, , ,

Ildemaro Torres: “No hagamos ninguna concesión a la barbarie”

“Todos estamos decididos a enfrentar a estos saqueadores y a recuperarnos del militarismo que nos ahoga”, sentencia el médico, escritor y filósofo Ildemaro Torres


Edgardo Agüero Sánchez

Ildemaro Torres Núñez (Carúpano, 1936) es médico de profesión, con un doctorado en Filosofía. En 1974 publicó el ensayo testimonial “Chile, de Allende a la Junta Militar”; por ser testigo de aquellos días convulsos, donde le tocó ser víctima “del salvajismo pinochetista”, no es de extrañar su rechazo a la violencia, sobre todo cuando los militares pretenden sobrepasar los límites de sus funciones constitucionalmente establecidas.

Cree que Venezuela debe rescatar la institucionalidad como primer paso para lograr renacer frente a la barbarie, pero destaca que antes es necesario que la sociedad logre “enfrentar a los saqueadores” para superar así esta etapa de la historia que el escritor asegura es “cruel y vergonzosa”.

“Nos ahoga el militarismo”

¿Cuando todo acabe, por dónde cree usted que habría que iniciar la reconstrucción del país?

— Es parte de lo que el país entero, con mucha angustia, se pregunta. Porque esta gente no es que sean simplemente represivos sino que son vocacionalmente criminales, represores, enemigos de lo democrático y de toda forma de inteligencia, de un pensamiento, de una vocación o de una forma de amar a este país que bien merece ser amado, cuidado, enaltecido y desarrollado. Por eso cuando decimos como reconstruirlo es que uno se ha resistido aún a la más bárbara de esas destrucciones, entonces uno decide mantener una posición digna y nunca hacerle ninguna clase de concesión a la barbarie. Lo primero es la toma de conciencia de que debemos estar unidos quienes enfrentamos a este régimen salvaje y criminal. Juntos, como siempre fuimos, podremos diseñar la reconstrucción del país.

Lo primero sería el rescate de la institucionalidad, saliendo por supuesto de la condición de país militarizado que es hoy, devolviéndole a la Fuerza Armada su papel histórico real, no el de represores ni saqueadores del Tesoro Nacional, ni copartícipes en el tráfico de cosas viciadas. Por allí comenzaría yo, poniendo cada cosa en su lugar, reabriendo y apoyando financieramente las universidades y nuestros centros de estudios y de formación de jóvenes, reactivando el sector agrícola y productivo en general, impulsando el desarrollo económico y el autoabastecimiento que el país requiere con urgencia.

¿Entre abrir canales humanitarios y dejar morir a la gente de hambre, qué es más revolucionario?

— Yo comienzo no planteándomelo como opciones, y ni siquiera como médico sino como ser humano. Nosotros debemos volver los ojos en apoyo y auxilio de esa humanidad de la cual formamos parte, y la identificación con la condición humana incluye la preocupación por la vida, por su alimentación, por su educación, porque para eso somos seres humanos y más aún cuando se trata de nuestros hermanos.

¿Como médico, cuál es su apreciación del tema salud en la Venezuela actual?

— Es una preocupación que arrastro conmigo desde siempre y que arrastramos todos mis compañeros en las facultades de medicina de nuestras universidades y en el ejercicio de la misma en los centros de salud, y no es sólo esa angustia encarada como médico. Cuando somos llamados por un paciente acudimos a atenderlo, y si diagnosticamos con acierto nos sentimos humanamente contentos. A veces prescribimos en un récipe el medicamento que pensamos le va a solucionar el problema, pero qué tristeza cuando a los días vemos que ese mismo paciente regresa a pedirnos que le hagamos otro récipe, porque ese que le indicamos, luego de haber recorrido un buen número de farmacias, no lo consiguió. Y más aún es cuando vemos el alto número de niños que mueren por desnutrición.

“Esta gente no es que sean simplemente represivos, son vocacionalmente criminales, enemigos de lo democrático y de toda forma de inteligencia”

¿Cómo califica la actuación de la fiscal Luisa Ortega Díaz y la arremetida del Gobierno en su contra?

— Como personaje, ella me ha hecho pasar por diferentes momentos y diferentes apreciaciones. En principio, porque formó parte inicialmente de algo y de alguien a quien yo no soportaba ni ver ni oír más. Ya se habían empeñado en hacernos sentir qué pensaban, dejarnos ver cómo actuaban, y eso en mi caso condicionaba un rechazo hacia ella que siempre sentí justificado, pero cuando comenzó a hablar, dije, no me asiste ningún derecho a seguir rechazándola a priori o por lo que sentía que era. Si ella es una persona lo bastante sensible, lo bastante inteligente y lo bastante valiente para hacer pública su rectificación y ser capaz de afrontar la arremetida de la cual ha sido objeto, yo dejo de rechazarla para apoyarla en este nuevo empeño que la define como una persona consciente y digna.

¿Qué podemos esperar de la ética colectiva de un país cuando la regencia de la justicia está en manos de un exconvicto, y el sistema mismo se ha convertido en un brazo político del Ejecutivo?

— Parte de una de esas rectificaciones a las que me refería es que ese exconvicto no siga en el ejercicio de un cargo en el cual se toman decisiones trascendentales que afectan la vida del país, lo cual, pasa por restituir su dignidad a las instituciones fundamentales del Estado.

¿Esta violencia bolivariana, cívico-militar, socialista y revolucionaria, en qué se diferencia de la violencia del pasado?

— Yo en nada la diferencio, porque es que yo no estoy comenzando a padecerla, sino que en buena parte de mi vida la he padecido y siempre enfrentado. Y me tocó padecerla no sólo aquí, sino en el golpe militar en Chile, siendo una víctima del salvajismo pinochetista y de todos aquellos que fueron contrarios a Salvador Allende a quien tanto admiré y quise siempre, tanto como a Pablo Neruda, gente cuya vida se caracterizó por la dignidad y por su amor a la humanidad.

Ildemaro Torres
Torres califica como “cruel y vergonzosa” esta etapa de la historia venezolana | Foto Cortesía

¿Cómo interpreta el hecho de haber colocado en manos de los militares el control de la importación, producción, manejo y distribución de alimentos?

— Todo el tiempo me ha parecido absurdo, y todo el tiempo he rechazado eso como una supuesta política de Estado. Los militares tienen un papel asignado a cumplir en la sociedad, como es la protección y el resguardo del país, y mi gran preocupación sería llevarlos a entender que esa es su obligación y su deber fundamental, y no el de ser torturadores de un pueblo que está en el ejercicio de su derecho a expresarse tal como lo contempla su vocación democrática. Rechazo, además, que el Estado invierta tanto dinero necesario para construir el país en la compra de bombas lacrimógenas, de armamento, equipos antimotines y entrenamiento y dotación de pandillas que tienen como objeto la represión del pueblo en el ejercicio de un derecho democrático consagrado en la Constitución de la República.

El presidente Maduro decretó el fin de la era rentista en Venezuela, ¿que piensa usted?

— No puede ser sino un ignaro, un bárbaro quien como una más de sus usuales decisiones de apego a la barbarie tome una decisión de esa naturaleza y la pregone como quien está revelando al país algo positivo. Eso ya no sólo reviste visos de burla, sino que es como el extremo mayor de la condición de delincuente, exaltar todo lo negativo que cruelmente hace, y pretender —apoyado en un conocimiento precario y falso— ser reconocido como ejecutor de esa barbarie, cuando en realidad se trata de acciones alta y definitivamente condenables. Nada más lejos de la realidad.

¿Alguien con mucha agudeza dijo que “petrodólares y militarismo autoritarista parecen ser la fórmula para someter a una sociedad que aspira a ser libre en democracia”, qué cree usted?

— Comienzo por rechazar a quienes han terminado de dar tal uso a nuestra condición de país petrolero, y a quienes desde el poder circunstancial, viéndose en posesión de tales recursos y valiéndose de su condición, han decidido amedrentar y eliminar a la población. Por supuesto que todo eso es motivo para una mayor preocupación, porque lo que está en juego es el destino del país.

«han decidido amedrentar y eliminar a la población»

¿Qué le sugiere el lema “Constituyente o guerra”?

— Me parece tan brutal como todo lo demás, porque la guerra presupone enfrentamiento y muerte. Concebir una constituyente lo es en función de servir a un pueblo, que ese pueblo se sienta en concesión de un sistema de leyes que le permita usar ampliamente su honestidad, su sentido de la justicia, su apego a la ética, su gusto por lo sano y lo correcto, en pocas palabras, su identificación digna con la condición humana, y no un acto fraudulento.

¿Socialismo cuartelario o nuevo gorilato?

— Todo indica que hacia allá es hacia donde quieren llevarnos, y todo indica que nosotros no debemos descansar en cuanto a no aceptar tal imposición y en cuanto, en ningún momento, admitir esto como política de Estado, sobre todo en una sociedad laboriosa y noble que ha vivido durante muchos años a merced de un Gobierno deslegitimado. Una sociedad acosada por miserias, ultrajes y carencias de toda índole, que aspira a vivir en democracia y en libertad.

¿Aquellos que se dicen íntegros, pero desconocen olímpicamente la autocrítica y persisten en la contumacia del error, qué moral, qué ética les asiste para erigirse en ductores de la vida pública y hasta en poseedores de la verdad?

— Ninguna. Ya el desconocimiento del sentido autocrítico es clara evidencia de inconciencia y demostración de ser ajeno a la moral, una falta de pudor; y quien así sienta, piense y actúe, niega en sí mismo cualquier rasgo de integridad.

¿Qué piensa de una agrupación política que no admite la disidencia de sus correligionarios porque los estigmatiza de traidores?

— Igualmente, es la propia negación hecha por ellos mismos, de pretender ser una institución abierta. Cuando así lo dicen y así actúan, están demostrando que si alguien es cerrado a esa visión de la vida son ellos mismos.

“Nuestro pueblo decidió tomar las calles y permanecer en ellas. Lo que está en juego es el destino del país”

«La Venezuela nuestra no es esta que estos asaltantes están saqueando cada día más, y matando cada día más»

El profesor Joaquín Marta Sosa dice que una sociedad donde no hay disidencia es perfecta para un presidente de ideología, porque su ideal de paraíso es donde las órdenes las da él…

— Comienzo por aclararte que admiro y quiero mucho a Joaquín Marta Sosa, y que nos une, de mí hacia él, una gran admiración, y cuando él da esta definición, dice que para quien es perfecta esa sociedad donde las órdenes las da él. Por supuesto que Joaquín no se está refiriendo a sí mismo (risas) sino que, con buen sentido crítico, está señalando a quien peque de hacer esto, es decir, en considerar que su ideal de paraíso ideológico es donde las órdenes las da él, y todos, más o menos, creemos saber a quien se refiere.

El filósofo Fernando Rodríguez dice que le horroriza ver a los militares al frente de los asuntos del Estado porque ellos, básicamente, lo que aprenden es a disparar…

— De nuevo alguien a quien quiero y admiro que es Fernando, y a quien leo a diario, o por lo menos todas las veces que escribe no me lo pierdo, en “Tal Cual” o en “El Nacional”, lo leo, y nos une una amistad que me honra. En este caso no puedo menos que coincidir con esa agudeza demoledora que lo caracteriza. De modo que comparto plena y absolutamente esa observación.

Los venezolanos nos encontramos frente a una encrucijada histórica sumamente delicada, porque de lo que se trata es del destino del país. ¿Qué cree usted que nos corresponde hacer?

— Yo estoy muy contento porque nuestro pueblo decidió tomar las calles y permanecer en ellas. Ya lo dije y lo reitero, en todos mis artículos prácticamente termino diciendo eso: no hagamos ninguna concesión a la barbarie. Nuestra condición de gente digna se expresa en el enfrentamiento a estos bárbaros. La Venezuela nuestra no es esta que estos asaltantes están saqueando cada día más, y matando cada día más, sobre todo a nuestros jóvenes, quienes luchan porque les han secuestrado el futuro. No puede ser que el destino de un profesional en Venezuela sea el de irse del país. Nuestra Venezuela es esa por la cual el pueblo está hoy en la calle, y todos estamos decididos a enfrentar a estos saqueadores y a recuperarnos del militarismo que nos ahoga.

¿Cómo cree que quedará registrado este período de nuestra historia política?

— Como cruel y vergonzosa, por degradante y humillante de la condición humana. Como negadora del respeto, la dignidad e integridad a nuestro pueblo. Como criminal en la represión física y psíquica de nuestros jóvenes.

“No tolerar más abusos ni agresiones represivas y tener una presencia masiva, creciente y persistente del pueblo en la calle, es signo de madurez, de rebeldía y de vocación democrática”


Madurez, rebeldía y disposición de lucha

¿Considera usted que el país está maduro para la rebelión?

— Para responder debemos comenzar por definir claramente qué significa que el país esté “maduro para la rebelión”, pues si es haber llegado al punto de no tolerar más abusos ni agresiones represivas, y tener una presencia masiva, creciente y persistente del pueblo en la calle, sí, es un signo de madurez, de rebeldía y de disposición a luchar en defensa de sus derechos y su vocación democrática.