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La historia no absuelve a los déspotas

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“El tribunal civilizado de la historia jamás absolverá al despiadado dictador Fidel Castro”


Gustavo Luis Carrera

DÉSPOTA-TIRANO-DICTADOR: esta tríada ejemplifica la conjunción de funciones y de comportamientos que coinciden en la personalidad del autócrata eternizado en el ejercicio absoluto del poder político de un pobre país sometido a su capricho.

¿UN DÉSPOTA «FASHION»? Déspotas los ha habido siempre. Inclusive hubo el llamado despotismo ilustrado, representado por monarcas, como Catalina II de Rusia y Carlos III de España. Estos, al menos buscaron introducir las nuevas ideas de la Ilustración y cierta modernización cultural en sus países. Pero, resulta que el éxito de un sistema de gobierno se mide, no por su retórica seudorevolucionaria, sino por sus resultados; como estamos viendo en nuestro país. Y Fidel Castro sumió a Cuba en el desastre económico y en el primitivismo mental y social. Mucho les cuesta y les costará a los simpatizantes de Castro esconder esta realidad. Lo importante no son las palabras —retórica demagógica— del dictador, sino los hechos, contundentes, incontrovertibles. El déspota «fashion» enmascarado por sus seguidores no puede ocultar al déspota autocrático, sanguinario, imperialista (invadió Venezuela y Angola). Eternizado en el poder por más de 56 años.

FALSO TELÚRICO. Algunos quieren presentar a Castro como un fenómeno telúrico necesario en América Latina. Aunque, hay que recordar que él llega al poder bajo duras críticas del Partido Comunista Cubano; pero pronto advierte que necesita un partido para gobernar y que construir un partido político exige mucho trabajo y tiempo; y opta por ofrecer al PC de Cuba ser su soporte, y éste, en actitud oportunista, acepta. Y entonces, el mismo Castro, que había declarado públicamente que no era comunista (y en el fondo nunca lo fue; pero supo ser también oportunista), se desdice, de manera falsaria, y se declara abiertamente comunistizado de repente. Y quiso crear un nuevo dogma, el castrocomunismo; cayendo en el mismo espejismo utópico de quienes han pretendido fundar nuevas doctrinas socialistas: el maoísmo, el kadafismo, el socialismo del siglo XXI. De su parte, Castro se benefició de su primera imagen como rebelde contra la dictadura de Fulgencio Batista. Y supo administrar las apariencias, con la ayuda de la publicidad, particularmente cómplice en Europa y sobre todo en los Estados Unidos.

LA HISTORIA NO LOS ABSUELVE. Los déspotas son una referencia histórica; sin duda. Y así se les menciona. No es posible hablar del siglo XX sin nombrar a Stalin y a Hitler. Igualmente se mencionará a Fidel Castro. Pero, no dejan de ser déspotas, que ejercieron un gobierno tiránico, eternizado en el poder. Inclusive Stalin y Hitler lograron temporalmente recuperaciones económicas en sus países. Pero, Castro hundió la economía cubana en el desastre, movido por el dogmatismo y la incapacidad; estableció el pensamiento único y el atraso intelectual; eliminó todo vestigio de democracia; acabó con la república, retrotrayendo a Cuba a la monarquía dinástica: el hermano Raúl lo hereda, y éste ahora prepara a su hijo para la sucesión; reprimió, encarceló y fusiló a opositores. El tribunal civilizado de la historia jamás absolverá al despiadado dictador Fidel Castro.

VÁLVULA: “El déspota, aun edulcorado, es un terrible trago amargo histórico, que como le ha sucedido a Cuba con Fidel Castro, se paga caro en atraso, hambre, muerte y autocracia”.

glcarrera@yahoo.com