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Daniel Lara Farías: “El Estado está en manos de una casta criminal”

Daniel Lara

“Si nosotros no acabamos con el rentismo petrolero, vamos a tener otro fenómeno como el chavismo o inclusive peor”, afirma el internacionalista


Edgardo Agüero Sánchez

Daniel Lara Farías es un polémico internacionalista que cree que la única manera de salir del chavismo es saliendo también de la Mesa de la Unidad. Con vehemencia critica a la clase política venezolana que, a su entender, está enferma de rentismo petrolero.

Todos los días conduce el programa “Y así nos va” en Radio Caracas Radio y es editor del irreverente medio digital “La Cabilla”. Fue parte de la dirección regional de Acción Democrática en el estado Vargas hasta el año 2013 y sigue militando en el partido blanco, aunque es un crítico frontal de la gestión de Henry Ramos Allup: “Estoy en el deber como ciudadano de denunciarlo”.

Del desmoronamiento de la llamada IV República, surgió el fenómeno Chávez, que fue claramente una consecuencia y no una causa, casi un hijo putativo de CAP y Caldera, es decir, que aquellos polvos trajeron estos barros

—Estoy de acuerdo con ese planteamiento, siempre lo he manejado, y voy más lejos, porque pienso que el problema de Venezuela no es el chavismo, no es la mal llamada IV República, no es un problema de adecos y copeyanos, el problema de Venezuela es el rentismo petrolero, que se ha convertido en un caldo de cultivo para que cada cierto tiempo un grupo o una persona que pretende establecer una hegemonía política, financie con la renta petrolera esa hegemonía política. Desde el militarismo andino del siglo XX, hasta la irrupción de Acción Democrática de 1945 a 1948, pasando por lo que significó ese nuevo militarismo trocado en perejimenizmo, y luego la propia democracia, tuvieron el rentismo petrolero como fuente casi inagotable para financiar proyectos políticos. A medida que la propia dinámica del rentismo, la corrupción y el clientelismo se van acentuando, y a medida que la propia sociedad va degenerando, van apareciendo expresiones más putrefactas dentro de esa dinámica que produce la renta petrolera.

En los 40 años de democracia tuvimos una clase política que al inicio no contaban con los niveles de renta y era gente que tenía otra formación y otra forma de ver las cosas, y que de alguna manera guardaban la forma. Podemos decir que desde el punto de vista personal se trataba de gente honesta, pero a partir de 1973, cuando entra todo ese dineral, la sociedad decide que la clase política que quiere tener es aquella que reparta esa renta, y no importa si roba en el proceso. Esa clase que reparte y roba comienza a degenerarse, y cuando se acaba la renta, como ocurrió a partir de los años 80 y 90, entonces no se señala al rentismo como problema, sino que se señala a la clase política porque no está repartiendo bien y se lo está quedando todo. En ese momento surge este elemento vengador que es el chavismo, que en ninguna parte de sus planteamientos iniciales habla de acabar con el rentismo, lo que habla es de redistribuir la renta. Cada una de esas propuestas económicas, aunque no lo digan expresamente, lo que hacen es redistribuir la renta, es decir, profundizar el rentismo, y si nosotros no acabamos con el rentismo petrolero, vamos a tener otro fenómeno como el chavismo o inclusive peor.

“En este momento estamos como en una especie de calma chicha, de tranquilidad previa a la tormenta”

¿Qué cree que nos espera a los venezolanos con todo lo que hemos visto?

—Con lo que hemos visto y sobre todo con lo que hemos padecido pienso que vamos hacia un empeoramiento de la situación. En este momento estamos como en una especie de calma chicha, de tranquilidad previa a la tormenta y creo que estas etapas las hemos vivido varias veces en el pasado. Así fue en el momento posterior al revocatorio de 2004, cuando se produjo una especie de marasmo y una caída fortísima en las elecciones regionales posteriores.

Voy a hacer mía una expresión de una compañera en la radio que dice que un pesimista no es otra cosa que un optimista bien informado. Entonces, quizás pueda sonar pesimista lo que yo diga, así que prefiero decir que soy un optimista que se siente bien informado, no porque tenga información clasificada o privilegiada, sino porque me siento orientado en el sentido de hacia dónde va todo esto.

Es cierto que nosotros estamos en un proceso que es violento, que todo apunta a que va a ser más violento de lo que ha sido, y que no va a tener una solución inmediata, y creo que como país vamos a un proceso no menor a cinco años, en el que veremos cosas peores a las que hemos visto: un Estado en manos de una casta criminal, intentando terminar de sojuzgar a la población. Hay una frase que dice siempre Aura Palermo y que yo la he hecho mía también: “Este no es un mal gobierno, este es el gobierno del mal”. Aquí se busca someter a la sociedad civil mediante la fuerza. A pesar de todo lo pesimista que podamos ser, si hay una respuesta, hay una gente que no está dispuesta a someterse, eso lo hemos visto en la calle, vemos en la opinión. Bueno, lo que hacen ustedes en “La Razón”, eso es una forma de resistencia. Lo que hacemos nosotros en Radio Caracas Radio, lo que hacemos en “La Cabilla”, también lo son, aunque no es suficiente la resistencia que se está dando, no va a detener el proceso, pero tampoco lo facilita.

Esa imposición del comunismo vía Asamblea Nacional Constituyente, apuntalada en los fusiles de la Fuerza Armada, va a seguir avanzando, pero se va a encontrar de frente con la voluntad de la sociedad civil venezolana de no dejarse pisotear.

¿Qué recomendaciones le haría a ese matrimonio a juro que es la MUD? ¿Por cuáles razones cree que debe participar en las regionales, digo, si lo considera conveniente?

—A mí me parece que a estas alturas la MUD es una agrupación absolutamente prescindible para las aspiraciones de la sociedad, del ciudadano que quiere vivir en libertad. Si la MUD participa o no, a mí como ciudadano ya no me interesa, porque la MUD a mí no me está representando. Cuando la Mesa de la Unidad decide jugar con las reglas del régimen que ellos mismos han condenado y han intentado convencer al mundo de que se trata de un narco-régimen, ya yo no me siento representado por ellos, porque yo sé que este es un narco-régimen, yo estoy convencido que este es un régimen criminal, y sé y entiendo que ya no hablamos de un régimen, sino que hablamos de un sistema conformado por el régimen, por una parte, y por la otra, la oposición que juega con las reglas del régimen, así que, sencillamente, ellos van a participar, porque son un grupo electoralista que funciona como los adictos a la droga, que cada vez que ven una elección ellos tienen que participar. Lo que están haciendo es estafar a la gente, son unos estafadores seriales que juegan con las expectativas de la gente, las argumentaciones que hacen son las argumentaciones del estafador. No hay ninguna manera de que nos podamos sentir representados por la Mesa de la Unidad, y lo que pienso es que la sociedad debe trascender a ese liderazgo decidido a jugar con las reglas de la tiranía. Creo que la sociedad va a trascender porque la ciudadanía no se ha dejado atropellar todo este tiempo, y a pesar de que sea difícil darlo a entender a través de los medios de comunicación debido a las restricciones que hay, está perfectamente claro de que la resistencia vive en cada ciudadano que se niega a que le implanten todo cuanto el régimen quiere implantar. Lo que puede hacer la Mesa de la Unidad y todo lo que está haciendo, precisamente, es ayudar al régimen en el avance de la imposición del Estado comunal. Por eso yo, como ciudadano, ya me quité de encima el análisis de lo que debe o no debe hacer la Mesa, porque hagan lo que hagan ya no están representando a un conglomerado civil, a un conglomerado ciudadano.

“La MUD es una agrupación absolutamente prescindible para las aspiraciones de la sociedad”

Hay un refrán que dice: “Por menos que eso han matado gente”; me refiero al caso del fraude denunciado por Smarmatic. Por mucho menos que eso desalojaron a tres diputados de la AN y la declararon en desacato. ¿No cree que lo del fraude era razón suficiente para provocar una masiva reacción popular, o ya nos hemos habituado al fraude?

—La gente estuvo reaccionando durante 138 días. Por cierto, aquí se ha intentado decir que la calle se apagó. ¿Y los muertos que ha habido estos días?, porque todavía hay muertos, gente que está siendo asesinada como resultado del efecto residual de la espantosa represión. Lo que ocurrió con el caso Smartmatic no genera en el ánimo de la población el impacto de escándalo que pudo haber generado porque la sociedad civil, la ciudadanía, ya sabía que eso ocurriría. Nadie en Venezuela cree en este sistema electoral. Desde hace años se está denunciando que ese sistema electoral es fraudulento, de modo que diga lo que diga Smartmatic, a nadie le importó porque eso estaba ya suficientemente claro.

Cuando tú revisas el problema y si constatas cómo se está moviendo la opinión pública hacia la dirigencia política, te das cuenta que la ciudadanía es más inteligente de lo que esa dirigencia política supone, porque de verdad creen que la ciudadanía es bruta y que se deja llevar por matrices de opinión. ¿Porque los dirigentes siguen participando con ese sistema fraudulento? Esa es la pregunta que hay que hacer. ¿Quiere decir que nosotros hemos vivido 18 años de mentiras electorales, y esa clase política ha permitido esto? La ciudadanía va a llegar a la conclusión de que hay que salir de la MUD para poder salir del chavismo, porque sino no vamos a salir de esto.

Daniel Lara
“Aquí se busca someter a la sociedad civil mediante la fuerza”, afirma Lara Farías

¿No piensa que participar significa ganar espacios relativos de poder?

—Lo que pasa es que los únicos espacios que aquí se ganan, en esta tiranía, y que no hay manera de perderlos, son los espacios en los calabozos y en las fosas. A una tiranía no hay manera de ganarle espacios con un sistema electoral. que de paso es fraudulento. Aquí no hay manera de ganar espacios porque lo que ganes, te lo van a quitar. Prueba de ello son todos los alcaldes perseguidos, destituidos, presos y desaforados, prueba de ello son todos los diputados que están en las mismas circunstancias.

“Nadie en Venezuela cree en este sistema electoral”

Teniendo en cuenta que Luisa Ortega Díaz, Rodríguez Torres, Clíver Alcalá, Ana Elisa Osorio, Jorge Giordani, Nícmer Evans, etcétera, son de estirpe chavista, ¿estaría dispuesto a formar con ellos un bloque por el rescate de la democracia?

—Sería imposible formar un bloque para el rescate de la democracia con gente que no es demócrata, porque estamos hablando que Rodríguez Torres que es un trigolpista: fue golpista el 4 de febrero, fue golpista el 27 de noviembre y fue golpista el 11 de abril, cuyas vinculaciones con elementos del narcotráfico no ha podido desmentir, cuyas investigaciones en su contra por casos de corrupción no ha podido desmentir. Clíver Alcalá Cordones con las graves acusaciones que lo vinculan con elementos del narcotráfico no ha podido desmentir. Ana Elisa Osorio es una de las grandes culpables de la tragedia ambiental que se vive en este país, porque tuvo responsabilidad directa en esa materia, Jorge Giordani, ideólogo de la quiebra nacional. Nícmar Evans, yo no sé a quién demonios representa, porque jamás lo he visto juntando a tres personas. Ese es el grupo real y medio, o mejor, el grupo tres puyas. Tú los juntas a todos y no llegan ni a un real. Los asumo como chavistas y el chavismo no es democrático, no existe chavismo democrático porque el chavismo es fundamentalmente antidemocrático. Un grupo que se quiera armar para el rescate de la democracia, lo primero que tiene es que prescindir es de estos chavistas y otros como ellos porque evidentemente no son democráticos. Ellos en realidad son un grupo de chavistas desenchufados, que los dejaron fuera de la fiesta y en función de ello están viendo cómo se reconectan a lo que necesitan como dirigentes.

¿Discúlpeme lo excesivamente coloquial del caso, pero en el argot de la calle y a propósito de LOD, y el estilo mafioso empleado con esta retaliación de última hora, podría traducirse en algo así como: “Si me echas paja te escoñeto”?

—Tal cual, en eso están, y van a empezar a echar dedo. Cuando aquí empezaron a ventilarse los problemas de la corrupción y las investigaciones de casos de corrupción en los años 90, en el viejo Congreso, empezó mucha gente a hacer carrera política con la denunciadera, y comenzaron a aparecer unas supuestas listas; había unos que denunciaban de buena fe, porque de verdad querían luchar contra la corrupción, pero había otros que querían hacer carrera política, porque eran igual de corruptos. Empezó entonces aquella gran justificación de “yo robé pero aquel robó más que yo”, es decir éste es más corrupto que yo. Pareciera que el chavismo está entrando en esa dinámica.

¿No te parece que está bien que se destape toda esa podredumbre?

—Pero es que la podredumbre está a la vista cuando tienes a un sujeto como Hermán Escarrá que nadie sabe de qué vive. Bueno, se entiende que ejerce el derecho, pero, caramba, quisiera yo saber quiénes son esos clientes tan importantes que tiene para tener tanto dinero en los Estados Unidos. Uno tiene que preguntarse cómo hace el señor Pedro Carreño, para, con el sueldito de diputado, que es lo que él ha tenido todos estos años, gastarse el dineral que se gasta en ropa de marca. Tendríamos, por ejemplo, que preguntarle a Diosdado Cabello, que lo que ha tenido en los últimos diez años es su sueldo de diputado, que nos explique cómo hace para vivir así, de dónde saca tanto dinero, con qué se mantienen ese poco de camionetas y ese poco de escoltas que tiene. Eso hay que preguntárselo a ellos. Eso está a la vista. Por eso es que ese término del enchufado la gente lo utiliza de la forma coloquial como lo utiliza, porque lo que está a la vista no necesita anteojos.

¿No le parece extraño que habiendo tanta necesidad no se haya producido un estallido general? ¿A qué cree que se deba?

—Fundamentalmente por dos razones. Número uno, porque la gente nos es pendeja. Yo tengo edad para recordar El Caracazo, y lo que ha evitado que ocurra otro similar es precisamente el recuerdo de El Caracazo, porque la sociedad tiene memoria, y eso fue una gran desgracia para este país por lo que significó en términos fácticos y por lo que significó en términos intangibles. Allí vimos a la gente robando, destruyendo la propiedad a trabajadores, a gente del pueblo, porque las grandes cadenas que fueron saqueadas nunca superaron en número a los pequeños comercios que terminaron arrasados y muchos no pudieron recuperarse luego. Allí vimos cómo se perdió cualquier pudor de la fuerza pública para dispararle a mansalva al que estuviera en la calle cometiendo delitos, pero en Venezuela no hay pena de muerte para que eso ocurra. El Caracazo no fue otra cosa que una violación masiva de las leyes establecidas por la sociedad, en tal sentido, ese recuerdo de lo que pasó y de lo que vino después, un período de escasez terrible, de colas inmensas para conseguir alimento, eso la sociedad lo recuerda, por eso es que la protesta no se ha desbordado. Después de eso, tenemos otra situación: ¿qué van a saquear si no hay?

“Esa imposición del comunismo vía Asamblea Nacional Constituyente va a seguir avanzando, pero se va a encontrar de frente con la voluntad de la sociedad civil venezolana de no dejarse pisotear”

El presidente del Tribunal Supremo, pidió aumentar la pena a 50 años de cárcel para delitos graves…

—Sería interesante saber qué van a hacer o de qué manera se ven ellos en el futuro si colocan en la Constitución penas de esa magnitud. Pérez Jiménez no pensaba cuál sería su fin en el año 1952 cuando se robó la Constituyente. Chávez como que pensaba las cosas distinto. Yo estoy seguro de que en 1999 no pensaba que iba a morirse antes de los sesenta años, y estoy seguro que el Congreso en 1958 que redactó la Constitución de 1961, no pensaba que esa Constitución iba a ser la Constitución de más larga duración en la historia de Venezuela. En este sentido, más que un análisis yo les haría una recomendación a los constituyentes: sean extremadamente cuidadosos con las cosa que vayan a hacer desde el punto de vista del sistema penal que quieren construir, porque con la vara que midas serás medido. Muy probablemente podrían estar construyendo, sin darse cuenta, el paredón en el cual ellos mismos van a ser juzgados.

¿Estaría dispuesto a recibir la espada de Bolívar?

—Te respondo de la misma manera que le respondí a la gente de la Sociedad Bolivariana de Vargas cuando me ofrecieron formar parte de ellos: “No, porque yo no soy bolivariano”, y con eso no estoy despreciando el rol histórico de Bolívar, sencillamente se trata de que no me siento consustanciado con eso de ser bolivariano, eso en primer lugar. Si además yo fuese digno del honor de recibir algo de Bolívar, no me gustaría recibir una espada que es un objeto bélico. Ahora, recibir un texto de Bolívar, un pensamiento de Bolívar, para mí sería más honroso, pero sinceramente nunca me he desvelado por esos honores.

“La resistencia vive en cada ciudadano que se niega a que le implanten todo cuanto el régimen quiere implantar”


“Lo conozco lo suficiente” 

Hay gente que dice que la tiene cogida con Henry Ramos Allup, secretario general de Acción Democrática. ¿Qué le hizo él a usted?

—Simplemente lo conozco lo suficiente y estoy perfectamente claro en cuanto a qué es lo que está haciendo, y por esa razón estoy en el deber como ciudadano de denunciarlo. Henry Ramos Allup no es otra cosa que la estafeta de una cantidad de los intereses de una cantidad de grupúsculos que han vivido de la corrupción en todos estos años. En cada una de sus ejecutorias lo que hace es cuidar esos compromisos y esos intereses. ¿Quiénes son esos grupos? Los contratistas del Estado con el que han hecho negocio durante todos estos años. Cuando gobernaban los adecos, eran adecos; cuando gobernaban los copeyanos, eran copeyanos; y ahora son chavistas. Los intereses bancarios que sirven para la legitimación de los capitales provenientes de la corrupción de la cuarta, de la quinta y probablemente de la sexta —si nos dejamos—, de las aseguradoras que siempre tienen a políticos y a politiqueros de la talla de Ramos Allup en sus nóminas para garantizarse los seguros de las alcaldías y gobernaciones de los entes públicos que ellos controlen, y así. Todos esos personajes requieren de un Ramos Allup para que les cuide sus intereses, porque en realidad, si a la verdad vamos a ir, aquí no le ha ido mal a una gran cantidad de gente con mucho dinero. No pueden decir los contratistas de obras públicas que recibieron contratos con la Misión Vivienda, como el suegro de Ramos Allup, Franco D’Agostino, que le ha ido mal; él no ha quebrado. No puede decir Juan Carlos Escotet que le ha ido mal, no puede decir Tobías Carrero Nácar que le ha ido mal, y así Vargas Irausquín y muchos otros. El problema para esa gente no es salir del Gobierno, el problema es que se les garanticen sus intereses, y en eso anda Ramos Allup, el operador de sus intereses.