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Roberto León Parilli: “Los Clap violan la Constitución”

Roberto Leon Parilli

“La única manera que un país salga de una crisis es con producción nacional”, asegura el abogado que está a la cabeza de la Alianza Nacional de Usuarios y Consumidores


Mónica Duarte

Ante la imposibilidad de contar con mecanismos financieros para mantener el valor adquisitivo del salario mínimo, que se ha aumentado tres veces en el año 2017, “las personas se han convertido en almacenadores de productos”, asegura Roberto León Parilli, abogado y presidente de la Alianza Nacional de Usuarios y Consumidores (Anauco).

Para aguantar los efectos de la inflación, unos optan por el consumo rápido del sueldo, otros por las compras múltiples y la acumulación de bienes, e incluso hay quienes “se apalancan” en otras monedas, “no sé bajo qué mecanismos pero lo hacen”, destaca al respecto León Parilli. Progresivamente, han quedado en desuso otras alternativas que cobraron popularidad desde 2015, como el pago de mercados de alimentos con tarjetas de crédito.

Las tarjetas de crédito ya no son ni un producto financiero ni una extensión del salario, y dejaron de ser una opción para cubrir necesidades básicas porque los límites bancarios se quedaron congelados en el tiempo”, destaca.

Pero los controles de la banca han impactado en más de un aspecto de la crisis económica. Mientras se busca gastar lo más pronto posible el salario, la disponibilidad de billetes para transacciones en efectivo también se queda corta. A pesar de que un nuevo cono monetario ha comenzado a circular en el país desde enero de este año, las largas colas para realizar retiros de los cajeros automáticos no han disminuido.

Los billetes de 20 mil, 10 mil y 5 mil, de más alta denominación, no son entregados con regularidad suficiente en las agencias bancarias ni en todas las regiones del país, explica León Parilli. “Esto, en un país con una inflación de 248,6 %, cifra según la Comisión Permanente de Finanzas y Desarrollo Económico de la Asamblea Nacional, va a hacer que a la vuelta de la esquina ya estemos de nuevo con un fajo de billetes en la mano”.

“Ningún cono monetario puede aguantar una inflación tan desbordante”

“LOS PRECIOS ESTACIONAN EN SU NIVEL ALTO”

¿Cómo ha impactado en la economía interna las recientes fluctuaciones en el mercado negro del valor de las divisas luego de la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente?

—La única manera que un país salga de una crisis es con producción nacional. Cuando se tiene producción local capaz de abastecer la demanda del país, las importaciones se convierten en un subsidio extra que le da más variedad al mercado para que el consumidor pueda elegir lo que quiere, lo nacional o lo importado, lo de una marca o de otra. Eso es indispensable para controlar la inflación y el abastecimiento, dos elementos fundamentales para controlar una crisis.

Ahora, para lograr producción nacional debe haber confianza, porque si no hay seguridad jurídica, no hay reglas claras, no hay estabilidad de leyes, entonces no hay inversión. Ningún particular va a poner dinero en un país que tiene los niveles de inflación que estamos viendo y que además tiene la inseguridad jurídica que tenemos. Y, a su vez, mientras no tengamos producción nacional, dependemos del precio internacional, del precio del petróleo y del precio del dólar. Si se le pregunta a cualquier venezolano, todo tiene que ver con el precio del dólar, porque saben que le impacta en su capacidad de compra y le impacta en su capacidad de abastecer a su hogar. Por lo tanto estamos viviendo hoy como economistas en un país que no tiene buenas condiciones, cuando deberíamos vivir como ciudadanos normales como en un país cualquiera de la región.

¿Hoy Venezuela depende más de ese mercado paralelo de divisas para tener bienes?

—Mientras todo sea importado y mientras el Estado, que nos metió en un proceso de control de cambio, no tenga la capacidad de otorgar todas las divisas que se necesitan para trasladar los bienes al país, es una realidad innegable que hay que concurrir a otro mercado. Es indiscutible que los bienes que entran al país llegan comprados a ese precio de dólar. Ahora, si un comerciante va a vender un producto tiene que tener un costo de reposición y ese costo es lo que valga el dólar, porque si no, no va a poder cambiar eso por nueva mercancía. Entonces, aunque no nos guste, ese valor nos está marcando la economía. Lo paradójico es que se está tratando de instalar una ideológica que se basa en la independencia, en la libertad, en la soberanía y se depende de una moneda extranjera, de un mercado que no controla el Estado y dependemos de puros productos importados.

¿Cómo impactan esas bajadas y subidas en los precios del mercado interno? ¿Los precios van a bajar?

—El problema es que ese marcador ha generado una brecha para la especulación. La prueba de esto es que cuando el dólar paralelo sube, los precios suben y cuando el dólar paralelo desciende, los precios se quedan estacionados en su nivel alto, no bajan en la misma proporción. Luego ese dólar vuelve a subir y suben otra vez los precios, es decir, se ha combinado especulación con un marcador que no controla el Estado y ni siquiera tiene capacidad de supervisión. Esto ocurre porque el Banco Central no está controlando el precio de las divisas ni está controlando la economía del país. Quizá es más cómodo mantener el dólar estacionado y tener todos los índices y todos los resultados en un precio que es ficticio. Por ejemplo, si se mide la inflación desde el punto de vista del Banco Central seguramente lo van a hacer con los precios regulados, pero la realidad que vive el país es que esos no son los precios que paga el consumidor. Es una suerte de ficción lo que se vive, como si tuviésemos un mundo real y un mundo digital o ficticio.

“Si se va a cobrar un cheque hay bancos que solo dejan llevar 20 mil o 30 mil bolívares. Un pensionado para hacer su retiro mensual tiene que ir 10 veces al banco”

PÉRDIDA DE CALIDAD DE VIDA

Roberto Leon Parilli
Para León Parilli el precio del dólar paralelo es solo “una excusa más” para que la inflación se dispare. Foto: JALH

A principio de año el Fondo Monetario Internacional hablaba de 720 % de inflación. ¿Esta proyección se ha cumplido hasta ahora?

—Yo creo que no ha parado y eso significa que estamos en un proceso progresivo de aumento. No solo es que es la más alta del mundo, sino que no para su crecimiento independientemente del precio del dólar, eso es solo una excusa más a que la inflación se dispare. Y no sabemos hasta donde pueda llegar, esto es infinito. Lo cierto es que el venezolano está pasando mucho trabajo y lo sentimos.

¿Cómo afecta al consumo estos niveles de inflación tan alto? ¿Cómo puede una familia sobrevivir si en el mes de julio la canasta básica alcanzó los 2 millones de bolívares, según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros?

—Lo primero es que desde hace mucho tiempo el venezolano viene sacando de su lista de gasto ciertas cosas. Y sacar algo de la tu lista no es más que quitar calidad de vida. Aquí se maneja como si lo básico es que te doy una pasta, una harina y una proteína, y eso no es la calidad de vida. La calidad de vida es que con el producto de tu esfuerzo y de tu trabajo puedas alcanzar lo que tú quieres, no solo lo que necesitas. Tú puedes tener tus metas personales, el ser humanos es progresista, le gusta el éxito. Entonces, ¿cómo conseguirlo si no tienes capacidad de compra bajo ningún concepto, sino que vives estirando para llegar a lo básico?. Eso es uno de los grandes padecimientos, sacar productos de la lista es ir entregando derechos.

Por ejemplo, hace tiempo se perdió el derecho al libre tránsito. ¿Quién puede viajar al extranjero? Muchos dirán “Ay, pero eso es un lujo” y no, eso es un derecho que tienen las personas, pero aquí en Venezuela es negado. Negado por ley, porque no hay un mecanismo de obtención de divisas para viajar al extranjero, y tienes que ir a un mercado ilegal para poder viajar y ejercer ese derecho. Y negado por capacidad de compra, porque tanto el costo de un boleto y el costo de las divisas para mantenerte afuera es inalcanzable para el venezolano. Eso es una realidad que estamos viviendo, una pérdida de calidad y de derechos de vida.

“El Clap crea ciudadanos de primera y de segunda, unos tienen derecho a eso y otros no, violentando el principio de igualdad de la Constitución”

¿Qué otros derechos se han visto afectados?

—Muchos. Por ejemplo la seguridad alimentaria es un derecho que tenemos todos los venezolanos a acceder, como dice la Constitución, todas las personas tienen derecho al acceso a los alimentos de manera permanente, libre, oportuna e ilimitada. Es decir, que yo tengo derecho a acceder a la comida cuando lo necesito, no puedo esperar una semana a comparar algo por el número de cédula, o por el captahuellas. Aquí vivimos dando brincos para poder tener acceso a las cosas y eso es una violación constitucional. El Clap es otra violación, además que hace un gran daño al mercado. Primero te crea ciudadanos de primera y de segunda, unos tienen derecho a eso y otros no, violentando el principio de igualdad de la Constitución. Además, el grupo de personas que tiene acceso al Clap es porque tiene registro político y está siendo privilegiada en detrimento de otro sector que no tiene acceso.

Y desde el punto de vista mecánico y real de su funcionamiento, los Calp están causando un gran daño a la economía porque afectan todo el mecanismo normal y natural de comercialización de producto. Eliminan la cadena de venta que, además, es más segura, porque no es igual ir a un supermercado donde hay cavas para lo que tiene que estar refrigerado, donde hay asepsia, hay supervisión, que ir una plaza donde se para un camión y te entrega una caja, eso no tiene el mismo mecanismo de seguridad y control de calidad. Cambiamos la economía formal que genera empleos, paga impuestos, mueve la economía por una entrega de productos supuestamente para cubrir la necesidad económica de quien no alcanza, que es casi todo venezolano.

“COMPRADORES VORACES”

¿Se siguen usando las tarjetas de crédito (TDC) para cubrir los mercados básicos de alimentos?

—Las TDC dejaron de ser lo que eran hasta hace muy poco. Las tarjetas de crédito son un producto financiero que te otorga un préstamo para permitirte contar con un recurso que tú no tienes en este momento, pero que tu capacidad de pago te permite devolver. Pero hace tiempo que la tarjeta de crédito en Venezuela se convirtió en una extensión del salario. Se empieza a utilizar ya no como un crédito bancario sino para cubrir necesidades básicas, para pagar medicinas, el colegio de los niños o temas de salud, se convirtió en una necesidad. Pero pasa que los límites de las tarjetas de crédito se quedaron congelados en el tiempo hasta hace dos años atrás, entonces, el límite una tarjeta de crédito hoy en día no te paga ni un paquete de harina. Ni tampoco es ya una extensión del salario porque no representa ningún porcentaje importante. Algunos bancos han aumentado pero no en los niveles de la pérdida del valor del dinero. La tarjeta que más puede tener es de 500 mil bolívares, hace dos años eso era una fortuna, hoy no es nada. Las TDC dejaron de ser una opción y la banca tampoco puede otorgar tarjetas de crédito y aumentar los límites desmesuradamente; la gente está en problemas y si se hace esto lo que podemos generar es una morosidad en el sistema bancario que sería peor.

“Los nuevos billetes son totalmente insuficientes, y han generado una cantidad de restricciones importantes”

¿Y qué ha hecho la gente? ¿Qué alternativas existen hoy para el consumo?

—La gente se ha vuelto muy creativa y ya sabe cómo mantener el valor del dinero. Algunos lo hacen con bienes, unos se apalancan en otras monedas, no sé bajo qué mecanismos pero lo hacen. La gente siempre va a tratar de buscar la manera. Incluso, hoy podemos decir que las personas se han convertido en un almacenador de productos. En Venezuela, la gente compra comida de más, de más en el sentido que no lo necesita en el momento; cuando compra un repuesto, compra varios; cuando compra una resma de papel, compra cinco para tenerlas guardadas. En fin, nos hemos convertido en compradores voraces porque sabemos que lo que hoy se compra, mañana va a costar mucho más y quizá ya lo habremos quitado de la lista. Entonces, si lo tienes guardado, vas a tener un pedacito más de calidad de vida extendido en el tiempo. Eso ha sido la manera de apalancarse, comprar y comprar cosas.

Roberto Leon Parilli
Foto: JALH

¿Las protestas de estos últimos meses afectaron la distribución y el consumo de los productos?

—Hay que señalar que aunque se haya aterrizado en un problema político, el problema nacional lo genera el consumo. El problema lo genera la calidad de vida de las personas, la inflación, la escasez, el salario, todo eso generó esa explosión. Nos entrampamos en un problema político y nos olvidamos de los derechos de los consumidores. Mientras había la diatriba y el debate de dos extremos, la mayoría de los venezolanos estaban en medio de esa cuerda, queriendo vivir tranquilos y vivir bien. Ahora, con todas las pérdidas, no sé si estamos peor o igual que antes, o si estamos empezando desde cero. Pero lo cierto es que no se está haciendo nada en la economía para resolver este problema de fondo que tenemos y ahí está la gran preocupación. El que crea que con la Constituyente y porque vamos a redactar una nueva Constitución se van a resolver los problemas económicos, pues yo difiero mucho de esa posición. Un Gobierno que no ha tenido la eficiencia suficiente ni siquiera para cambiar los billetes de 100, ¿cómo creemos que va a resolver lo económico con una nueva Constitución?. El bienestar no se decreta, las leyes de la economía tampoco se decretan, pero funcionan. Todo el mundo sabe que mientras más bienes, menos precio y a menos bienes, más precio. Aquí lo que hace falta es seguridad jurídica y confianza para enamorar al sector privado y la inversión extranjera.

“El problema lo genera la calidad de vida de las personas, la inflación, la escasez, el salario, todo eso generó esa explosión”


Billetes insuficientes

¿Cómo se vive los problemas de distribución de dinero efectivo en el país?

—Los nuevos billetes son totalmente insuficientes, y han generado una cantidad de restricciones importantes. Por ejemplo, hay cosas en Venezuela que tienes que pagarlas en efectivo, como montarse en un taxi o pagar un estacionamiento, no hay manera de hacerlo sin efectivo y como esas, mil cosas más. La gente necesita efectivo aquí y en cualquier país. Ahora, con una inflación tan desbordante que tenemos, ¿qué cono monetario puede aguatar eso?. Si a la vuelta de la esquina ya estamos de nuevo con un fajo de billetes en la mano. Es una cadena de eventos que tiene que resolverse en su conjunto para retomar la normalidad. Los cajeros no pueden soportar los retiros que tiene que hacer la gente, si son billetes de 100, porque los otros parecieran que no alcanzan para darlos y no se ven con la cantidad suficiente.

Otro problema es que la banca tiene que restringir los retiros diarios. Si se va a cobrar un cheque hay bancos que solo dejan llevar 20 mil o 30 mil bolívares. Así, un pensionado, quien le gusta mucho el efectivo y tiene derecho de tenerlo, para hacer su retiro mensual tiene que ir 10 veces al banco si gana 200 mil. Esas son cosas que ocurren. Ir a un cajero es estar en una cola enorme, y si uno se daña uno al poco tiempo se va a dañar más rápido el otro, porque le metes más uso del normal para el cual está hecho, y si se sobrecargan de uso también se le gasta el efectivo más rápido.