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Tarek William Saab: ¿futuro presidente de Venezuela?

Tarek William Saab: ¿futuro presidente de Venezuela?

La naturaleza hermafrodita del cargo (ni-ni) que ostenta Saab  —ni totalmente Estado, ni totalmente pueblo—  facilita el juego equilibrista requerido


Heinz Dieterich

1.- “El tercer hombre más importante de la República”

“Soy el tercer hombre más importante de la República”, dijo el Defensor del Pueblo Tarek William Saab (TWS) la semana pasada a una periodista internacional. Presumiblemente, el primero es Maduro, el segundo Tarek el Aissami y el tercero es el ombudsman. Lo que a primera vista podría parecer una flor retórica de la exuberancia arábica tropical, no lo es. Las arenas movedizas de la política venezolana se han tragado a muchos pretendientes a la máxima investidura. Sin embargo, ahí está el poeta Tarek, aprovechando al máximo la descomposición del bloque madurista y del bloque opositor, para aumentar sigilosa y pacientemente su base de poder.

2.- Fidel Castro, Raúl Baduel y Tarek

Los astros no están mal alineados para el joven y ambicioso abogado Tarek. Después de los años de trabajo en defensa de los derechos humanos (1993-98) ascendió a diputado y constituyente nacional (1999-2000). El primer hito de su carrera llegó, cuando el comandante Fidel Castro le comentó que algún día podría ser el sucesor de Hugo Chávez. Una enorme muestra de confianza de Fidel que nunca tuvo con el general Baduel. El general pasó exitosamente la difícil prueba de vinos a que Fidel le sometió una noche en la isla tropical, pero Fidel nunca lo consideró un posible sustituto de Chávez. El elogio  de Fidel para Tarek, sin embargo, venía con un caveat (limitante). Que tenía que asimilar más experiencia en la política práctica para poder soñar con la silla presidencial. Tal experiencia se la ganó como gobernador de Anzoátegui (2004-20012), donde superó un complot de asesinato (TWS dixit) y logró controlar la importante zona petrolera.

A un año y medio de la muerte de Hugo Chávez (diciembre de 2014), fue elegido por la Asamblea Nacional como cuarto defensor del Pueblo de Venezuela, siguiendo a su predecesora Gabriela Ramírez. Al acordar el régimen socialdemócrata madurista, importantes sectores de la derecha venezolana y la Internacional Socialista (IS) europea, implantar la modalidad política de “casa por cárcel” cual vía para un nuevo Pacto de Puntofijo de la caduca clase política venezolana, el cargo institucional de Tarek se convirtió en un puesto de oro. “Es mal poeta, pero buen político”, juzgó alguna vez un bardo competidor, estrecho amigo del comandante Douglas Bravo; habitualmente alcoholizado, pero lúcido. En efecto, el hecho de que Tarek William Saab haya sobrevivido políticamente a las porquerías de guerra sucia que le aplicó el teniente anticomunista Diosdado Cabello, indican que el trovador espiritualizado tenía razón.

3.- La hora del poeta

Todas las instituciones centrales del Estado en Venezuela están deslegitimadas, con sus líderes “quemados” políticamente: la Asamblea Nacional, la Presidencia, el Tribunal Superior de Justicia, el Consejo Nacional Electoral y las Fuerzas Armadas. Todas, menos una: la Defensoría del Pueblo. Y por la vía de concertación nacional escogida por la clase política —cárcel por casa por repartición de poder negociada— Tarek está en la caseta de cobro de los arrieros. No ha cometido el “error” de realpolitik, de enfrentar frontalmente a la mafia madurista, como lo hizo honorablemente Luisa Ortega y tampoco se ha plegado a la derecha como hizo equivocadamente el gobernador de Barquisimeto, Henry Falcón. Puede jugar al fiel de la balanza entre las fracciones de la derecha y las múltiples fracciones del oficialismo: los ultras de Cabello, los centristas de Maduro, los fragmentados militares y los chavistas originarios. Puede, y lo está haciendo.

Se trata, por supuesto, de un juego arriesgado, porque en la fauna de la democracia protagónica y proactiva tropical, las víboras y depredadores sobran. Sin embargo, la naturaleza hermafrodita del cargo (ni-ni) que ostenta Saab  —ni totalmente Estado, ni totalmente pueblo—  facilita el juego equilibrista requerido. De tal manera, que no puede descartarse que post mortem el prognóstico del comandante Fidel podría materializarse para “el tercer hombre más importante de la República”.