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Luis Fuenmayor Toro: La OEA y las traiciones

El Gobierno y más nadie tiene la responsabilidad del alarmante nivel de inseguridad y de la corrupción que también socava lo poco que hace


Luis Fuenmayor Toro

En estos tiempos de Almagros y cartas democráticas oímos continuamente sobre intervenciones, soberanías y traiciones. Nada claro para el venezolano común, atosigado por la propaganda mentirosa y manipuladora de los dos bandos que se disputan el país como cosa propia. Se creen los únicos con derecho a dirigir, algo muy poco democrático e inconstitucional, si sabemos que la Carta Magna establece un protagonismo popular, que es imposible que representen quienes se han mantenido como únicos en el escenario político de estos trágicos 18 años. Sólo desean el control de la renta petrolera y los negocios derivados de ella, en los cuales no existen las necesidades de la nación: ni las sociales derivadas de la pobreza, ni mucho menos las de desarrollo para el despegue de la situación de atraso permanente en que nos encontramos desde siempre.

El Gobierno acusa de traidores a la patria a quienes solicitan a la OEA la aplicación de la Carta Democrática, pues están pidiendo la intervención en nuestros asuntos internos y comprometen la soberanía. Según esta acusación, los miembros y seguidores de la MUD serían sujetos de acciones penales, amenaza efectuada públicamente por dirigentes chavecos, incluido el Jefe del Estado, lo que significa que ésta es una opción futura del gobierno a ser tomada en cuenta. Aplicarla dependerá de si tiene la fuerza necesaria, nacional e internacional, para ello. La MUD se defiende diciendo, entre otras cosas, que la aplicación de la Carta Democrática no perjudica a la población, cosa no totalmente cierta, pues la gestión internacional gubernamental se verá limitada y esto pudiera reflejarse en restricciones crediticias, que afectarían las posibilidades económicas del país.

«En 2002, el gobierno de Chávez fue respaldado por la OEA con base en el contenido de la Carta Democrática»

Siendo objetivos, uno se pregunta si el calificativo de traición a la patria no les sería aplicable a quienes en 2001 accedieron a firmar su acuerdo con el texto del mencionado documento. Si era un instrumento intervencionista: ¿Por qué se firmó? Si Chávez siempre dijo ser contrario a las intervenciones: ¿Por qué le ordenó al ministro Dávila su firma? Si violenta la soberanía: ¿Por qué no se realizó una cruzada contra la misma? O el texto no fue considerado intervencionista o el gobierno en ese momento, ante una situación política interna difícil, pensó que se protegía de alguna acción golpista futura en su contra, como en realidad ocurrió. En 2002, el gobierno de Chávez fue respaldado por la OEA con base en el contenido de la Carta Democrática. No importaba la intervención entonces porque era favorable a los chavecos; importa ahora porque les es desfavorable.

Este tipo de posiciones acomodaticias ha sido la norma de nuestros políticos desde 1958 con contadas excepciones. Pero ha sido llevada a su máximo grado por los chavecos que nos gobiernan desde hace 18 años. Esa política de conductas “flexibles”, “elásticas”, del sí pero no, pensamos algunos ilusos que, como conductas adecas, finalizarían en este siglo con la victoria del Comandante Presidente o “Faro que Iluminaba el Futuro de la Humanidad”. Pero como con todas las otras lacras, iniquidades y perversiones del pasado, lo que ha hecho es agigantarse y extenderse. Si son traidores quienes piden se aplique la Carta Democrática, son más traidores quienes la acordaron, entre ellos el propio Chávez. Así de simple, aunque no guste.

Por el lado de que la carta es intervencionista en los asuntos internos, hay que decir que quienes la firmaron respaldaban esa intervención. Pero podemos ir más allá, Maduro, siendo Canciller de Chávez, solicitó que se la aplicaran al Gobierno de Honduras, que había destituido al presidente Zelaya en una suerte de Golpe de Estado. Luego los chavecos son intervencionistas, pues se meten en los asuntos internos de otros países, pero les disgusta que se metan en los suyos. De nuevo muy acomodaticios. Recuerdo cuando Chávez llegó a EEUU y se fue al Bronx a hablar con sus pobladores y a ofrecerles petróleo para el invierno. No me imagino a Bush, ni a Obama o a Trump, entrando a Venezuela y que se les permita ir a Chacao, a reunirse con la gente de ese municipio, para ofrecerle recursos tecnológicos para sobrellevar la inseguridad que nos mata desde hace mucho tiempo. ¿No serían considerados intervencionistas?

Pero los intervencionistas del Siglo XXI crean un fondo para activar contra decisiones soberanas de Trump en materia de migraciones, con las que podemos o no estar de acuerdo, pero corresponden a otro país. Y los mismos intervencionistas del siglo XXI no aceptan que nadie intervenga en Venezuela con ayuda humanitaria, que, aunque lo nieguen, sí se necesita. Pero estos descocados van más allá. Ellos fueron quienes permitieron la presencia de las FARC y de los paramilitares colombianos en Venezuela y hoy se quejan de que ocupan áreas estratégicas. Son quienes han hecho ganar como nunca a los banqueros, pero lloran porque se han fortalecido los enemigos del pueblo. Destruyen el aparato productivo nacional, asumen una economía de puertos, pero se lamentan con enojo de que sólo seamos importadores. ¿Estarán mamándonos gallo?

«Acusan a unos traidores internos dentro del PSUV y del Gobierno, lo que en absoluto los libera de culpas en lo sucedido»

Hablan del cadivismo como si les fuera ajeno, como si sucediera en otro país, como si ellos no fueran quienes reparten las divisas. La balcanización de Venezuela, que venimos denunciando hace años como producto de políticas internas suicidas, ahora resulta que es un mal que nos viene del cielo. Acusan a unos traidores internos dentro del PSUV y del Gobierno, lo que en absoluto los libera de culpas en lo sucedido. El colmo es decir que la inseguridad personal neutraliza los efectos de la política social, como si alguien distinto de ellos tuviera responsabilidad de la misma. Zonas de paz, negociaciones con los pram, medidas cautelares ilegales a delincuentes mayores, permisividad ante el tráfico de armas, impunidad total, han sido sus políticas. ¿Qué querían? Ellos y más nadie tienen la responsabilidad del alarmante nivel de inseguridad y de la corrupción que también socava lo poco que hacen.

El caos y el shock ya existen, nadie los tiene que crear, no son inducidos por la MUD y no los agravará un asalto más de los muchos que ocurren a diario en la UCV, como alguien ha dicho. No sean y no nos crean ingenuos. Los chavecos los generaron y actúan contra la nación venezolana.