,

Julián Rivas: La oligarquía es embustera

El periodismo sin memoria es lo normal en las sociedades de clase. En Inglaterra nadie pide elecciones para la Reina. En España tampoco


Julián Rivas

Lo que no es de las élites no sale en los grandes medios. Lea “El Nacional”, vea Globovisión y compruebe. Negro e indio no ganan en pueblo y si ganan lo colean, es un dicho que corre por siglos en esta América Latina. La reacción derechista auspiciada por Washington por estos días le ha dado “vigencia”.

El carácter aristocrático de la democracia se observa ya bien avanzado el siglo XX. Por ejemplo, Alberto Lleras Camargo, cuando era presidente de Colombia, explicaba el fenómeno de la violencia que asoló a ese país de 1948 a 1958 más o menos, como una ¡exasperación de la lucha de partidos, del partido conservador contra el liberal!, destaca Abelardo Villegas en su libro “Reformismo y revolución en el pensamiento latinoamericano”.

Villegas alude a un curioso modo en que Lleras Camargo ve la violencia colombiana. “Lucha de partidos que bajaba de nivel a medida que se presentaba en clases inferiores”, interpreta Villegas. De inmediato, pone a hablar al propio Lleras Camargo, según reporte de 1961, tiempo de su segunda presidencia colombiana. “Hemos comprendido tarde, pero todavía a tiempo, decía, que la cultura y civilización de nuestras costumbres eran epidérmicas y falaces y que nuestras voces de controversia e intransigencia se iban transformando, a medida que caían en las capas inferiores de la sociedad primitiva, en el garrote sectario, en el disparo homicida, en el abuso y la crueldad que sólo esperaba una justificación desde lo alto para desatarse”.

Villegas agrega a sus comentarios: “De modo que lo que era controversia de ideas entre ‘los grandes hombres públicos de la nación’, se convertía en garrotazo en la sociedad primitiva, y el mal venía de lo alto como una justificación. Lo que era lucha democrática en la aristocracia partidista se degradaba por la intervención popular hasta llegar a una violencia intolerable. Así, contrastando con la violencia popular, aparece la idea aristocrática de la democracia como un menester sumamente civilizado propio de minorías educadas políticamente”.

Entonces, la olímpica interpretación de uno de los períodos más oscuros de la historia de Colombia, que hace el señor Lleras Camargo, es una prueba de la antidemocracia. Por supuesto, con respaldo de Washington. No olvidemos que desde los tiempos de Lorenzo Lleras, el joven que insultaba a Simón Bolívar en sus pasquines financiados por Santander, los Estados Unidos protegen esta familia.

Por tanto, no se sorprende de que la CIA proteja a Moisés Naim, uno que dice que el Estado fallido es Venezuela y no Colombia. Tampoco se sorprenda que Rafael Poleo o Rocío San Miguel ataquen a la Fuerza Armada con vocación popular y antimperialista.

Se ven cosas inverosímiles en Venezuela. Quienes quisieron en 2002 borrar la Constitución de 1999 hoy aparentan defenderla rabiosamente. La Constitución es algo así como una pieza de museo. No la toques, como esa no hay, es la mejor del mundo, son los argumentos, caramba.

¿Pero será verdad tanta belleza? No. La reacción interna, el señor Almagro en la OEA, los agrupados en Fedecámaras, todos, toditos, desprecian al pueblo. Construir una democracia popular es la única alternativa para América Latina, y su ejemplo debe trascender. No hay otra.

La manera como se aborda desde la oposición y grupos económicos esta pretensión de tumbar Gobierno, poderes públicos y maniatar la Fuerza Armada deja en evidencia que si esta gente afín a Washington llegara a lograr sus objetivos, Venezuela entraría en la peor fase de su historia. Esto por cierto, lo intuye buena parte del pueblo.

Pero el periodismo poco ayuda. Estos señores Capriles, López-Tintori, Guevara, declaran sin que los reporteros de los grandes medios pregunten nada que los incomode. ¡Así quién no!

El periodismo sin memoria es lo normal en las sociedades de clase. En Inglaterra nadie pide elecciones para la Reina. En España tampoco. En Colombia una oligarquía de matrimonios endogámicos se apoderó de ese país y los negros de la costa, los indios y los trabajadores no cuentan. Perrorabiosa esta oposición. No lo dude. ¡Viva el pueblo!