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Gustavo Luis Carrera: La democracia es una escuela

La democracia se aprende, se recuerda y se defiende. Ese es el proceso natural de la alfabetización democrática


Gustavo Luis Carrera

Dicen que nunca se valora tanto algo como cuando se pierde. Es decir, que no se aprecia tanto lo que se posee como lo que se desea tener; y sobre todo lo que se añora, lo que se ha tenido. Y esto puede ser parcialmente cierto; lamentablemente cierto. En consecuencia, de hecho, en la cotidianidad surge, de inmediato, la pregunta: ¿se clama por la democracia cuando ha sido clausurada?

APRENDER LA DEMOCRACIA.  Nadie nace democráticamente aprendido. Hay que formarse como demócrata. Y esta tarea formativa es la que corresponde a los gobiernos demócratas con respecto al pueblo todo, a la sociedad inclusiva, integrada en su totalidad. El sentido igualitario ante la ley y ante la sociedad plena, es esencia de la democracia. Ya, varios siglos antes de Cristo, el historiador griego Herodoto decía que el verdadero gobierno popular lleva el más hermoso título: «igualdad». Aunque, más allá de los postulados teóricos, todo conduce a lo mismo: la democracia se aprende ejerciéndola.

APROBAR LOS ESTUDIOS DEMOCRÁTICOS. En buena parte, el sistema democrático se basa en la efectividad del recurso electoral. Y la fe en las elecciones puede llegar al extremo de las palabras de Abraham Lincoln: “Una boleta de votación es más fuerte que una bala de fusil”. Pero, sólo se aprueban los estudios democráticos cuando, socialmente, políticamente, se entiende que la democracia no es la monarquía de la mayoría; la democracia es la república de la mayoría que respeta los derechos de la minoría. Y si la auténtica democracia se extendiera por el mundo, se acabarían los imperialismos  y los totalitarismos de derecha y de izquierda. Y esto, porque si bien la igualdad y la justicia pueden parecer quimeras, sólo la democracia es capaz de aproximarse lo más posible a su anhelado alcance.

MERECER Y PRESERVAR EL TÍTULO. La democracia no sólo se caracteriza por su legalidad de origen, sino, igualmente, e inclusive sobre todo, por su legitimidad de ejercicio. Su legalidad proviene de un proceso electoral, que la origina o la ratifica. Su legitimidad se demuestra en el cumplimiento de los fundamentos democráticos: la autonomía de los poderes públicos, el respeto de los derechos humanos, la preservación de las libertades individuales y colectivas. Por ello, se puede hablar de una democracia que es legal, pero no legítima; es decir, que es una seudo o fementida democracia. A fin de cuentas, prevalecen las palabras del polémico Winston Churchill: la democracia es un sistema lleno de defectos, salvo todos los demás sistemas, que son mucho peores. Y ello, porque la democracia es el único sistema perfectible: busca su propia perfección.

VÁLVULA: “La democracia se aprende, se recuerda y se defiende. Ese es el proceso natural de la alfabetización democrática. Por eso, los pueblos que no han cursado la escuela democrática, con sus rigurosos pupitres, sus sabios libros y sus ejemplares maestros, no pueden aspirar a alcanzar y a defender lo que desconocen. En cambio, el pueblo ducho en democracia no entrega fácilmente su privilegio ideológico”.

glcarrera@yahoo.com