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Pedro Nikken: “Maduro está cayendo en su propia trampa”

Pedro Nikken

“Pareciera que el presidente lo que quiere es tomar una foto de la oposición negociando sentada con funcionarios del Gobierno para no llegar a nada”, dice el expresidente de la Corte Interamericana de DDHH


Edgardo Agüero Sánchez

El abogado Pedro Nikken, junto con otras personalidades, ha impulsado un “llamado al entendimiento nacional” que permita al país salir de la actual crisis. Para ello ha pedido al presidente Nicolás Maduro suspender la Asamblea Nacional Constituyente para evitar “desenlace destruya componentes esenciales de la dignidad humana”.

La experiencia de Nikken al frente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (1983-1985) le hace prever que si no se concreta una negociación verdadera entre el Gobierno y la oposición, Venezuela puede enfrentar una “exorbitante dosis de violencia”.

Es posible notar que entre amplios sectores de la sociedad venezolana prevalece la percepción de que la irracionalidad fanática de una minoría pretende imponer al país al costo que sea un modelo fracasado históricamente. ¿Es esta una percepción errada?

—Lo del modelo económico atrasado y fracasado no es una novedad. Desde hace tiempo se ha venido señalando que este modelo ha sido la exacerbación del rentismo petrolero y el clientelismo político, y que lejos de resolver los problemas estos se agravarían y la economía venezolana padecería sus nefastas consecuencias. Lo delicado de estos últimos años —y particularmente en este momento— es que ya no se trata sólo de implementar un modelo económico determinado, sino de imponer un régimen autoritario o, mejor dicho, totalitario. Ya no se trata sólo de una cuestión de calificación de determinadas políticas, se trata verdaderamente de destruir la democracia; y más allá de la democracia, la base de la soberanía popular, y sobre ese aniquilamiento de la soberanía popular erigir un régimen de legitimidad falseada que pretende imponer un modelo ideológico y un concepto de idea única que encarna la abolición entre el Estado y la sociedad, donde todo el poder se concentra en una sola persona que podría ejercerlo de una manera arbitraria y sin ningún control, es decir despóticamente. Ese es el mayor factor de movilización social en los últimos tiempos, ante la percepción de que lo que se nos viene encima es una versión venezolana de estalinismo.

Para no pocos observadores, se ha venido produciendo un desmantelamiento del Estado, con el propósito inconfesable de acumular la mayor suma de poder posible. ¿Qué cree usted?

—El Estado que contempla la Constitución de 1999 es en esencia un Estado democrático, de democracia participativa y protagónica tal como lo especifica en su preámbulo, donde la última palabra la tiene el pueblo soberano. Ese Estado no le conviene al régimen actual, por esa razón se ha dedicado a desmantelarlo, comenzando por desarticular la autonomía de los poderes, postergando arbitrariamente las elecciones prescritas en la Constitución, utilizando los órganos del Estado para sus propios fines, destruyendo los efectos de la soberanía popular como son —entre otros— elecciones directas, universales y secretas. Efectivamente, el Estado ha venido siendo desmantelado, y una de las cosas donde uno lo percibe es en la carencia de instrumentos para resolver conflictos. Todos estos efectos han sido destruidos sistemáticamente.

«El Estado ha venido siendo desmantelado»

Desde su óptica como especialista en situaciones de conflictividad, ¿qué habría que hacerse? ¿Existe alguna posibilidad real de acuerdo para evitarle al país mayor derramamiento de sangre?

—La verdad es que lo que uno ve no es como para ser optimista. Sin embargo, yo pienso que si un médico tiene la medicina para curar a un enfermo, y el enfermo se niega a tomar el medicamento, el deber del médico es insistir en que se lo tome, así sea por cuestiones religiosas, como en los casos en que no admiten el suministro de gammaglobulinas, o el caso de quienes se niegan a recibir transfusiones. El deber del médico es insistir, porque allí radica la diferencia entre la vida y la muerte, y el deber del médico es salvar vidas. Yo creo que nosotros estamos en una situación parecida, aunque en realidad tanto el Gobierno como la oposición parecen estar de acuerdo en que es necesario buscar una solución que se traduzca en acuerdos políticos, pero no hay forma de que eso se traduzca en una realidad práctica.

¿Qué cambia con esta propuesta de última hora planteada por el presidente Nicolás Maduro de una mesa de diálogo y acuerdo nacional para la reconciliación de la patria?

—Francamente, no creo que cambie nada, porque una propuesta de negociar tiene que hacerse con un grado de respeto hacia la otra parte, y a mí me parece que con esto se irrespeta por completo a la otra parte. Primero, se dicen una serie de inexactitudes con respeto a la historia de las negociaciones pasadas. Luego, se insulta prácticamente a la parte que se está invitando a negociar, se les dice que van a negociar con una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) convocada para 24 horas más tarde, una Constituyente que va a tener poderes absolutos. Se les dice, además, que se va a hacer antes de la instalación de la Constituyente. Queda claro que esa Constituyente, aunque ilegítima, pretende arrogarse la condición o titularidad del poder constituyente originario, en consecuencia estaría por encima de cualquier negociación, por lo que puede dar al traste con cualquier acuerdo al que pudiera llegarse. Por eso propusimos en nuestro planteamiento público que se suspendiera la Constituyente para darle un chance a las negociaciones, porque si no, de ninguna manera puede creerse en la seriedad de lo que se está discutiendo, por cuanto los acuerdos pueden ser ignorados por la ANC invocando el poder constituyente originario que lo sitúa por encima del presidente de la República.

Nosotros propusimos la creación de condiciones mínimas necesarias para crear las condiciones de una negociación, pero no se le puede pedir a una fuerza política que negocie con una pistola en el pecho. Eso es ilegal y es prácticamente una jugada de mala fe.

¿Y la respuesta de Freddy Guevara a nombre de la MUD, cómo la interpreta?

—Entiendo que esto forma parte de la escalada verbal en la que se está planteando el diálogo, los términos en que planteó el presidente Maduro su supuesta invitación. Hay muchas razones para explicar por qué son inaceptables, pero creo que eso no significa que toda forma de negociación y en todo momento sea de por sí perversa ni mala, todo lo contrario, puede ser aún en las circunstancias más adversas.

¿No habría que menospreciar esta oportunidad?

—Esto que está ofreciendo Maduro yo no creo que sea una oportunidad. Francamente no creo que se trate de una propuesta seria. ¿Por qué no la hizo ayer? ¿Por qué no la hizo antes de ayer? Eso no es una propuesta, es una zancadilla.

“Tanto el Gobierno como la oposición parecen estar de acuerdo en que es necesario buscar acuerdos políticos, pero no hay forma de que eso se traduzca en una realidad práctica”

Hay, por otra parte, una estigmatización del concepto de negociación que suele asociarse con claudicación, ¿no cree?

—Sí, claro que lo hay. Ese es un problema —como he dicho en otro momento— de cuadratura del círculo. Todos sabemos que hay que llegar a algún tipo de acuerdo, pero nadie quiere negociarlo, entonces, es necesario romper la cuadratura del círculo, pero en este caso no ayuda a romperlo la propuesta de Maduro, eso no puede ser entendido como una propuesta respetuosa, eso sería como decirte: mira, yo voy a ser muy liberal y te voy a dar una opción, la bolsa o la vida.

Pero, tarde o temprano, a la larga, a la media o a la corta, habrá que sentarse a negociar, ¿ no cree?

—Pero, sin duda. Dada la forma como se han venido desarrollando las cosas, me parece que va a ser para después del pago de una exorbitante dosis de violencia y probablemente de sangre inocente, lamentablemente. El panorama es horrible, yo me siento muy pesimista. Una cosa es plantear la negociación por dar una apariencia de que se está negociando, y eso tiene toda la razón del mundo para desacreditarse, porque es prácticamente una payasada de circo. Otra es querer realmente llegar a acuerdos. Para querer realmente llegar a acuerdos quizás lo mejor no sea una mesa de negociación, sino un intermediario que nos ayude. En un momento dado me pareció que le estaban mandando mensajes a la oposición con el presidente [José Luis Rodríguez] Zapatero, pero aparentemente eran mensajes que no esperaban una respuesta o una contra propuesta, sino que simplemente eran de tómalo o déjalo, por lo que me parece haber entendido. Pareciera que el presidente Maduro lo que quiere es tomar una foto de la oposición negociando sentada con funcionarios del Gobierno para no llegar a nada. Esa trampa se la puso ya una vez a la oposición y creo que le hizo un daño terrible al concepto y a la virtualidad de la negociación, y me parece que esta vez no van a caer en esa trampa.

 JUSTICIA TRANSICIONAL

¿De qué manera influye en el desarrollo conflicto el nombramiento de magistrados por la AN? ¿No sería como atizar el fuego?

—Yo creo que tenían un reclamo muy fuerte en el sentido de ejercer sus atribuciones. Incluso hay quienes dicen que debieron haberlo hecho desde los primeros actos, por el nombramiento írrito que se produjo en la agónica Asamblea Nacional que cesó sus funciones en 2015. En todo caso, por supuesto que la Asamblea está facultada para tomar esas decisiones, la fiscal general también tuvo una actitud muy clara en relación con el TSJ al desconocerlo, de manera que la AN. Yo más bien creo que esperaron mucho, pero esa es una perspectiva; en la otra perspectiva, es evidente que la designación de los magistrados por la AN es un paso más en una escalada en que cada día una fuerza lanza una andanada contra la otra, y en ese sentido creo que es algo que tendrá que ser revisado en el momento que se entable una negociación.

¿Qué garantías habría que darle al Gobierno de que no habrá cacería de brujas, en el supuesto de llegar a implantarse un gobierno de signo contrario?

—Ese es un punto muy importante, porque yo creo que en el alto Gobierno muy probablemente estén presentes dos fuentes de rechazo a la idea de una transición, o la entrega del Gobierno en cualquier forma: una es el temor a que se mancille el legado de Chávez, que por lo demás está representado en la Constitución de la República. Yo creo que una de las condiciones tendría que ser restablecer su vigencia plena, y someter su estudio a un momento más oportuno. En segundo lugar, creo que hay algunos temas que sí podrían considerarse. Por ejemplo, el tema de las misiones que como parte de la administración pública podría ser perfectamente considerado, y otros temas de interés social, hasta las comunas, no entendidas como las ha tratado de imponer el Gobierno como un instrumento de dominación política ideológica vertical y de carácter estalinista, sino como instrumento de descentralización de los municipios. Esos son temas que se podrían perfectamente considerar oportunamente. Yo no creo que el llamado legado de Chávez pueda estar en peligro y se le pueden dar ciertas garantías al menos en cuanto a temas esenciales. En cuanto a lo otro, yo creo que la persecución de los delitos que se hayan cometidos revisten una prioridad importante, pero no es la primera prioridad a mi manera de ver. La primera prioridad no es castigar a los culpables sino establecer tribunales justos (imparciales), independientes y competentes.

Si nos ponemos a pensar que en una supuesta transición hay que salir a la carrera a llevar a la gente a los tribunales, quienes los van a juzgar son estos mismos tribunales que tenemos ahora, que no son precisamente ni imparciales, ni útiles, ni eficaces, y tampoco ponerse a inventar tribunales de excepción. Este es un tema que hay que manejar muy cuidadosamente y allí en la negociación tendría que incluirse un capítulo de justicia transicional que permita precisamente establecer un sistema de justicia para la transición.

«La primera prioridad no es castigar a los culpables sino establecer tribunales justos (imparciales), independientes y competentes»

Pedro Nikken
Nikken cree que para llegar a acuerdos “quizás lo mejor no sea una mesa de negociación, sino un intermediario” que ayude en el proceso de entendimiento entre Ejecutivo y oposición.

Está claro que el Gobierno pretende imponer su Constituyente al costo que sea, de hecho Maduro ha dicho que “lo que no consigan con los votos lo conseguirán con las armas”. ¿No le parece que estas palabras esconden un profundo desprecio por la vida humana, como cuando dijo que Erdogan iba a quedar al lado de él como un niño de pecho?

—La verdad es que ese discurso es una aberración, eso es inconcebible, cuando precisamente de lo que se trata es de apagar los discursos incendiarios que en nada contribuyen a una posible normalización de la situación. Entiendo que en el fragor de la lucha se digan impropiedades, y creo que hay que tomarlas como tales. Mire, quien más tarde llegaría a convertirse en presidente de Francia, Francois Miterrand, siendo ministro del Interior de la Cuarta República Francesa, de un gobierno del Frente Popular de Izquierda, llegó a Argelia cuando estaba el Frente de Liberación Nacional luchando por su independencia y les dijo a todo aquel que quisiera independizarse de Francia, que la única negociación posible era la guerra; eso lo dijo Miterrand en su hora más negra, como muchos comentaristas de su vida lo han escrito, y más tarde el general Charles de Gaulle, después de haber ganado esa guerra, tuvo que sentarse a negociar la independencia de Argelia, porque no habían resuelto nada con la guerra. Entonces, yo creo que a las bravuconadas no hay que darles demasiada importancia. Ahora, considerando que en este caso se trata del jefe del Estado, resulta preocupante, como a mí me preocupó que al inicio de su mandato el presidente Maduro, medio en serio medio en broma, se sintiera halagado y muy contento de parecerse físicamente al dictador Stalin, lo cual no es precisamente motivo para enorgullecerse.

¿Considerando en retrospectiva el carácter efímero que en la historia han tenido muchas constituciones elaboradas a la medida del mandatario de turno, y teniendo en cuenta que la mayoría de la población se le opone, podría decirse que esta Constitución que pretenden imponerle al país nace muerta?

—Pero por supuesto que sí, porque no está basada en la soberanía popular, no obedece al mandato universal del pueblo, y el poder constituyente —como sabemos— reside en el pueblo no en el Psuv ni en Maduro. En sí, esto representa una aberración. Esta constitución fraudulenta va a tener tanto valor como tuvo valor práctico la declaratoria de la Asamblea Nacional de que Maduro había abandonado el cargo, se trata del ejercicio teórico de un poder que en la práctica no produce nada. Yo creo que es más bien una cosa hasta suicida. La mayoría no quiere ni siquiera que le toquen la Constitución vigente y mucho menos que le impongan una nueva que no le ha sido consultada. Cuando en un país se le impone a la gente un modo de vida que no es el que la gente quiere, ni por el que ha votado, y las fuerzas armadas son las encargadas de ejecutar ese propósito, lo que ocurre es que las fuerzas armadas cumplen el papel de ejército de ocupación en su propio país, el papel más aberrante que pueden desempeñar.

“Cuando en un país se le impone a la gente un modo de vida que no es el que la gente quiere, ni por el que ha votado, lo que ocurre es que las fuerzas armadas cumplen el papel más aberrante que pueden desempeñar”

Vemos cómo los militares atropellan y luego son condecorados y exaltados como héroes por la “labor cumplida”. ¿Se puede esperar algo de un régimen que glorifica tal conducta?

—Eso significa que el alto Gobierno, y particularmente el presidente de la República, está endosando y asumiendo como propios todos los actos cometidos por estos funcionarios. La responsabilidad penal es personal, pero en el campo de los deberes de los funcionarios públicos está el prevenir y sancionar esas graves violaciones contempladas como delitos de lesa humanidad. Cuando en lugar de sancionar, estas acciones son premiadas, se está haciendo exactamente lo contrario y, en el peor de los casos, se estaría convirtiendo en cómplice o encubridor de estos funcionarios.

¿De qué manera beneficia al Gobierno de Maduro la posición de los Estados Unidos dentro del conflicto?

—El Gobierno de los Estados Unidos debe ser muy cuidadoso en cuanto al respeto de la soberanía. Aquí los venezolanos están librando una gran batalla sin ningún apoyo externo y con las uñas materialmente. Creo que unas acciones del tipo de las que se ha venido hablando por parte del gobierno de los Estados Unidos, serían tremendamente contra el pueblo de Venezuela, tendrían el efecto perverso de sancionar al pueblo y no al Gobierno, además de fortalecerlo dándole un blanco a dónde dirigir los ataques y el descontento de la sociedad, que sería el Gobierno de los Estados Unidos. En ese sentido coincido sustancialmente con la apreciación de Moisés Naím que escribió en días pasados que esa sería la mejor ayuda que podría proporcionarle Trump a Maduro.

UN FUTURO INCIERTO

Seguramente que en sus cavilaciones usted se habrá paseado por los posibles escenarios post 30 de julio. En virtud de esta premisa me veo en la necesidad de preguntarle ¿a dónde conducen, por lo menos el más auspicioso?

—El doctor Ramón J. Velázquez, aparte de historiador, escritor y político, fue un hombre sumamente inteligente y perspicaz, tratando de hablar un día sobre estos escenarios, dijo: “Mire, en Venezuela es muy difícil hacer ese tipo de predicciones, porque a diferencia de Colombia, Venezuela no es un país de instituciones, sino un país de acontecimientos. Un día usted se despierta y encuentra un acontecimiento inesperado que cambió el rumbo de la historia”. Y podría citar en el curso de mi vida varios eventos de esta naturaleza: Octubre de 1945, por ejemplo. Nadie se imaginaba que los militares derrocarían a Isaías Medina Angarita. En 1958, nadie se esperaba el alzamiento de la aviación; el 4 de febrero de 1992… y así podríamos señalar una lista de eventos inesperados. Ahora, dentro de ese ejercicio un tanto especulativo yo creo que lo primero que tenemos por delante es qué va a pasar el domingo 30 de julio, si es que este proceso es milagrosamente suspendido o postergado. Si no tiene lugar, se abre un espacio de espera para una negociación que podría dar sus frutos, porque ya no se tendría la pistola de la Constituyente en el pecho, que no tiene nada que negociar con nadie sino que decide lo que quiera. En cambio, si se da total o parcialmente la votación, el escenario va a ser de mayor confrontación y de mayor violencia.

¿Cómo puede hablarse de guerra civil si el Gobierno tiene el monopolio de las armas o lo que en términos bélicos se conoce como el poder de fuego?

—Ellos tienen las armas y quienes se les oponen tienen la gente. Efectivamente allí podría presentarse una situación de gran anarquía y de conflictividad en todo el país, de un país paralizado, de un pueblo desesperado y hambriento, ante una Fuerza Armada empujada a reprimir a ese pueblo. Eso tiene un límite, y cuando se traspasa ese límite podría ocurrir efectivamente o que cayéramos en un golpe de una dictadura militar con todas las de la ley o que la Fuerzas Armada se divida y entonces sí se produjera una guerra civil con todas las de la ley. Como quiera que sea, el Gobierno está jugando con fuego y esta situación no se puede mantener indefinidamente. No creo que ninguna de las dos fuerzas esté en capacidad de aplastar a la otra.

LA ESPADA DE BOLÍVAR

La decisión de otorgar la “espada de Bolívar” a funcionarios seriamente comprometidos por su actuación pública, ¿en qué beneficia la imagen de un Gobierno tan desprestigiado?

—La pobre espada de Bolívar la han prostituido. Para que tengas una idea, el presidente Mugabe, de Zimbabue, tiene dos o tres espadas de estas, en cambio al presidente Mandela, que es con mucho la personalidad más notable del continente africano en el siglo XX y XXI, no se le dio ni un alfiler de Bolívar. Eso significa simplemente que la espada se ha convertido en un símbolo de complicidad entre los gobernantes opresores. La tenía Gadhafi y cuanto dictadorzuelo hay por allí. Ahora se la entregan a esta señora y al grupo de señalados que la acompaña. Francamente, pobre Bolívar, porque esto no sólo representa un abuso sino un ultraje a la memoria del Libertador y Padre de la Patria.

«Ahora el Gobierno tiene un gran problema y es que nadie le cree si dice la verdad, porque sencillamente ha perdido toda credibilidad»

El presidente habló de referendo aprobatorio, lo que contribuyó a reducir en alguna medida la intensidad de las hostilidades. ¿Se puede confiar en la palabra de Maduro?

—Por supuesto que no. Ni siquiera Maduro está en condiciones de comprometer eso. Para eso tendría que estar seguro de que va a dominar la Asamblea Constituyente, y eso no está muy claro dentro de las luchas internas del Psuv. Diosdado Cabello espera que la Asamblea lo corone como presidente. Los numerólogos amigos me dicen que él, para desgracia de Maduro, tendría controlada la Asamblea Constituyente. Eso va a ser una pelea a cuchillo.

Además, cómo se pueden hacer promesas y al mismo tiempo se está diciendo que se elige una Constituyente que tiene licencia para matar, que puede decidir si eso se somete o no a referendo, que puede decidir si continúa el país dividido en estados o en comunas y si se acabaron las gobernaciones, etcétera. Todo eso es risible y reviste una gran falta de seriedad, por eso la existencia de la llamada Constituyente gravita contra toda forma de solución democrática y negociada, y por eso es indispensable que ese evento lesivo contra la sociedad venezolana no tenga lugar.

Un supuesto referendo aprobatorio, dice. ¿En qué fecha? No se trata solamente de lo que la Asamblea decida como proyecto de Constitución, sino de lo que haga, porque lo primero que va a hacer es disolver la Asamblea Nacional y eso no se va a someter a referendo. Va a destituir a la fiscal general y eso no se va a someter a referendo. Va a eliminar la inmunidad parlamentaria y ordenar juicios por traición a la patria de todas las personas que se están oponiendo y eso no lo van a someter a referendo. De manera que todo eso no es más que una gran falacia, otra gran mentira del Gobierno. Ahora el Gobierno tiene un gran problema y es que nadie le cree si dice la verdad, porque sencillamente ha perdido toda credibilidad.

Al final, la última apuesta va a ser por el entendimiento, la pregunta es si va a ser ahora o va a ser después, que habiendo decenas de miles de muertos comprendamos que esa violencia no fue sino una frustración más y una profunda herida. Entonces, aun cuando todo parece conspirar contra un proceso de entendimiento en este momento, creo que tenemos que insistir fanáticamente en eso, porque realmente las alternativas son tan terribles que simplemente resignarse no lo deja a uno bien con su conciencia, ni con su país, ni con la historia. Así uno no sea optimista tiene que seguir empujando por ese camino.


Jugar a la ruleta rusa en cabeza ajena 

¿Ustedes, en tanto que grupo conciliador o mediador, han recibido alguna señal en este sentido? ¿Hay alguna voz sensata que se les haya acercado con alguna propuesta específica?

—Yo diría que sí y no. En principio porque la preocupación está en el ánimo de ambos sectores. Ahora, sobre la propuesta concreta, en términos generales, he recibido mensajes muy positivos, pero en el sentido de reconocer que sí, que ese es el camino. Ahora, en el sentido de aceptar las propuestas concretas, no. Existe un precedente donde se dio inicio a una negociación. Nosotros sugerimos al Vaticano, pero en ningún caso descartamos a los expresidentes [Zapatero, de España; Leonel Fernández, de República Dominicana; y Omar Torrijos, de Panamá] que eran vistos con cierta desconfianza. Sin embargo, el cambio del lugar de reclusión de Leopoldo López quizá le levantó el escore a este grupo y hubo aparentemente una propuesta concreta que la oposición, creo que con muy buenas razones. estimó como inaceptable, pero que es un punto de partida.

El todo está en que eso no se quede en que yo te presento esto y tú lo rechazas, sino por qué lo rechazas y cómo lo aceptarías. En ese momento puede darse el tipo de acercamiento pendular que nosotros sugerimos. Ahora, el hecho es que tenemos una fecha fatídica el día 30 de julio que nos la pone mucho más difícil y que habría que llegar a un acuerdo mínimo o alguna salida para que la Asamblea Constituyente no sea elegida este domingo, eso sería lo fundamental.

En lo personal considero que el presidente Maduro está cayendo en su propia trampa. Desde el primer momento que surgió esta idea de Maduro consideré que se trataba de un acto suicida, porque él también está entrampado. Es como jugar a la ruleta rusa en cabeza ajena. Es tremendamente grave lo que ha ocurrido, porque si estábamos desprovistos en medio de una situación de conflicto, ahora quedamos absolutamente desnudos, frente a una enfermedad gravísima de odio y de violencia que satura a la sociedad, y que por momentos pareciera irreconciliable, pero al fin y al cabo este es el país de todos y debemos encontrar una forma de vivir todos en él, porque la fórmula de exterminarnos unos a otros a mí me parece no sólo inhumana sino inadmisible, primitiva y salvaje.