedrez y enroques bajo supuestos tecnocráticos y de grupos que en la actual coyuntura, de seria amenaza contra la soberanía de Venezuela, poco aportan.

Hay que garantizar la soberanía de Venezuela. Ser realmente independiente es el reto. Por eso nuestros libertadores lucharon hace doscientos años. Viva Venezuela soberana.